Entre Echenique y Errejón media un mundo. Lo que en uno es bilis y trazo grueso, en el otro son lecturas y cierta predisposición teórica al diálogo: un rol como tan blandito que se diría todo de algodón. Las almas diversas de los que iban a a alcanzar el cielo por asalto ilustran que el mundo no va a cambiar de base, sino que el cambio de la Historia pasa por largar en tuiter las divergentes algaradas de hunos y otros. 

 Errejón nos sale, ahora, a decirnos que en Venezuela hay libertad y tres comidas al día, que al padrecito Maduro no hay que contrariarlo; porque es bien sabido que el 15-M fue la eclosión europea del ciclo bolivariano y cosas así. 

Y mientras que sigue esa fascinación por una dictadura bananera y hortera, Pablo Echenique nos anuncia un periódico morado, podemita, con una maquetación que recuerda a La Farola y una redacción colectivista/colectivizada a la que Dios no llamó por el camino de la prosa. La gacetilla se llama La mitad del camino y el subtítulo es "hacia un nuevo país", del mismo modo en que el periódico amigo, la referencia dominante (sic), se autocataloga de "periódico global" y coincidirán -y no poco- en la línea de editorial. Su precio es "una sonrisa" y nos piden que le pongamos la tinta y el reparto. 

Dice Echenique que el periódico no huele "a caca" y eso es ya una poderosa razón para suscribirse y disfrutar de este Pravda perfumado: orgullo de plumillas y espejo de pensadores. Tinta virtual y titulares sin justificar, que la tipografía es una manifestación de la casta. 

Antes, mientras en la Venezuela de Maduro se laminaba al disidente, los del partido de la gente nos pintaron un país de sonrisas en un catálogo como de Ikea, quizá porque tuvo que ser el votante de base el que colocara los tornillos que faltaban en las veleidades periodísticas de Podemos. Con el nuevo periódico seguro que quieren influir en la opinión pública, que Pablo Iglesias salga mejor en las fotos y no se le note ni la chepa presente ni los años pasados. En Venezuela y en Alcampo, en Vallecas y en La Navata, este periódico es motivo de alborozo. 

En la gacetilla no hay una firma ni cartas al director, pero es que ellos lo paren y ellos lo deciden. Es como una hoja parroquial con el niño sin bautizar; eso mismo...