El Observatorio Español de Cannabis Medicinal pide mi concurso para una mesa redonda de periodistas sobre la situación informativa de este asunto. Mi punto de vista es simple: el cannabis no se descubrió precisamente ayer. Pero la información a su respecto, curiosamente, en lugar de aumentar y mejorar, decrece y empeora. ¿Se acuerdan de cuando Tierno Galván, el viejo profesor –personaje por lo demás muuuuuuuy políticamente sobrevalorado, pero que hay que reconocer que lo que se dice dar el pego, lo daba… llamaba a los madrileños de pro a “emporrarse” desde el balcón del Ayuntamiento? Vamos, se le ocurre hacerlo ahora y se lo llevan preso como no se llevarían preso a Puigdemont por emular a Companys y proclamar la república calana no exactamente independiente, pero casi, desde el balcón de la Generalitat en los años 30.

Por cierto, me sugiere un amigo que les cuente a ustedes una historia que yo le conté a él y que mucha gracia a él le hizo porque completaba otra que él conocía ya, pero sólo a medias. Él sabía que tras liarla en el balcón Companys se dio la vuelta y comentó muy ufano: “¡Ya no me podréis decir que no soy catalanista!, ¿eh?”. Mi amigo se creía que esto se lo espetó a un racimo de cofrades. Se lo dijo en realidad a la mujer de su vida, Carme Ballester, quien de buena fe veía la senyera en los pucheros como otras han visto a Dios.

La pasión Companys-Ballester fue tan apasionada y volcánica que a un antiguo amante de ella y capitoste de ERC (elocuentemente apodado Capità Collons, Capitán Cojones…) se lo tragó la tierra (a él y a sus pistolas, ejem…) y la bella Carme tuvo que hacer juramento de eterna fidelidad a Companys en el lecho de Macià, en lo que en la época se dio en llamar la Missa Negra de la Casa dels Canonges

Conste que Carme Ballester cumplió. Cuando la desastrosa aventura de Companys tocó a su fin, él fusilado, la primera mujer al otro lado del mar y sin querer saber nada, esta, Carme, cargó durante décadas como una santa con el hijo huérfano y oligofrénico de Companys. El mismo por el que el padre fue detenido, al arriesgarse a ir a verlo por última vez y claro, ahí le estaban esperando. Su verdadera viuda casi perece de pena y de hambre cuando ya muy viejecita el gobierno francés la descubrió y le dio una pensión…

Cuento todo esto para que se vea, entre otras cosas, que ha habido otras veces, otras intentonas, y que siempre ha salido mal. Pero también hubo otras gentes que le echaban más pecho y espalda que morro y bilis, que es todo lo que dan de sí los de ahora. Y es que hasta para la épica hay que haber nacido. Y estos no valen para que les fusilen, no. Juegan con la democracia como si tuviera repuesto. Con lo que todo esto nos costó. Volviendo al arranque de este artículo: Visca el Cannabis Lliure. Y Cataluña. Pero la real. La toda.