Antonio Hernando es el único dirigente socialista próximo a Pedro Sánchez que conserva su puesto, y se mantendrá como portavoz del grupo parlamentario. Su capacidad de supervivencia está más que acreditada. José Blanco lo lanzó a la política, fue zapaterista, luego se ganó la confianza de Rubalcaba y, tras haber sido el principal escudero de Sánchez, será la voz de la gestora de Javier Fernández y Susana Díaz en la Cámara Baja.

Está claro que los críticos a la anterior dirección han premiado su capacidad para tender puentes, si bien no triunfó precisamente el entendimiento en la defenestración de Sánchez. El problema es que, como portavoz y presidente del grupo socialista, Hernando se verá obligado a defender la abstención ante Rajoy si así lo decide finalmente el partido.

El PSOE puede ver de esta forma incrementado su problema de credibilidad, pues si ya resulta difícil hacer entender a sus votantes que lo conveniente es justo lo contrario de lo que decían hace unas semanas, más complicado puede resultar para el encargado de hacer pedagopgía de la abstención luchar contra su propia fonoteca.