Recién cumplidos los 40, ya hace más de una década, una invitación para ser jurado de una tesis doctoral me llevó hasta Medellín. Como en los chistes malos sobre estereotipos, en un restaurante el día previo al evento nos reunimos una francesa, una argentina, una estadounidense, un colombiano y el cubano-español que escribe.

Un paciente durante un estudio de trastornos del sueño.

Un paciente durante un estudio de trastornos del sueño. EFE

El cansancio del viaje se fue disipando mientras la conversación avanzaba y la comida llenaba aquella mesa. Entonces, casi sin venir a cuento, un tema saltó: el insomnio. Curiosamente, todos estábamos sufriendo de falta de sueño recientemente, algo que contrastaba con las horas de descanso que acostumbrábamos tener.

Recuerdo que el espíritu científico primó y comenzamos a buscar similitudes entre los presentes para entender la razón del cambio repentino que sufríamos. Además de ser científicos dedicados en activo a la investigación biomédica, poco teníamos en común. Etnias, latitudes, costumbres… nada cuadraba, excepto que todos acabamos de completar cuarenta vueltas alrededor del sol.

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En aquel grupo variopinto se evidenció el temido cambio de metabolismo que tantas trastadas nos hace experimentar cuando el tiempo avanza. Entre otras cosas, tuvimos que decir adiós a aquellas gloriosas ocho o más horas de sueño y acostumbrarnos a una reducción drástica del encuentro diario con Morfeo. 

Mas no siempre la falta de sueño se debe al, por ahora, inevitable envejecimiento. Otras pueden ser las causas y estar pendientes de ellas nos puede incrementar la calidad de nuestra vida diurna. Antes todo, he decirte que dormir es un acto de extrema necesidad.

Durante el sueño nuestro cerebro es capaz de "fijar" lo aprendido en el día que acaba, es decir, resume las experiencias. Algo así como un proceso de compilación en el que se ordena todo lo vivido y sentido. Una reducción significativa de las horas de sueño nos dificulta el razonamiento y volatiliza la memoria. En palabras sencillas: dormir bien no es sólo gratificante, es imprescindible.

Además de la edad, una de las causas más frecuentes del sueño fragmentado, escaso y poco reparador es lo que llamamos apnea del sueño. Si tenemos en cuenta la población general, se calcula que en hombres su prevalencia es de un 4%, mientras que en mujeres es algo inferior.

No obstante, y volviendo a las vueltas alrededor del sol, la estadística aumenta con el envejecimiento. Esta patología se debe a afecciones que bloquean el flujo de aire por las vías respiratorias superiores durante el sueño, provocando segmentaciones del proceso debido a episodios cíclicos de hipoxia.

Como consecuencia, la persona afectada duerme "a trompicones" y suele amanecer con una sensación acusada de cansancio. Pero no sólo duerme mal quien sufre de apnea del sueño, también le ocurre a quien comparte su cama. Los ronquidos y pequeños, pero repetitivos, sobresaltos nocturnos son síntomas que, por supuesto, no pasan desapercibidos por quienes intentan dormir a su lado. 

Afortunadamente, existe una solución para este problema de salud y se llama CPAP. Las siglas vienen del inglés que traducido a nuestra lengua sería: presión positiva continua en la vía aérea. La sencillez puede asombrar, pero, en casi todas las ocasiones, la respuesta a un problema está en abordarlo de esta manera.

Si el flujo de aire está bloqueado durante el sueño, lo que se necesita es introducirlo a presión para que no falte mientras nos internamos en el mundo onírico. Así es como muchas personas duermen plácidamente con una mascarilla que le introduce aire a presión durante toda la noche, algo que agradecen ellos y sus parejas. 

¿Cómo saber si padeces de apnea del sueño? Si te despiertas con un cansancio de maratón y tu pareja te dice que roncas cuál león de la Metro, acude a Neumología y allí sabrán qué pruebas hacerte para determinar si necesitas el CPAP.

No lo dejes de hacer. Según estudios salidos de mi grupo de investigación, esas microhipoxias nocturnas pueden desencadenar procesos tumorales a largo plazo, algo que se puede reducir con el uso del CPAP.

Sin embargo, no todo es tan sencillo. Otras personas no pueden dormir placenteramente debido a sufrir pesadillas recurrentes. En este caso, el terror nocturno no viene de la mano de los monstruos de la infancia que pernoctan debajo de la cama, sino por aquellos que aparecen en los sueños y suelen estar relacionados con estrés postraumático.

Sabemos que las pesadillas frecuentes y aterradores no sólo perturban el sueño, también pueden perturbar el bienestar en la vida de vigilia. Para esta afectación, el tratamiento de referencia hasta el momento es la terapia de ensayo de imaginación, conocida por las siglas IRT.

En este tratamiento, los pacientes vuelven sobre las imágenes que visualizan durante las pesadillas, intentando impregnarlas con un giro positivo. Según varios estudios, la IRT reduce las pesadillas en un número importante de afectados, pero falla en un tercio de las personas y en ningún caso las elimina.

¿Cómo solucionarlo? 

Recientemente se ha planteado un experimento que abre nuevas oportunidades terapéuticas. La clave puede estar en lo que conocemos como reactivación de la memoria dirigida o TMR.

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Para ello, la persona se enfoca en aprender algo mientras se reproduce un sonido, y esa misma señal se vuelve a percibir durante el sueño. "Escuchar" el sonido mientras se duerme parece reactivar y fortalecer la memoria asociada. 

En el estudio que se acaba de publicar, una cohorte de personas con pesadillas recurrentes se dividió en dos. El primer grupo realizó la IRT en silencio, es decir, visualizaron sus pesadillas en ausencia de sonido alguno, mientras que el segundo lo hizo escuchando un corto acorde de piano que se repetía cada cinco segundos.

Luego, todos durmieron durante dos semanas con una especie de diadema que reproducía el acorde de piano cada diez segundos cuando se detectaban movimientos rápidos de los ojos, hecho que se relaciona con estar soñando. El resultado fue asombroso: todos los participantes redujeron significativamente las pesadillas, pero aquellos que realizaron la IRT con sonido asociado llegaron a suprimirlas por completo

Aunque será necesario un estudio masivo, todo parece indicar que la combinación de la IRT con la TMR podría eliminar las pesadillas recurrentes en estas personas. También se necesitará un desarrollo tecnológico que permita detectar con precisión el momento en el que la persona está soñando sin necesidad de usar artilugios más propios de un laboratorio que de la vida cotidiana.

Es decir, ciencia y tecnología para volver a dormir como bebés.

Mientras tanto, es recomendable hacer mucho ejercicio físico a diario y quizá intentar ser buenas personas, si bien esto último cae en el campo de la pura especulación.