Nicolás Maduro.

Nicolás Maduro. Efe

INFORME POLÍTICO

Maduro, el boxeador arrinconado al que no dejan caer

El autor defiende que la salida de Maduro podría darse por unas elecciones producto de la presión internacional, pero como se le deje respirar, se hará fuerte.

28 abril, 2019 01:12

El boxeador está arrinconado y muy debilitado. Como un muñeco inflado de los que ponen en las ferias, se dobla con cada golpe que recibe pero no se derrumba. Un tentetieso, un porfiado. Su rival, mucho más ágil y enérgico, lo supera. El esquinado es una masa inerme sin capacidad de respuesta para ganar el combate, pero sigue de pie. Se niega a caer. Este round de una larga pelea debió haber sido de unos pocos segundos, pero se  hace eterno. ¿Por qué no se derrumba? ¿Por qué no se rinde? 

Doping. Trampa. El púgil se mantiene de pie porque, rompiendo el reglamento, sus entrenadores lo sostienen desde afuera del cuadrilátero. Poco les importa el bienestar del luchador, solo que alargue la pelea lo suficiente como para que la derrota no afecte tanto a los intereses de los patrocinadores.

¿Es consciente de esto el boxeador Nicolás Maduro? ¿Es consciente de que es una ficha desechable? Lo único que sabe es que sus entrenadores -Putin y Castro- le dicen que aguante mientras le coordinan un retiro dorado, pero sus nervios no son tan de acero como hace creer. Los golpes de su rival, Juan Guaidó, en más de una ocasión lo han hecho contemplar cualquier salida con tal de escapar del cuadrilátero. En su equipo, aparte de los entrenadores internacionales, cuenta con un psiquiatra llamado Jorge Rodríguez que lo persigue a sol y sombra para que no se derrumbe.

Lo único que sabe es que sus entrenadores -Putin y Castro- le dicen que aguante mientras le coordinan un retiro dorado, pero sus nervios no son tan de acero como hace creer

 

Alegorías del boxeo aparte, todo esto ocurre así en ese campamento llamado Venezuela. Tras la amenaza del uso de la fuerza, Estados Unidos ha decidido que puede alcanzarse una solución pacífica a la crisis venezolana. Cuando Elliot Abrams, el enviado especial del Departamento de Estado para Venezuela, dice que ve en el horizonte unas elecciones libres en las cuales el oficialista PSUV pueda participar como un partido democrático funcional, es porque eso ya fue acordado por Trump y Putin, los que realmente deciden. 

El chavismo se prepara para este escenario. Aunque públicamente digan lo contrario, lo cierto es que hasta  barajan como candidato al joven gobernador Héctor Rodríguez. En las filas rojas la piedra en el zapato es el ala más radical. Los comanda Diosdado Cabello, quien no ve claro cómo quedaría él en una transición. No es para  menos. El hombre está acusado judicialmente en Estados  Unidos de, presuntamente, estar involucrado en narcotráfico. Por otra parte, Cabello se resiste a no tener su oportunidad de comandar al chavismo.

Algo parecido ocurre en el sector democrático. El ala más extremista, encabezada por figuras como María Corina Machado y Antonio Ledezma, no quiere una salida electoral. Prefieren una intervención militar extranjera. Sus razones tendrán, pero lo cierto es que quienes pondrían la carne en el asador, los estadounidenses, han dicho por activa y por pasiva que no es el momento. En este momento, la población está aglutinada en torno a Guaidó y la Asamblea Nacional, en donde predominan los partidos con presencia nacional, como es de esperarse en una institución de origen democrático. No es el caso de Vente Venezuela, Alianza Bravo Pueblo y otras organizaciones del radicalismo opositor al chavismo. Ergo, en unas elecciones no les iría bien, más allá de su innegable poder mediático.

En el sector democrático, el ala más extremista no quiere una salida electoral

Pero estas rencillas internas en los dos bandos no tendrán mayor efecto en el resultado final. Trump y Putin acordaron un camino. El estadounidense va de la mano con Duque y Bolsonaro, quienes arrastran al resto de la región representada en el Grupo de Lima. China, otro de los sostenes de Maduro, apoyará en la práctica cualquier salida que sea beneficiosa para sus intereses económicos: Guaidó tiene capacidad de pago y Maduro no. En cuanto a la Unión Europea, las inminentes elecciones la apartan un poco del centro de este escenario. A eso hay que sumarle que España, la voz   cantante europea en este tema, también está por decidir a su próximo presidente, por lo que su política exterior está en veremos. Un triunfo de la derecha daría un vuelco a la situación, por ejemplo.

Todo suena bien. Sin embargo, falta. Que Venezuela esté cerca de un desenlace pacífico y electoral es gracias a la presión tenaz y constante. Es gracias a las sanciones económicas y diplomáticas. Es gracias a que Estados Unidos está listo y dispuesto a usar la fuerza de ser necesario. Inclusive, es también gracias a que países como España y Portugal se han mostrado dispuestos a recibir a algunos cabecillas chavistas en su eventual exilio dorado (el salvoconducto es necesario). Pero, sobre todo, es gracias al enorme apoyo popular de los venezolanos a Guaidó y a la Asamblea Nacional, cuya demostración es en las enormes manifestaciones en las calles. 

Este 1 de mayo el gobierno interino ha llamado a la mayor manifestación en la historia del país. Volviendo al boxeo, el púgil rojo está casi ido. Sin embargo, como se le deje respirar, sus entrenadores, tramposos por naturaleza, lo recomponen como sea y se olvidan de cualquier rendición.

*** Francisco Poleo es un analista especializado en Iberoamérica y Estados Unidos.

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