A la atención de la Secretaría General del Congreso:

Hay dos razones por las que me repugna hasta lo indecible el escrito remitido a la Secretaría General del Congreso de los Diputados por los responsables de comunicación del PSOE y sus socios de Gobierno.  

La primera y más obvia es el ataque que supone a la libertad de expresión y de información, la pretensión de censura que subyace. Es alarmante que sin rubor alguno se aspire a controlar quién puede y quién no ejercer el derecho a informar por motivos (no lo dicen así, claro) ideológicos. Más aún en una institución que precisa de ese control de la prensa para dar cuenta de sus acciones a los ciudadanos, aquellos a los que representan, en un Estado democrático. Bastaría por sí misma para despreciarlo. 

La segunda es de formas y, quizá, más sutil. Pero me ofende especialmente por sus implicaciones: el uso sibilino de valores compartidos por todos. ¿Quién podría estar en contra de la cordialidad y el decoro? ¿Quién en contra de acabar con un insoportable clima de tensión e intolerables faltas de respeto? ¿Alguien podría estar a favor de profesionales que no cumplen un código deontológico y cuyo comportamiento dificulta la labor de sus compañeros y de nuestros políticos?

He realizado una pequeña encuesta en mi entorno más cercano y todo el mundo, independientemente de su ideología, preferencias sexuales y credo, se muestra manifiestamente a favor de la bondad y el buen hacer. Ni uno solo, palabrita, ha dicho que a tope con el mal rollo, los denuestos y el entorpecimiento de la loable labor del trabajador, del que sea. 

Es ese lenguaje impreciso al que nos tienen acostumbrados determinadas fuerzas políticas la trampa moral de la que deberíamos huir en primer lugar. Por salud, pero también por honestidad.

Si de verdad lo que se pretende es un diálogo, una discusión honrada con la que solucionar un problema concreto y no generar más ruido, como parece, lo suyo sería designar con precisión. Cuáles han sido esas faltas de respeto exactamente, quién ha sido, de qué manera, cuál ha sido la consecuencia, en qué ha dificultado el trabajo de quien la ha sufrido, por qué razón, en qué consiste ese clima de tensión.

Concreten. Definan. Señalen. O estamos ante un Gila farfullando por lo bajini que alguien ha matado a alguien. Y nadie está del lado del asesino jamás. 

Por eso, desde mi absoluta vocación de servicio público, me permito el traducir el escrito del buenismobienlandés en que está escrito a español de a pie.

Voy:

"Durante las últimas semanas observamos iracundos cómo algunos periodistas convenientemente acreditados en la Sala de Prensa del Congreso se permiten preguntar con libertad. Eso desvirtúa nuestras declamaciones propagandísticas y genera tensión al personal de algunos grupos parlamentarios, dificultando su trabajo al verse obligados a no responder ante preguntas incómodas (y la pretensión de que justifiquen y argumenten su labor) y el de los periodistas afines, que son los que trabajan bien. Lo que deberían ser arengas sin derecho a réplica, propaganda institucional, se está convirtiendo en una pretensión de rendir cuentas ante la ciudadanía. 

Es por esto por lo que consideramos intolerable que por parte de medios a los que despreciamos y con los que no compartimos ideología se realicen preguntas incisivas, se cuestionen nuestras decisiones, se pretenda que las justifiquemos, que las argumentemos y expliquemos. El clima de cordialidad y decoro entre periodistas, políticos y personal de grupos parlamentarios depende de que no se nos ponga en un brete, de que se pregunte sólo lo que conviene responder. Este modo de actuación no se corresponde con el código deontológico ni con los principios de actuación acordados por nosotros para imponer a todos

Por todo lo anterior expuesto, los jefes de prensa de los partidos y organizaciones políticas firmantes solicitamos a la Cámara que retire las acreditaciones a todos los medios que simpatizan con los partidos que no han firmado y a aquellos que pretendan informar con objetividad e independencia, con el objetivo de controlar la información y de restablecer el buen clima de las ruedas de prensa en las que únicamente nosotros decidimos quién y qué pregunta".

De nada.