La revista PlayGround anda en pleno ERE. No hace falta que sepan lo que es PlayGround a efectos de este artículo. Basta con saber que ahora es una web de noticias con enfoque progre-universitario-de-letras-con-ínfulas-millennial, aunque nació como revista cultural. Tras una primera etapa en la que sus responsables constataron la obviedad de que no existe público suficiente en España para sostener una publicación con contenidos culturales exquisitos destinado a minorías à la page, la revista dio los bandazos rocambolescos habituales hasta acabar convertida en lo que es ahora: una web con artículos como A las personas trans nos han robado el cuerpo, Una mujer en estado vegetativo da a luz en EEUU y Chomsky: feliz 90 cumpleaños y gracias por estas lecciones para 2019

El error de Playground, como el de otras muchas revistas culturales por el estilo que ya han caído o que caerán en breve, es haber creído que es la prensa cultural la que educa al público cuando lo cierto es exactamente lo contrario: que es el público el que educa a la prensa cultural

La historia es conocida. Hubo en España una primera hornada de revistas culturales gratuitas (por aquel entonces las llamábamos "de tendencias"). Sus modelos eran The Face y i-D porque por aquel entonces todos queríamos ser londinenses. Cuando las revistas de tendencias de la primera hornada desaparecieron, fueron sustituidas por la segunda hornada de revistas culturales para modernos, todas ellas digitales y bastante menos arriesgadas, libres y espontáneas que sus antecesoras. Playground era una de ellas. Su modelo ya no eran los niños pera contraculturales de Londres, sino los niños pera contraculturales del barrio de Williamsburg, en Brooklyn, Nueva York

No hace falta ser un genio para saber que no existe público suficiente en España para que una revista de este tipo sobreviva más allá de unos pocos años. En primer lugar, por razones demográficas. EEUU tiene 325 millones de habitantes con una renta media de casi 60.000 euros anuales y un sector cultural no sólo gigantesco sino de una sofisticación rara de encontrar entre el progresismo nacional. Y eso a pesar de ese movimiento estrictamente fascista vomitado por los más repijos de los pijos americanos y bautizado como "políticas de la identidad", que amarga todo lo que toca.

España, por su lado, tiene 46 millones de habitantes con una renta media de 24.000 euros y un sector cultural respetable y con una fuerte personalidad, pero muy alejado de ese Parnaso de los culturetas que es EEUU. De ahí que el periodo de vida de estas revistas, muy dependientes de la publicidad del sector de la moda y dos o tres fuentes de financiación más, sea corto. Dan para lo que dan, mientras dan, y cuando la parra se agota y deja de dar uvas, nadie suele llevarse las manos a la cabeza

Toda esta introducción viene al caso de la serie de tuits publicados por una extrabajadora de PlayGround respecto al ERE de la revista. En esos tuits, la chica habla con admiración de esa primera etapa en la que se hablaba de temas como "el post-dubstep" para lamentarse luego por el volantazo (absurdo: hay que darle la razón) dado por los propietarios ante la constatación de que "el post-dubstep" no daba para pagar una plantilla formada por "periodistas, montadores, guionistas, productores, motions, community managers, storytellers, cámaras, sonidistas y publicidad". El hilo acaba con un entrañable, por lo inocente, "¡VIVA LA LUCHA OBRERA!"

¿"Lucha obrera"? ¿El post-dubstep? ¿De verdad? No apostaría yo por el post-dubstep como el género musical preferido por los obreros de la SEAT, los mineros asturianos o los parados de Las 3000 Viviendas sevillanas. Aunque hay que reconocer, eso sí, la sintonía total de esos tuits con esa Irene Montero que el miércoles afirmaba, a cuenta del pacto entre Vox y PP, que "la gente normal nunca ha ganado nada enfrentándose al vecino sino al poderoso". ¿Y que son los vecinos de Irene Montero en Galapagar, sino los poderosos de la sociedad madrileña? ¿Hasta cuántos metros cuadrados de piscina con guardia civil en la puerta eres "gente normal" y a partir de cuántas hectáreas de jardín con riego automático empiezas a ser "gente poderosa", Irene? ¿A partir de cuántos millones en la cuenta corriente dejas de escuchar post-dubstep y empiezas a escuchar música capitalista y explotadora como, yo qué sé, Camela, Los Chichos o Azúcar Moreno?  

El pijerío obrero con chalet en Galapagar y post-dubstep sonando por los altavoces. ¡Lo que me faltaba por oír, colega! Y por cierto, ¿saben quién fue el único político que visitó Las 3000 Viviendas durante la campaña electoral andaluza? Sí, hombre: Javier Ortega Smith. El de Vox.