Sólo la semana horribilis de Pablo Iglesias ha superado en desgracias a la semana horribilis de Pablo Casado. Al líder popular le han renunciado Ruth Beitia y José Ramón Bauzá, este último con una carta demoledora, pero a Iglesias le han abandonado Íñigo Errejón Ada Colau y además condenado a Pablo Echenique, lo que añade un extra de miseria. Y eso sin hablar del posible, sólo posible, punto y final a esa narcodictadura socialista venezolana tan reverenciada por los líderes de Unidos Podemos.  

Pablo Casado, en fin, sólo puede darse por satisfecho después de compararse con alguien aún más desgraciado que él. Hasta la Convención Nacional del pasado fin de semana, diseñada como Apple diseña las presentaciones de sus nuevos productos, salió regulera. El público aplaudió más a Mariano Rajoy que a José María Aznar y a ratos pareció que hasta alguien tan afín a Ciudadanos como Mario Vargas Llosa parece tener más claros los principios del PP que la propia dirección del PP. 

Tras la Convención, tuve una conversación con alguien cercano a la cúpula del partido y que, obviamente, no es Pablo Casado. Por su interés, reproduzco aquí el diálogo que mantuve con esa persona:

¿Casado no puede o no quiere?

Yo te digo cuál es mi opinión contrastada al respecto. Estoy convencido de que Pablo Casado no va a tomar una sola decisión. Ni una sola. Y eso no es una creencia, sino una convicción. Primero, porque Casado no es un hombre de tomar decisiones. Además, no está acostumbrado a tomarlas. En segundo lugar, porque no quiere quedar mal. Y si tomara una decisión, quedaría mal. Así que no lo hará.

Valencia, Baleares y Galicia van por libre. La política del PP en esas comunidades es la misma que la de los partidos nacionalistas regionales. 

Imagina que Casado tuviera que ir a Valencia, o a Baleares, o a Galicia, para decir "voy a quitar a este". No lo hará. Pablo Casado está esperando a ver los resultados de las elecciones municipales y autonómicas. Allí donde el resultado que le ofrezca el barón de turno sea negativo, se lo cargará. Y allí donde el resultado sea positivo, reafirmará a ese barón. 

¿Independientemente de las políticas que defienda ese barón? Es decir, que el único criterio al que atenderá Casado serán los resultados, no los principios. 

Por supuesto. Eso le da igual a Casado. Porque si no le diera igual, ya habría tomado decisiones hace tiempo. Pablo Casado estaba en la dirección del partido con Mariano Rajoy. Él sabe perfectamente todo lo que está pasando en las comunidades gobernadas por el PP. Lo que quiere Pablo Casado es no desgastarse y no enfrentarse con nadie. Aquello que funcione, lo mantendrá. Y aquello que no funcione, lo cambiará. 

Pero eso es muy arriesgado. Ahora existen Vox y Cs, cuando antes el PP era el único partido a la derecha del PSOE.  

Por supuesto. El riesgo es que, cuando Casado llegue para reflotar aquello que no funciona en tal o cual comunidad, el partido ya no exista. O que exista en su mínima expresión. El guantazo en alguna comunidad puede ser histórico. Y cuando Casado intente reflotar el partido en esa comunidad, se dará cuenta de que el material con el que tiene que hacerlo está ya en otras formaciones políticas.

En Vox o en Cs.

Exacto. La actitud de Casado es irresponsable. Un líder tiene que asumir decisiones. Los líderes se fraguan en los momentos difíciles. Pero eso depende del carácter de cada uno, y el de Casado es el que es.