Como el Belerofonte de la mitología griega, Sánchez tiene el encargo del destino de combatir a la monstruosa Quimera con sus tres horripilantes cabezas. Encarnan los tres mayores problemas de la España actual: la pandemia con sus secuelas, la crisis económica agravada por la guerra de Ucrania y la conspiración del separatismo para destruir el Estado.

Javier Muñoz

Y al igual que Belerofonte, Sánchez precisa de un imprescindible auxiliar: el caballo alado Pegaso, capaz de elevarle por encima de las acometidas del monstruo tricéfalo y ayudarle a eludir sus dentelladas.

Para él, como para cualquier gobernante democrático, ese caballo alado es la mayoría parlamentaria: el día que no logre los 176 votos en el Congreso estará más perdido que un estornino ante las fauces abiertas de una nueva realidad.

Muro de pago

Por eso, como en el caso del héroe mitológico, el requisito previo de Sánchez para encauzar su aventura política era encontrar un caballo alado y domarlo. Para Belerofonte todo fue relativamente sencillo. Se topó con el níveo Pegaso abrevando con sus alerones de plumas en la fuente de Pirene. Aunque se le resistió un poco, pronto pudo introducir entre sus dientes el bocado de unas bridas de oro con las que logró cabalgarlo y dominarlo.

Desde que llegó a la Moncloa tras la moción de censura de 2018, a Sánchez le costó año y medio encontrar el Pegaso de una mayoría de investidura fruto de las urnas. Cuando el alazán de crines anaranjadas que resultaba idóneo para sus planes le repelió con sus coces, terminó encaramándose a una cebra de rayas moradas cuya inconsistencia le quitaba el sueño.

La cebra decía que pretendía asaltar los cielos, pero resultó ser tan tripera que ni siquiera era capaz de elevarse unos metros. Había que implantarle unas alas y con la técnica de Frankenstein, el doctor Sánchez, buscó injertos por aquí y por allá, hasta lograr alquilar las de Esquerra Republicana y Bildu.

La falta de armonía de aquel engendro quedó pronto en evidencia. Donde los socialistas veían un caballo blanco con algunas franjas violáceas, muchos otros españoles veían directamente a la cebra morada. Pero de algo no cabía duda alguna: aquel presunto Pegaso tenías las alas negras como el carbón.

Por parte de Esquerra porque negra era la implicación de su líder Oriol Junqueras y otros dirigentes, condenados por el Tribunal Supremo por sedición, en el golpe blando de 2017; y negra era su reiterada intención de "volver a hacerlo".

Por parte de Bildu porque negra era la sombra de los crímenes de ETA, justificados y fomentados por su líder Arnaldo Otegi y otros dirigentes; y negra era su connivencia con el apoyo y homenajes a los asesinos que iban siendo excarcelados.

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El alquiler de esas alas supuso a Sánchez altos costes políticos que han manchado gravemente su imagen. Para satisfacer a Esquerra tuvo que crear la mesa bilateral de diálogo e indultar a los golpistas. Para satisfacer a Bildu tuvo que otorgar beneficios a los presos, sobre todo en forma de acercamientos, y transferir la política penitenciaria al Gobierno vasco que Otegi aspira a encabezar un día no lejano.

Es innegable que, ciñéndonos a las apariencias, Sánchez puede alardear de que en la primera mitad de la legislatura ha logrado domar a su extravagante Pegaso. Tanto en lo que se refiere a la cebra adherida a su cintura, como en lo que respecta a los dos separatismos que mueven sus alas.

Ni Podemos ha conseguido nada significativo en materia legislativa por eso se tiró por la borda Pablo Iglesias ni en el País Vasco ha rebrotado la violencia, ni en Cataluña ha ganado terreno el procés. Más bien ha ocurrido lo contrario.

Pero, claro, Sánchez heredó una estructura del Estado y unas responsabilidades constitucionales que le obligaban a vigilar a aquellos mismos con los que pactaba. Tendría que haber desmontado el Centro Nacional de Inteligencia y abolido el Ministerio de Defensa para no hacerlo porque, como subrayó Margarita Robles en el Senado, un Estado democrático está obligado a velar por su seguridad.

Y así es como el Pegaso de Sánchez fue espiado por el 'Pegasus' de Sánchez. Ignoro por qué los científicos israelíes que lo inventaron bautizaron a su software intrusivo con el mismo nombre que el caballo alado de Belerofonte. Tal vez por su capacidad de sobrevolar la realidad terrena, escrutándola desde la nube del ciberespacio.

Sánchez heredó una estructura del Estado y unas responsabilidades constitucionales que le obligaban a vigilar a aquellos con los que pactaba

En todo caso no es la denominación del sistema adquirido cuando gobernaba el PP lo que nos importa, sino si ha sido utilizado de forma estrictamente legal.

O sea, de acuerdo con los tres requisitos que impone la ley que desde 2002 regula el CNI refundado por Aznar: a) que se trate de combatir "un peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España"; b) que el objeto de la investigación esté incluido en la Directiva de Inteligencia, aprobada cada año por el Consejo de Ministros; y c) que la interceptación de las comunicaciones de uno o varios individuos concretos haya sido solicitada por escrito por el Director o el Secretario del CNI y autorizada por escrito, caso por caso, por el magistrado del Supremo que ejerce el control judicial novedosamente establecido por esa ley.

Estas tres condiciones quedarán acreditadas, según desveló el jueves EL ESPAÑOL, por la directora del CNI, Paz Esteban, en la Comisión de Secretos Oficiales, reconstituida ad hoc para parchear el problema surgido entre Sánchez y las alas de su caballo averiado.

De acuerdo con esta información, existen autos judiciales que vendrían a poner en evidencia a personas simultáneamente vinculadas con los partidos separatistas y con el clandestino Tsunami Democrático que, entre otros disturbios, ocasionó el bloqueo del aeropuerto de El Prat, en protesta por la sentencia del Supremo contra sus jefes y colegas. También se mencionarían las investigaciones en curso en la Audiencia Nacional o el Parlamento Europeo sobre los embarazosos lazos entre el independentismo catalán y agentes del Kremlin empeñados en desestabilizar nuestra democracia.

Existen autos judiciales que vendrían a poner en evidencia a personas vinculadas con los partidos separatistas y con Tsunami Democrático 

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Pero lo que se está librando ahora es un pulso político. Y, puesto que el secreto formal de cuanto se diga y aporte en esa Comisión ahorrará a los conspiradores el escarnio de la exposición pública, parece patente que su mera reunión, bajo nuevas normas hechas a su medida, supondrá un triunfo formal para ellos. Parafraseando a Page, "los lobos" han logrado aparearse con "las ovejas".

Es perfectamente imaginable la sorna y el desdén de los representantes de Esquerra, Bildu y la CUP cuando se les permita fisgar esas pruebas indiciarias contra ellos. Y la humillación y el lastre que para los servidores públicos que actúan dentro de la legalidad supondrá verse fiscalizados precisamente por aquellos a los que han sorprendido con las manos tan cerca de la masa.

A menos que alguien aporte elementos que desvelen prácticas propias de la guerra sucia, como nosotros hicimos con los GAL o las escuchas ilegales del CESID, la conclusión lógica del 'caso Pegasus' no será, por lo tanto, que Sánchez hizo mal en espiar a sus aliados, sino que Sánchez hizo mal en aliarse con aquellos a quienes debía espiar.

La cronología sugiere que Aragonés sabía cuándo iba a estallar el escándalo. Por eso canceló la ansiada tercera reunión de la Mesa de Diálogo, como explicamos este sábado.

El dato no es baladí. Que la meticulosa orquestación del caso por una de las alas negras del caballo sobre el que sigue montado Sánchez haya permitido a la otra erigirse en su precario salvador en la votación de las medidas anticrisis, completa una siniestra carambola.

Ni siquiera la madre del asesinado Pagaza, cuando profetizó "cosas que nos helarán la sangre", podía imaginar que Bildu con Otegi al frente se presentaría un día como piedra angular de la mayoría en el Congreso y podría alardear de su sentido de la "responsabilidad" hacia los ciudadanos a los que se bonifica la gasolina.

Dejemos para otro día la ingenuidad con que el PNV está ayudando a crecer a los dos actores que ya preparan la pinza para arrebatarle el poder en el País Vasco. En el ámbito de la gran política lo relevante es que Sánchez haya preferido dejarse ayudar por Bildu, con tal de no permitir a Feijóo demostrar su disposición negociadora y capacidad pactista.

Le hubiera bastado comprometerse a tramitar el proyecto de ley, que el PP propone mejorar vía enmiendas, antes del verano para contar con su abstención. Pero ya vimos cómo salió al paso de la mera sugerencia de Bolaños de un futuro pacto de gobernabilidad con el PP si este excluía a Vox.

La prioridad táctica de Sánchez sigue siendo ligar al PP con Vox para movilizar a la izquierda frente a la extrema derecha. Por eso al PSOE le viene al pelo la candidatura de Macarena Olona. Cuanto más rompe y rasga haya por un lado, más se romperá y rasgará por el otro, a costa del moderado Moreno Bonilla que tanto bien ha hecho a Andalucía.

Sánchez ha preferido dejarse ayudar por Bildu, con tal de no permitir a Feijóo demostrar su disposición negociadora

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Está claro que la apuesta de Sánchez es llegar con habilidad y suerte al final de la legislatura y proponer a los españoles otros cuatro años de más de lo mismo. Algo siempre objetable por razones éticas y estéticas, pero políticamente viable, amén de legítimo, si no fuera por un pequeño detalle: este Pegaso no vuela. O al menos no vuela lo suficientemente alto. O al menos no se sostiene en el cielo.

Los datos macroeconómicos de estos últimos días son demoledores. Seremos el último país desarrollado en recuperar el nivel de PIB previo a la pandemia y cuando lo hagamos arrastraremos una deuda y un déficit tales que la UE y los mercados nos impondrán ajustes y recortes que dejarán pequeños a los de 2010.

La doma de Pegaso, por Jan Boeckhorst.

La doma de Pegaso, por Jan Boeckhorst.

Con este caballo Sánchez será fulminado por los dioses apenas se aproxime al Olimpo. Si la panza acebrada del gasto público ya es un lastre que requiere liposucción urgente, no es que además lleve plomo en las alas, sino que esas alas son el plomo candente mismo. Urge sustituirlas y Sánchez ya sabe dónde hay otras. Con este Pegaso, ni 'Pegasus' le salvará de sus quimeras.