El panorama económico mundial puede parecer confuso, pero siempre hay referencias con las que orientarse. Una de ellas, normalmente la más espectacular y la que crea opinión con más facilidad, es la de las Bolsas. Y las Bolsas, por ahora, señalan una situación relativamente favorable.

No hubiéramos podido decir lo mismo hace justo un año, cuando las de todo el mundo estaban cayendo con una fuerza que les hizo perder un 20% o más. Desde aquella caída del último trimestre de 2018 algunos índices de Bolsa (como los de EEUU) han recuperado más de lo perdido, mientras que otros, como nuestro IBEX 35, se acercan a esa recuperación total de las pérdidas (a efectos de este análisis, aquí hay que olvidarse de las pérdidas previas que, desde mayo de 2017, había tenido el IBEX 35 por no estar en la misma onda que el conjunto de las Bolsas mundiales).

Las Bolsas han estado desestabilizadas desde hace prácticamente dos años, respondiendo a la pérdida de impulso de la economía mundial que empezó a detectarse a mediados de 2017, momento en el que los indicadores de actividad industrial empezaron a dar muestras de debilidad en EEUU y otras partes del globo. Ese debilitamiento tenía un origen conocido y era la pérdida de efectividad de los estímulos crediticios (por un valor equivalente a cuatro billones de dólares) que el gobierno chino había insuflado en su economía en 2016, cuando el mundo parecía abocado a una recesión inminente.

Pero año y medio después, y asustados por las proporciones que había cobrado en el país la llamada “banca en la sombra” (en buena parte por causa de los estímulos crediticios) los dirigentes chinos decidieron que su economía debía tascar el freno, y ese frenazo se haría sentir en Occidente de manera casi inmediata. De ahí, y no de la “guerra comercial” con EEUU (que, claro está, ha venido a complicar la situación) es de donde proviene la desaceleración económica mundial que ya se ha transformado en recesión industrial en casi todos los países importantes y que está pendiente de decidir si se transforma en recesión generalizada y global.

Pues bien, el que el comportamiento de las Bolsas mundiales a lo largo de este año haya sido en general tan bueno, hace pensar que la economía global, a pesar de estar desacelerándose, no se encamina a un comportamiento catastrófico, del tipo del que tuvo tras iniciarse la crisis financiera.

De ahí, y no de la “guerra comercial” con EEUU es de donde proviene la desaceleración económica mundial

Pero, una vez dicho esto, la pregunta que asalta a todo el mundo es ésta: ¿cuándo se terminará esa desaceleración económica global que empezaron a señalar los indicadores industriales a medidos de 2017?

Afortunadamente, y sin que haya que lanzar las campanas al vuelo, empieza a haber ligeros síntomas de que “la desaceleración se desacelera”. Y también son indicadores de la industria los que están apuntando a que podríamos estar tocando fondo.

Las buenas noticias las han traído los datos para octubre de unos índices de opinión empresarial conocidos, por sus siglas en inglés, como PMIs. Lo que reflejan estos “índices de difusión”, que así se les llama también, es la opinión de empresarios y directivos, a través de encuestas que se les hacen todos los meses, preguntándoles por la marcha de su negocio. Es decir, empresarios y directivos responden a preguntas tan sencillas como éstas: si van a contratar o a despedir personal en el mes al que se refiere la encuesta; si van a subir o a bajar los precios de sus productos; si van a realizar nuevas inversiones, etc.

Entre la multitud de encuestas de este tipo que se realizan todos los meses en todo el mundo, hay unas, no especialmente conocidas, que la empresa encuestadora IHS Markit envía a las empresas que utilizan tres metales industriales (cobre, aluminio y acero) de manera intensiva para la elaboración de sus productos. Pues bien, los resultados de los últimos meses han ido a mejor progresivamente y en el mes de octubre ya han empezado a dar signos de que esas empresas usuarias de metales industriales han salido de la recesión.

Es decir, desde hace unos meses han ido viendo el futuro con un pesimismo cada vez menor y ahora empiezan a confirmar que su negocio va estar expandiéndose en el mes siguiente. Se trata, por tanto, de una visión del futuro a muy corto plazo y por eso hay que tomar estos datos cum grano salis (con toda la prudencia del mundo).

Lo que le sucede a la economía mundial, es que pasa por una fase de estancamiento

En el caso de la Unión Europea, ese menor pesimismo ha tenido una manifestación también mínima y con un significado casi puramente simbólico y propagandístico, y es que Alemania no ha caído en recesión: su PIB (Producto Interior Bruto) creció un 0,1% en el tercer trimestre de 2019. Esto, como se ve, es poca cosa. Un diagnóstico realista de lo que le sucede a la economía alemana sería afirmar que está en un claro estancamiento desde hace año y medio (en los doce últimos meses ha crecido un 0,5%) lo que es probablemente consecuencia de sus estrechos lazos comerciales con China (las ventas de vehículos alemanes allí se han hundido) si es que no lo es del agotamiento de un modelo. Pero esto ya serían palabras mayores.

En resumen, lo que le sucede a la economía mundial, es que pasa por una fase de estancamiento (hasta EEUU parece que en este trimestre solo está creciendo un 0,5% anualizado) y esa atonía se está reflejando en unas Bolsas que están, en el mejor de los casos, solo un poco por encima de donde estaban hace dos años, pero que tampoco parecen abocadas a grandes pérdidas. Si a eso se le suma el que el uso de metales industriales por las empresas del ramo está empezando a recuperarse, la conclusión es que no habría por qué alarmarse demasiado.

Aunque queden sobre la mesa problemas inquietantes, entre lo económico y lo geo-estratégico: ¿cuándo va a intervenir China militarmente en Hong Kong?, ¿cuándo llegará el próximo choque entre Irán y Arabia Saudí?, ¿llevará eso a que EEUU ataque a Irán?, ¿cuánto más se prolongará la agonía del brexit?

Mientras tanto, el “ascenso de la lucha de clases” se extiende como mancha de aceite: en este fin de semana se ha incorporado Irán a las protestas callejeras. Y ya van: Hong Kong, Ecuador, Chile, Argentina (elecciones), Bolivia, Haití (casi desapercibido), Francia, España (Cataluña), Indonesia, Líbano, Iraq, Irán… Además de las protestas conocidas como “Extinction Rebellion” o “rebelión contra la extinción”, agitadas por la inquietud que produce el cambio climático.