El presidente de PRISA, Joseph Oughourlian

El presidente de PRISA, Joseph Oughourlian Europa Press

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Agente Oughourlian contra el Doctor Sánchez

La Moncloa tiene entre ceja y ceja disponer de una tele en abierto. La experiencia nos dice que moverá todas las piezas a su alcance para conseguirlo. 

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Esta vez sí. James Bond no ha podido evitar el triunfo del villano con una pirueta ejecutada a última hora. Por primera vez en sesenta y tres años de vida cinematográfica, el rayo láser ha alcanzado la zona testicular a la que apuntaba Goldfinger.

-¿Espera usted que hable?

-No, señor Bond, ¡espero que se muera!

Pedro Sánchez durante la entrevista en la cadena Ser.

Pedro Sánchez durante la entrevista en la cadena Ser. Cadena SER

Jeff Bezos ha llegado más allá que Blofeld. No contento con hacerse con todo el pasado de la saga del agente 007 merced a la adquisición de MGM, ahora Amazon consigue también tomar las riendas creativas del futuro del personaje.

Es un giro de los acontecimientos mucho más importante de lo que pudiera parecer a simple vista.

El aficionado a la saga puede sorprenderse por la (relativa) juventud de su hasta ahora productora, Barbara Broccoli. ¿Cómo es posible, si ya salía en los créditos de las últimas aventuras de Roger Moore, rodadas hace alrededor de cuarenta años?

La respuesta es que empezó en el oficio de la mano de su padre, Albert Romolo, siendo una pipiola.

Habrá quien vea terreno abonado para la enésima diatriba contra los nepo babies y la ausencia de meritocracia.

Otros pueden apuntar a la verdadera razón por la que las adaptaciones de 007 han sobrevivido seis décadas bajo una coherencia envidiable: funcionar bajo la lógica de la empresa familiar.

Los Broccoli nunca tuvieron una varita mágica. Se equivocaron, como todo el mundo. Pero siempre demostraron olfato detectando las tendencias del cine de acción, supieron alternar los tonos serios con los más bufos a demanda del público, y dotaron a una serie compuesta por más de dos decenas de títulos de una unidad formal y estilística de la que han carecido sagas más cortas e infinitamente menos dilatadas en el tiempo.

De ahí que el desembarco de la gran tecnológica despierte recelos. ¿Tendrán en cuenta todos estos aspectos sus fríos gestores, acostumbrados al beneficio inmediato?

¿Será el nuevo Bond un último coletazo woke?

¿La avanzadilla del "pendulazo"?

¿Escribirá el guion una IA?

Quizá esta desconfianza hacia el fin del modelo familiar tenga su razón de ser en los ejemplos españoles que nos rodean. Mercadona, Inditex o El Corte Inglés, sin ir más lejos. Cuando estas grandes firmas se han alejado de ese esquema por alguna turbulencia interna, no se ha notado precisamente para bien.

Vean, si no, el Grupo Prisa. Escribo estas líneas sin tener la certeza de que el baño de sangre pueda darse por concluido.

El drama vivido en las últimas horas en el seno del consejo de Prisa resulta muy ilustrativo de los siete años de sanchismo en los medios de comunicación.

Con la familia Polanco arrinconada, el frío gestor del fondo que ostenta el porcentaje accionarial más significativo ha logrado, mal que bien, imponer su criterio. Volver a apostar por la tele en abierto después del fiasco de Cuatro es un suicidio para una empresa que sigue ahogada por las deudas.

Y más si el planteamiento era un canal estrictamente político dedicado a retratar al presidente actual de un modo que dejaría al Saénz de Heredia de Franco, ese hombre como un distante observador de la realidad.

Se repite una idea cada vez que este grupo editor se ha visto incapaz de resolver sus apuros: "Esto con Polanco no habría pasado".

Existe en el centroderecha sociológico una prevención hacia la Prisa histórica que a veces peca de hiperbólica. No es que la etapa de Jesús de Polanco no ofreciera ejemplos de sectarismo o que no se beneficiara de favores políticos a veces clamorosos.

Pero tiene que haber muchas dioptrías en las anteojeras ideológicas para negarle sus muchos méritos.

El País tiene que valorarse situándose en el justo contexto del momento de su nacimiento y primer desarrollo. Ha sido, durante el grueso de su trayectoria, un buen periódico. Con sus filias y sus fobias, sus manías y sus tics.

Las batallas mediáticas y su relación personal con Aznar le quitaron bastante brillo. Luego lo ha recuperado en alguna etapa posterior.

El trabajo modernizador que se realizó en la Ser tras desembarcar en su accionariado a partir de 1984 fue muy importante para la historia del medio. Es verdad que se cargaron Antena 3 Radio. No es menos cierto que lo hicieron gracias al deseo de su propietario, Javier de Godó.

Empezó vendiendo libros y terminó configurando un conglomerado multimedia que, hasta mediada la década de los 2000 podía acompañar los pasos de un español desde que se levantaba hasta que se acostaba, copando todas las ventanas de acceso a la información y al ocio cultural que se le abrieran.

Algún mérito tendrá, por tanto, el editor fallecido en 2007.

Hoy no queda nada de ese Grupo Prisa. Aquel imperio que dictaba la política al PSOE se limita ahora a defender todos y cada uno de sus cambios de opinión. Hoy se ha jugado su futuro inmediato disgustando por una vez al poder desde la muy lógica pretensión de no ahondar más en su ruina.

Probablemente este texto ya se quede viejo para cuando llegue hasta sus ojos. La Moncloa tiene entre ceja y ceja disponer de una tele en abierto. La experiencia nos dice que moverá todas las piezas a su alcance para conseguirlo. Por fuera de Prisa o con una Prisa rediseñada a su gusto.

Ríete tú de la Spectra de James Bond.