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Columnas LA GLOBALISTA

¿Está viviendo Estados Unidos una crisis constitucional?

La gran pregunta en este momento es si Trump desobedecerá abiertamente a los tribunales. De momento, ha opuesto cierta resistencia.

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Me encanta que los conceptos nacidos en la ciencia política lleguen a la prensa. El último en hacer la ronda es 'crisis constitucional'.

Lo primero que hay que saber sobre una crisis constitucional es que los académicos no tienen una definición universalmente consensuada sobre su significado.

Además, los constitucionalistas estadounidenses no se ponen de acuerdo sobre si Estados Unidos se encuentra en una crisis constitucional o se encamina hacia una.

Dicho esto, para entender su significado, un buen comienzo es analizar por qué tenemos Constituciones.

La mayoría de las democracias, no todas, tienen Constituciones. La democracia es desordenada, por lo que las Constituciones sirven para establecer las principales instituciones, como un presidente o un primer ministro, un Congreso o Parlamento y, por supuesto, un Poder Judicial.

Y lo que es más importante, una Constitución determina cómo se repartirá el poder mediante controles y equilibrios entre estas instituciones.

Estas normas, junto con las elecciones periódicas, constituyen la base de lo que distingue a una democracia de una autocracia.

Donald Trump.

Donald Trump. EFE

Una cosa en la que académicos y juristas suelen estar de acuerdo es que la mayoría de los países caen en dichas crisis constitucionales de forma gradual. No se trata de un interruptor de encendido o apagado.

Además, todos los países sufren altibajos respecto a la calidad de su democracia, que tampoco tiene un interruptor de encendido o apagado.

Una definición que me gusta es la del profesor de la Facultad de Derecho de Yale Jack M. Balkin, que describe una crisis constitucional como algo que ocurre "cuando una Constitución está a punto de fracasar en su propósito central: mantener las luchas por el poder dentro de los límites de la ley y la Constitución".

En otras palabras, cuando una rama o institución de un gobierno invade el poder constitucionalmente otorgado a otras ramas o instituciones pone a prueba el marco constitucional y legal de un país.

Cuando ya no se pueden mantener los controles y los equilibrios, entonces estamos entrando en una crisis constitucional.

También vale la pena señalar que la ley tampoco es blanca o negra.

La ley estadounidense es interpretada por los tribunales e incluso lo que es o no constitucional es discutible. Mientras que la legitimidad de los tribunales brota de la Constitución, el presidente y el Congreso la obtienen al ser elegidos por el pueblo.

El trabajo de los tribunales consiste en encontrar formas de armonizar los deseos del pueblo con la ley establecida. Los jueces también influyen en la opinión pública arrojando luz sobre la política que se cuestiona.

Donald Trump I hizo algunos esfuerzos para dirigir la Casa Blanca dentro de los límites de la Constitución. También tuvo un Congreso republicano durante los dos primeros años y luego un Senado republicano más una Cámara demócrata durante los siguientes dos años.

Pero también contaba con un equipo que, en su mayoría, respetaba la Constitución y se esforzaba por apartarle de algunos de sus peores instintos.

Además, había muchos congresistas republicanos dispuestos a oponerse a él.

Donald Trump II ha tenido cuatro años para planear su regreso y rodearse de leales. De nuevo, cuenta con un Congreso republicano, aunque con una mayoría más estrecha. Pero esos miembros son ahora políticos que le apoyan incuestionablemente.

También ha vuelto con una agenda de venganza. No sólo contra sus enemigos percibidos, sino también contra los llamados jueces "activistas de izquierdas".

Trump se ha pasado la vida entrando y saliendo de los tribunales. De hecho, es una forma de vida para él, y utiliza su comparecencia ante ellos para añadir dramatismo a su narrativa de 'hombre agraviado que lucha por la clase trabajadora'.

Esto deja a los tribunales como el único control institucional robusto sobre el poder de Trump II. Claro, Estados Unidos es un sistema federal, por lo que los Estados tienen vastos poderes.

Pero cuando se trata de, digamos, eliminar el departamento de Educación, la USAID o las deportaciones masivas, los Estados recurren a los tribunales para poner a prueba la constitucionalidad de estas acciones.

La gran pregunta en este momento es si Trump desobedecerá abiertamente a los tribunales. De momento, ha opuesto cierta resistencia. La suficiente para que algunos expertos lo califiquen ya de crisis constitucional. Esto podría cambiar en cualquier momento, incluso antes de que se publique esta columna.

Por el momento, los partidarios de Trump están encantados de que lleve una bola de demolición a estas instituciones y al Poder Judicial. Le han votado porque consideran que el sistema no les ha servido y que sólo se puede cambiar derribándolo.

Esto es lo que los nacionalistas de derechas están vendiendo aquí en España y en muchos otros países.

Si Estados Unidos fuera un país pequeño y menos influyente, podríamos observarlo con curiosidad. En cambio, la visión desde el extranjero es tan aterradora como desde dentro para quienes no apoyan la agenda de Trump.