El presidente de Israel, Isaac Herzog. EFE
El presidente de Israel cede a las presiones de Trump y estudia indultar a Netanyahu "sólo por el bien del país"
El histórico dirigente laborista Isaac Herzog reconoce que el asunto es divisivo pero promete conducir el proceso "de la manera más correcta y precisa".
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Las presiones acabaron echando abajo la puerta de la oficina de Isaac Herzog. El presidente israelí aceptó este lunes estudiar la petición de indulto que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, había presentado el domingo.
A través de un escrito de 111 páginas, el líder del Likud solicitó al jefe del Estado que despejara su lóbrego horizonte judicial. Es decir, que le eximiera de las tres causas de corrupción separadas (por soborno, fraude y abuso de confianza) por las que está siendo juzgado desde hace cinco años para centrarse en gobernar o, como explicaba en la carta, para "dedicar todo su tiempo, habilidades y energía a impulsar a Israel en estos tiempos críticos".
Netanyahu pide inmunidad procesal. Sólo la brutal campaña militar en Gaza, derivada del salvaje atentado de Hamás del 7 de octubre de 2023, interrumpió su viacrucis judicial. La defensa del primer ministro alega que sus habituales comparecencias en los tribunales obstaculizan su labor. "Debo testificar tres veces por semana... Eso es una exigencia imposible que no se pide a ningún otro ciudadano", se victimizó el líder del Likud en un vídeo difundido este domingo en redes sociales.
La solicitud de Netanyahu está ya en la mesa del departamento de indultos del Ministerio de Justicia, pero el proceso de deliberación puede demorarse varias semanas, según el digital The Times of Israel. Herzog aseguró este lunes que sólo tendría en cuenta "el bien del país y de la sociedad israelí" a la hora de emitir un veredicto definitivo sobre la medida de gracia, y se comprometió a conducir este asunto "de la manera más correcta y precisa".
El presidente reconoció, en cualquier caso, que la petición de indulto por parte de Netanyahu "inquieta a muchas personas en este país, en distintas comunidades, y genera debate". Aunque al mismo tiempo desafió a las decenasde personas que rodearon la víspera su residencia oficial en Jerusalén para protestar contra la medida: "Una cosa me queda clara: los discursos violentos no me influyen. Al contrario, un discurso respetuoso ciertamente estimula la discusión y el diálogo".
En esta línea, el presidente invitó a la sociedad israelí a visitar la página web oficial de la Residencia Presidencial "para expresar su opinión y responder en consecuencia". Una suerte de consulta pública para conocer el grado de aceptación social que tendría la medida.
Según una encuesta de la radiotelevisión pública Kann, el 38% de los israelíes la apoyaría. Otro sondeo del Canal 12 apunta que el 42% descarta cualquier indulto que no venga acompañado de una dimisión. Es otro asunto que fractura a la sociedad israelí.
Trump gana
Herzog terminó cediendo ante la influencia de Donald Trump. El presidente de Estados Unidos puso en marcha la campaña de presión sobre las instituciones israelíes a medida que negociaba con Netanyahu el plan para el día después de la guerra en Gaza. Era parte del trato.
Durante su intervención triunfal en la Knéset de mediados de octubre, dedicada a ensalzar su "plan de paz" para Gaza, el mandatario republicano insistió ante Herzog sobre la necesidad de conceder el perdón al primer ministro: "Tengo una idea, ¿por qué no le das un indulto a Netanyahu?". "¿A quién le importan los puros y el champán?", apostilló. Trump aludía a algunos de los regalos que éste había recibido en forma de soborno en una de las causas abiertas en su contra.
Trump dio un paso más en noviembre, cuando remitió una misiva al propio Herzog para pedirle de manera formal la medida de gracia para Netanyahu, "un primer ministro formidable y decisivo en tiempos de guerra", según las palabras del inquilino de la Casa Blanca.
"Respeto absolutamente la independencia del sistema judicial israelí", subrayaba Trump en la carta para después describir el caso contra Netanyahu como una "persecución política e injustificada".
Mientras, el entorno político de Netanyahu arrecia las presiones sobre el jefe del Estado hebreo. "Si el presidente Herzog no decide en el mejor interés de la seguridad del Estado de Israel, por el bien del pueblo, para la reconciliación y la unidad, entonces creo que el presidente Trump podría tomar medidas adicionales y se vería obligado a intervenir", declaró, en este sentido, la ministra israelí de Protección Ambiental, Idit Silman en declaraciones a la cadena i24 news.
La propia Silman, una de las caras visibles del Likud, deslizó que esas "medidas adicionales" podrían ser nada menos que "sanciones contra funcionarios del sistema judicial".
Negación
Netanyahu, que denuncia una persecución judicial, teme recibir una sentencia condenatoria que le obligaría a dimitir, según la legislación israelí. Existe, además, la posibilidad de que, en caso de ser condenado, acabe en prisión. Los cargos por soborno conllevan hasta diez años de cárcel y/o multa, mientras que el fraude y el abuso de confianza son penados con hasta tres años de cárcel.
El primer ministro siempre negó los cargos por los que fue imputado en noviembre de 2019. Delitos relacionados con presuntas manipulaciones indebidas de la prensa y la recepción de regalos ilícitos a cambio de favores del Gobierno.
Bien es cierto que, como explica un informe del Israel Democracy Institute, "ninguna ley exige la admisión de culpabilidad como condición para un indulto", pero la Fiscalía General limita las medidas de gracia para "casos excepcionales". No existen demasiados precedentes en la historia de Israel. De hecho, sólo hay uno sobre la concesión de un indulto "excepcional" antes de la celebración de un juicio.
Sucedió en 1984, y lo protagonizó, paradojas de la historia, el padre del actual jefe del Estado hebreo, Jaim Herzog, que decidió conceder el perdón a los agentes del Shin Bet que ejecutaron a dos palestinos que habían sido detenidos por el secuestro de un autobús. Los agentes encubrieron los hechos.
División
Conscientes de su dependencia de Netanyahu, el sector ultranacionalista religioso de la coalición de gobierno cerró filas con el primer ministro. Indultar al líder del Likud, sostuvo el ministro de Seguridad Pública, Itamar Ben Gvir, "traería sanación y reconciliación" a la sociedad israelí.
Otras voces, como la del ex primer ministro Naftali Bennett, hoy favorito en las encuestas para suceder de nuevo a Netanyahu a la cabeza del Ejecutivo, se abrió a aceptar la medida de gracia a cambio de que su mentor político (con quien después rompió amarras) aceptara retirarse de la política "para sacar a Israel de este caos".
El ataque más feroz contra la medida y, sobre todo, contra la figura del presidente, miembro histórico del Partido Laborista, llegó desde la izquierda. Este lunes, el líder de los Demócratas, Yair Golan, interpeló desde la Knéset al jefe del Estado: "Su padre, el presidente Jaim Herzog, habría echado a Netanyahu por la puerta. No puede haber indulto sin una admisión de culpabilidad y sin que [Netanyahu] abandone la vida política".