Yolanda Díaz tiene algo que contarnos. Algo que le hace mucha ilusión. Seguramente se presente a las elecciones generales.

Nadie debería presentarse con ilusión. O yo, al menos, nunca votaría a nadie que tuviese mucha ilusión en ser presidente. Es peor que cursi.

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante un acto de Sumar en Valencia.

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante un acto de Sumar en Valencia. Jorge Gil Europa Press

Al Gobierno se va como quien acepta el peor marrón de su vida. Con la misma ilusión que va uno a renovarse el DNI o a quitarse unas caries.

Lo decía Platón, que de tiranos sabía mucho. El poder hay que dárselo a quien no lo quiere.

Pero aceptamos que estamos en la época de las emociones. Y que, por esa razón, siempre habrá un electorado al que le gusten las montañas rusas y los coches de choque. Gente que se toma la política como una feria, y a quien el algodón dulce no le empalaga. Por eso, veamos entonces a quiénes "suma" Yolanda Díaz.

No creo que sea capaz de sumar a una izquierda de taifas que no hay quien la una. Hay tantas familias como ilusiones. Tarea imposible.

Lo que sí suma es lo que resta. Porque si es cierto que hay demasiadas incógnitas aún por despejar (algo que sólo las municipales podrán hacer), sí que hay una constante en la ecuación.

Con Unidas Podemos no suma. Es decir, que lo que suma Yolanda es que resta a los amigos de Galapagar. Y eso ya es sumar mucho.

Si Yolanda Díaz tiene alguna opción de futuro es porque habrá sido capaz de dejar atrás a Pablo Iglesias, Pablo Echenique, Irene Montero y a Ione Belarra.

Lo segundo que puede sumar no es para ella, sino para Pedro Sánchez y un proyecto socialista en coma inducido. A Sánchez le suma lo que le quita a la izquierda, es decir, a Unidas Podemos. El precio para ser vicepresidenta es restarle a Sánchez lo que ella no es capaz de sumar.

Y ahí queda el tercer elemento que suma. Lo que no pega ni con cola, los últimos cachivaches que no encuentran acomodo cuando hacemos mudanza.

¿Será el partido de Yolanda la caja de los trastos? A Yolanda le queda sumar a Íñigo Errejón con Alberto Garzón, a Compromís con los Comunes, y a lo que quede de las mareas y otros grupos dispersos.

Esto es lo más fácil. Lo hará por adición el que tenga opciones de ganar. Así se resuelven estos problemas ideológicos, arrimándose al que tenga más poder.

[Yolanda Díaz y el PSOE esperan una desbandada de cuadros de Podemos tras el 28-M]

Lo que no sumará Yolanda, porque no hay ingenio humano que a día de hoy sea capaz de ello, es lo que verdaderamente hace falta. Sumar a la izquierda española.

Y no lo digo con ironía. España necesita una izquierda sensata y sosegada que haga bien lo que hoy por hoy sólo sabe hacer la izquierda.

España necesita alguien que se preocupe por los derechos de algunas minorías, por la salud del Estado, la reforma de la fiscalidad y la vertebración del Estado de bienestar. Y lo que no necesitamos, bajo ningún concepto, es una izquierda radical y revolucionaria que convierta cada proyecto legislativo en una revolución.

Pero esto es una ensoñación. Ni Yolanda sumará los restos de la izquierda demediada para regalárselos a Sánchez, ni a Sánchez le interesa una izquierda moderada que justifique y legitime al centroderecha.

Así que lo único que va a sumar Yolanda, en definitiva, es su candidatura para ser vicepresidenta de lo mismo con distinto nombre. Es un juego de suma cero.