Luisgé Martín.

Luisgé Martín.

Columnas CONVOCATORIA EXTRAORDINARIA

Que retiren el libro si quieren, pero Anagrama y Luisgé ya se han retratado

¿Qué vale más, el derecho de Luisgé Martín a expresarse o el derecho a la intimidad de la víctima de Bretón?

Publicada

Anagrama es muy libre de retirar el dichoso libro sobre Bretón y renunciar a los pingües beneficios que esperaba recibir a cambio de no sufrir daños comerciales mayores por el cabreo de sus lectores y la furia de los linchadores virtuales y reales.

Pero esto es un argumento comercial, no jurídico, y cada uno sabrá cómo hace su marca y de qué manera cuida su imagen.

Para mí, Anagrama ya se ha retratado. Y el autor, Luisgé Martín, más aún.

Pero esto no me inclina a desear su cancelación, sino todo lo contrario. Aunque jamás hubiese leído el dichoso libro porque está muy lejos de mis intereses, defiendo su publicación sin ninguna duda, y me alegra que el juez haya hecho lo mismo.

El juez, en efecto, dio la razón a la editorial. En un conflicto evidente entre dos intereses legítimos, el juez ha decidido priorizar la libertad de expresión sobre la protección de la intimidad de la víctima.

Y a mí me parece bien. Defiendo el derecho sagrado de cualquiera a publicar o proferir mierdas. O sea, que en este caso, y a la espera de ver lo que realmente dice el texto, la posición correcta es la defender a un tipo que ha hecho algo que tiene toda la apariencia de ser muy incorrecto.

Paradojas de la libertad.

Pero es que no te deseo nunca que te veas ante un tribunal porque alguien te ha considerado incorrecto.

Y menos aún que te juzguen por herir la sensibilidad de otro.

Esto no significa que los derechos individuales al honor o la propia imagen no necesiten protección. Significa que herir los sentimientos de alguien no es atentar contra su honor.

Si así fuese, quedaríamos todos sometidos a la sensibilidad subjetiva del que fuese capaz de apelar al juicio animalizado de las masas.

¿Pero es que acaso los programas que hablan de delitos, crímenes, divorcios o catástrofes no provocan dolor?

¿Es que el telediario no duele cuando habla de las inundaciones de Paiporta?

Las sensibilidades hay que educarlas, pero cuidado con elevarlas por encima de las leyes. Estamos a un paso de dar más importancia al calor de las vísceras que a la frialdad de la ley. Estamos a nada de abrasarnos con tanta calidez sentimental.

Pero también nos podemos freír ante la frivolidad liberaloide, cuidado. La censura es un instrumento muy democrático, siempre y cuando la apliquen los jueces y la encaucen las leyes.

Es absurdo afirmar que la libertad de expresión es absoluta. Siempre hay que contraponerla al derecho al honor, la intimidad o la propia imagen. La libertad de expresión no puede ser la patente de corso para arrasar con lo que más vale.

En este caso hay un verdadero conflicto entre dos derechos fundamentales, y no se pueden valorar en absoluto y por separado. Hay que ponerlos en relación y tomar una decisión muy difícil. ¿Qué vale más, el derecho de Luisgé a expresarse o el derecho a la intimidad de la víctima?

No es fácil, ni perfecta, pero el juez ha tomado una decisión, que es priorizar el derecho de Luisgé a nadar en la inmundicia y lucrarse con ello. Y a mí me parece bien.

Anagrama ha decidido no publicarla, seguramente por miedo a un daño patrimonial, y porque ha sufrido la violencia del acoso mediático. Ellos sabrán, me da igual.

Yo sólo celebro que nuestros jueces y nuestras leyes también estén para proteger la libertad de gente de esta calaña.

[Dicho esto, no me he leído el libro, como ninguno de los que estamos opinando de esto, así que me limito a juzgar el sentimentalismo ñoño que ha llevado al tribunal de la Santa Cancelación una obra por la sola razón de provocar dolor a alguien].