
El presidente de Junts, Carles Puigdemont, en la reunión de la permanente del partido en Bruselas (Bélgica).
Cómo contentar a Puigdemont gracias a Pilar Alegría (y nuestros impuestos)
Parece que el Gobierno no sabe siquiera cuántos de los actuales 6.500 alumnos españoles de las Escuelas Europeas tendrían interés en elegir el catalán como asignatura optativa.
Es muy probable que muchos de ustedes hayan oído hablar por primera vez de las Escuelas Europeas a raíz de la petición del Gobierno de España de incluir el catalán como "otra lengua nacional" en su currículo educativo.
Y es muy probable también que, al escuchar las palabras clave de la frase anterior, les hayan saltado las alarmas.
¿Qué son las Escuelas Europeas? Fundadas hace más de setenta años con el propósito de fomentar la cooperación y el entendimiento entre los países miembros, constituyen un espacio educativo singular, netamente europeísta, creado para proporcionar una educación multilingüe y multicultural a los hijos de los funcionarios de las instituciones europeas, y también de representantes políticos, diplomáticos y profesionales en situación de expatriados.

La ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes y portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, este martes en el Senado.
Su finalidad es garantizar que sus casi 30.000 alumnos actuales reciban una enseñanza equitativa en su lengua materna oficial, mientras desarrollan competencia en otros idiomas oficiales de la Unión Europea.
Además, buscan inculcar valores de respeto, tolerancia y cooperación internacional, fortaleciendo así el sentido de identidad europea.
Actualmente hay catorce escuelas europeas en siete países: Alemania, Bélgica, España, Gran Bretaña, Holanda, Italia, y Luxemburgo.
De inmediato pensarán ustedes "¿pero no estaba el ministro Albares a cargo de meter con calzador la promesa de Sánchez a Puigdemont de hacer del catalán lengua oficial comunitaria? ¿No había cubierto el expediente pidiendo a la presidenta Roberta Metsola que se pueda usar el catalán en el Parlamento Europeo?
¿No hay una Mesa (con un cajón donde guardar según qué cosas) estudiando sin fecha el asunto?
Entonces, ¿en qué punto de simulacro y desesperación está el Gobierno de España como para plantear que las Escuelas Europeas sean la puerta de atrás que le permita dar por cumplida una promesa imposible de cumplir?
Veamos las claves del disparate plagado de incoherencias que Pilar Alegría, la ministra que susurra y titular de Educación, ha hecho llegar a la Oficina del secretario general de Escuelas Europeas (imagino que con el asesoramiento de quien ocupa el cargo de secretario general adjunto, el español Manuel Bordoy).
La primera y fundamental es que el mismo planteamiento del catalán como asignatura optativa "otra lengua nacional (ONL)" es un clamoroso oxímoron, porque el catalán no es otra lengua nacional oficial de los Estados miembros de la Unión Europea, que es lo único que contemplan las Escuelas Europeas.

La portavoz parlamentaria de Junts, Míriam Nogueras, celebra un acuerdo de su partido con el Gobierno de Sánchez.
El multilingüismo está consagrado en la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE: toda persona que sea nacional de un Estado miembro de la Unión Europea tiene derecho a utilizar cualquiera de las veinticuatro lenguas oficiales, que son el alemán, el búlgaro, el checo, el croata, el danés, el eslovaco, el esloveno, el español, el estonio, el finés, el francés, el griego, el húngaro, el inglés, el irlandés, el italiano, el letón, el lituano, el maltés, el neerlandés, el polaco, el portugués, el rumano y el sueco.
La segunda es que tengo para mí que la solicitud formal del Gobierno español ante el Consejo Superior de las Escuelas Europeas, en la que justifica la importancia de la petición, no va a ser muy convincente. Al parecer, considera los tres principios básicos que sustentan la política y práctica lingüística de las Escuelas Europeas como argumentos para incorporar el catalán, pero la realidad y la normativa los desmontan uno por uno.
Vean:
"La importancia primordial de la lengua materna": sí, en Primaria, pero la lengua materna debe ser una de las oficiales en la Unión Europea.
"El reconocimiento y compromiso de apoyar las lenguas nacionales de cada Estado miembro de la Unión Europea": así es, a las lenguas nacionales de los Estados miembros, que son aquellas reconocidas como oficiales en todo el territorio nacional.
"La oferta de un sistema educativo multilingüe que promueva el plurilingüismo": desde luego, en alemán, francés e inglés como segunda lengua vehicular. Y una tercera lengua oficial de la UE a partir de Secundaria.
En tercer lugar, la aprobación de la solicitud debería venir del Consejo Superior de las Escuelas Europeas, compuesto por representantes de todos los Estados miembros de la UE. Para ello, España debería negociar con otros países miembros y demostrar que hay una demanda suficiente de alumnos españoles que justifique la petición.
De momento, parece que el Gobierno no sabe siquiera cuántos de los actuales 6.500 alumnos españoles de las Escuelas Europeas tendrían interés en elegir el catalán como asignatura optativa.
Y, por último, en términos de financiación, la introducción del catalán implicaría costes relacionados con la contratación de docentes nativos, la producción de material educativo y la adaptación curricular. No es cierto que se trate sólo de traducir materiales, como afirma el documento de la ministra de Educación, que ya ha mostrado su disposición a asumir el coste, sea este cual sea. Para eso están nuestros impuestos.
La cuestión es que esta petición se debatirá en una reunión que se celebrará el 13 y 14 de febrero en Bruselas con la Junta Directiva de las Escuelas Europeas, que será quien tenga la última palabra.
Yo espero que esa decisión se base en las palabras impresas en pergamino presentes en la piedra fundacional de cada Escuela Europea: "Educados en contacto unos con otros, liberados desde sus primeros años de los prejuicios que dividen, iniciados en las bellezas y valores de las diversas culturas, tomarán conciencia, a medida que crezcan, de su solidaridad. Al tiempo que conservan el amor y el orgullo de su país, se convertirán, en espíritu, en europeos, bien preparados para completar y consolidar la obra emprendida por sus padres para el advenimiento de una Europa unida y próspera".
Precisamente todo lo que denigra y aborrece el nacionalismo.