Acabemos rápido. Lo que ha hecho Shakira con los ridículos huesecillos de Gerard Piqué es la Capilla Sixtina del despecho, la Kaaba de la venganza, el Taj Mahal de la ley del talión. Desde hoy y hasta que Shakira vuelva a ser engañada por otro niñato, la Music Sessions #53 de BZRP será el himno eterno de todas las mujeres engañadas por sus ratas de dos patas. Porque no es que a Paquita la del Barrio le haya salido rival. Es que al lado de la obra maestra de Shakira palidece incluso aquello de "tres veces te engañé, la primera por coraje, la segunda por despecho, la tercera por placer".

Se preguntaba Ibai cinco minutos antes de que Shakira y BZRP estrenaran su tema si ella se atrevería a incluir alguna "indirecta" contra Gerard Piqué.

"¿Tirará beef?" se preguntaba Ibai antes de que sonara la primera nota. "No saquemos conclusiones tan rápidas".

Al acabar la canción, Ibai le daba la extremaunción al ex del FC Barcelona. "Descanse en paz Gerard Piqué".

Ahí estaba la respuesta a su pregunta. 

En realidad, no es que Shakira le haya tirado a Piqué un beef ("pique" en español del siglo XX y "carne de ternera" en su sentido original en inglés).

Es que Shakira le ha tirado encima a su ex los 200 millones de vacas de la cabaña brasileña. Vacas que han trotado en estampida sobre la masculinidad de Piqué, que han dado luego marcha atrás al ritmo de los beats de BZRP y que han vuelto a trotar a continuación sobre la harina molida del ego de ese tipo del que ahora sabemos que se llevó a su mamá a vivir a la mansión de al lado, que aprovechaba las ausencias de Shakira para llevarse a su amante a casa y que ha cambiado un Ferrari por un Twingo, que es lo que hacen quienes conducen mal y en vez de mejorar sus habilidades como conductor deciden comprarse un coche menos exigente.

"A ti te quedé grande" canta Shakira. Y el que quiera entender, que entienda. 

Miren. Esto no requiere sesudas exégesis. Piqué le metió los cuernos a Shakira, ella lo descubrió cuando a la vuelta de uno de sus viajes vio que alguien se había comido su mermelada (y lo de la mermelada es literal, no una metáfora) y lo mínimo que una estrella internacional de la canción con sangre latina va a hacer con ese insulto es cogerte de las orejas, arrancarte la cabeza con las muelas y pasear tu calavera, vacía de cerebro, por el barro en el que hozan los chanchos.

Así que esas vainas de "ay, Shakira, supéralo, las mujeres no necesitan a un hombre a su lado, el mejor desprecio es no hacer aprecio" mejor en los libros de los aliaditos deconstruidos con la barba teñida de azul.

Porque lo que no necesitamos ni hombres ni mujeres es a esa "rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida" a la que le cantaba Paquita la del Barrio en Rata de dos patas. Y ojo no vayamos a confundir, como decía uno en Twitter, el rencor con la venganza. El rencor es, como dicen que dijo Shakespeare, el veneno que se toma uno esperando que se muera el otro. La venganza te mantiene vivo y, una vez ejecutada, desinfecta, airea y te permite seguir tu camino limpio de polvo y paja moral. Del Covid no salimos mejores, pero de la venganza salimos con un sistema operativo nuevo. 

En cuanto a la otra, la veinteañera, ¿qué decir? Posiblemente, que cuando uno salta al ruedo lo hace sabiendo que en algún momento se va a cruzar con el miura. 

Yo, en fin, no disfrutaba tanto de una venganza desde Kill BillSin perdón o John Wick. Porque lo de Shakira es como esos vídeos titulados "instant karma" (karma instantáneo) en los que se ve a personajes despreciables recibiendo una buena dosis de justicia poética. Music Sessions #53 es ya el instant karma definitivo, la mejor película del género revenge jamás filmada y, además, un hit instantáneo. Probablemente la mejor canción de la carrera de Shakira y una orgía de referencias y easter eggs que envidiaría el mismísimo Stanley Kubrick

Sólo un minúsculo 'pero'. Shakira, hija mía, metiste en tu cama a un niño.

¿Qué cojones esperabas?