Bob Dylan es el primer Premio Nobel de Literatura que no vamos a recordar con una estilográfica en la mano, sino sosteniendo una guitarra y soplando la armónica. Nadie puede poner en duda la contribución del cantautor norteamericano a la cultura, pero la Academia sueca desafina al otorgarle el galardón.

Al dar el Nobel a Dylan, los académicos buscan hacerse un selfie con uno de los iconos del siglo XX. Es el típico premio que supone más un autohomenaje de los organizadores que un reconocimiento al elegido. Pero además, la decisión del Comité sueco supone dar un bandazo en la trayectoria que ha venido marcando en esta categoría. El Nobel de Literatura servía para reconocer la obra de autores reconocidos a los que les faltaba un salto para triunfar entre el gran público. Para ellos el galardón era su trampolín definitivo.

Algunos podrán comparar el Nobel de Dylan con la concesión del premio a Churchill. Sin embargo, no es pertinente ya que el inglés sí que tenía una gran obra literaria a sus espaldas, al contrario que el norteamericano. En esta edición, el Nobel canta mucho.