Herrera papal, una vestal en Venecia, Almodóvar y Jorge Javier.

Herrera papal, una vestal en Venecia, Almodóvar y Jorge Javier. Tomás Serrano

EL BESTIARIO

Herrera papal, una vestal en Venecia, Almodóvar y Jorge Javier

Carlos Herrera, Carla Bruni, Pedro Almodóvar y Jorge Javier Vázquez; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.  

5 septiembre, 2021 02:25

Carlos Herrera

Tomás Serrano

En la cadena de los obispos, Carlos Herrera entrevistó al Papa, aunque a ratos daba la impresión de que era el Papa quien entrevistaba a Carlos Herrera. Francisco tiene chispa y Carlos también, pero sus respectivos sentidos del humor no congenian. Era como juntar a Paz Padilla con Eugenio.

En la entrevista revoloteaban las sombras de Jordi Ébole y Arcadi Espada. Ébole pedía permiso para repreguntar (cuando él entrevistó a Bergoglio no se le escapaba ni una). Espada, en cambio, ejercía de abogado del diablo y afeaba al Pontífice por dar una de cal y otra de arena ante el secesionismo catalán.

La pregunta más llamativa fue la elusiva a la Semana Santa sevillana, que Herrera planteó a cuenta de la virgen de la Candelaria, sin olvidar el acento de Triana. Finalmente, el periodista se interesó por las actividades del Papa durante el confinamiento, pregunta a la que el Sumo Pontifice hizo frente con palabras sobre su forma de ser: “Hay algo que no termino de aprender, como aguantarme a mi mismo”. También reconoció su afán por el trabajo. De lo que no presumió, ni con la boca pequeña, fue de haber escrito casi una encíclica durante el confinamiento.

Carla Bruni 

Tomás Serrano

Es la primera vez que veo una apabullante exhibición de Carla Bruni fotografiada a cara lavada en el Lido. Podía haberme llevado un susto, pero me conformé con un subidón de adrelanina. Estaba más asombrosa que nunca.

La cantante acababa de llegar a Venecia. Antes de hacer su aparición en La Mostra, tomó posesión de su lujosa habitación de hotel y no paró de hacerse selfies frente al espejo.

Veinte minutos más tarde firmó autógrafos en el vestíbulo y salió a la calle para respirar la primera bocanada de aire que le acariciaba el rostro. La italiana estaba radiante y sonreía al sentirse contemplada. Aquella mañana, Carla Gilberta Bruni era la mujer más envidiada de Italia. Parecía una vestal. El pelo, entre rubio y acaramelado, le cubría parcialmente el cuello. Carla iba enfundada en unos vaqueros holgados, y lucía los brazos tostados bajo el sol de septiembre.

Todas las mujeres que a lo largo del día llegaron a la Mostra exhibiendo peinados cursis y labios rabiosos no pudieron compararse ni de lejos con la exprimera dama de Francia. Carla seguía siendo una vestal.

Pedro Almodóvar

Tomás Serrano

Hay una escena de cine largamente repetida. No es una escena de película, aunque podría serlo. Pertenece a un festival de cine. O a varios. Digamos que está entre el festival de Cannes, el de Venecia, y quizas el de Berlín y el de Donosti.

La escena es un cromo formado por cinco o seis personas entre las que destacan Pedro Almodóvar, siempre resguardado tras unas gruesas gafas de sol, Penélope Cruz (vestida de casi noche con un toque de excelencia), y unos stilettos de palmo y mitad. Pe (o Pi) es siempre la prota, pero al grupo se le añaden con frecuencia Emma Suárez, Aitana Sanchez Gijón, Cecilia Roth, Blanca Suárez y Julieta Serrano, dignas sucesoras de Victoria Abril, Bibiana Fernández, Antonia San Juan, Loles León, Marisa Paredes y Roxy de Palma. Todas ellas dotadas de un estigma que las convierte en especiales.

Madres paralelas, la película de reciente estreno, también está dotada de un potente estigma. No hay nadie que entre en un cine a ver Madres paralelas -muy aplaudida en Venecia- y sea indiferente a las lágrimas. Que se lo pregunten si no al ministro Iceta, que se sumergió en la película y aun no ha parado de sorberse los mocos como Messi.

Jorge Javier Vázquez

Tomás Serrano

Llegó el verano y 'Jorgejá' desapareció de la faz de la tierra como por arte de magia. No hay nada que le que guste más al de Badalona que una buena dosis de arrebato teatral. En ese sentido Iceta y él son del mismo ramo.

J.J. Vázquez vuelve a la tele decidido a competir con las películas turcas y los concursos de Risto Meijide. Sabe hasta donde llega su valía y cuánto miden las comparaciones a las que le someten.

'Jorgejá' es un valor en alza. De él se esperan todo: que cuente chistes, que no los cuente, que diga burradas y si es necesario, que haga preguntas sobre la pandemia. Por si fuera poco, también le piden que suba la audiencia (que por supuesto, la sube). Y así sucesivamente.

Vázquez es un figura, pero no necesita estar en el candelabro como las aspiratrices del corazón, esas que pasean a sus novios por los realities de turno. El amigo ideal para salir a cenar o ir al teatro, para cambiar cromos, jugar a padle, ir a una exposición. También para viajar, con la diferencia de que él viaja a las Maldivas y tu (o sea, yo), al Ampurdán o a Covarrubias. Tambien es un amigo idóneo para que te acompañe al médico a pedir consejo sobre el lifting que nunca deberíamos hacernos.

Y para terminar, es ese íntimo amigo al que necesitamos para recordar a tantos amigos ausentes. Me lo ha confesado Jorge aprovechando que echa en falta a Mila, la amiga con la que todos los días soñamos desde la nostalgia.

Pablo Casado, en el Congreso de los Diputados.

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