
Ejemplar de la bomba fabricada por Boeing.
Esta es la 'súperbomba' que Netanyahu le pide a Trump para destruir la planta nuclear que Irán esconde bajo una montaña
El artefacto, capaz de penetrar hasta 61 metros de hormigón, solo puede ser lanzado por bombarderos B-2 estadounidenses, que se encuentran muy cerca de Irán.
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La reciente ofensiva aérea de Israel sobre territorio iraní ha situado a la planta de enriquecimiento de uranio en Fordow —enterrada bajo una montaña al sur de Teherán— en el punto de más interés de una guerra que escala a una velocidad inaudita.
Israel ha logrado imponer su dominio en el espacio aéreo iraní y ha infligido considerables daños a plantas clave del programa atómico persa. Pero sus propias capacidades no alcanzan para inutilizar la instalación más blindada de la República Islámica.
Para ello, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, necesita la única herramienta capaz de semejante hazaña: la bomba GBU-57 MOP, un proyectil antibúnker que solo Estados Unidos posee.
La GBU-57, también conocida como Massive Ordnance Penetrator, es una bomba convencional de 13.600 kilos diseñada para destruir estructuras situadas hasta 61 metros bajo tierra.
Su despliegue requiere el uso del B-2 Spirit, un sigiloso bombardero estadounidense que puede transportar dos unidades simultáneamente. Actualmente, se cree que varios de estos aparatos están estacionados en la base aeronaval de Diego García, en el océano Índico, a menos de 4.000 kilómetros del objetivo.
Fuentes militares afirman que se ha destruido un número significativo de baterías antiaéreas iraníes y que los cazas israelíes vuelan con libertad casi total sobre el espacio aéreo enemigo. No obstante, los altos mandos israelíes reconocen que alcanzar Fordow es una misión que excede sus posibilidades técnicas.
"Israel puede actuar con impunidad, pero no tiene los medios para destruir Fordow", explicó Andreas Krieg, experto en estudios estratégicos del King's College de Londres, a la agencia Reuters. La opción de una operación de comandos no está descartada, aunque se considera extremadamente arriesgada y con pocas garantías de éxito.
La implicación directa de Estados Unidos en un ataque a la planta subterránea alteraría radicalmente el curso del conflicto.
El presidente Donald Trump ha vetado en los últimos días al menos una propuesta israelí para eliminar a figuras clave del régimen iraní, como el líder supremo Alí Jamenei. Sin embargo, sus últimas declaraciones invitan a pensar que ha reconsiderado su posición inicial.
La movilización militar estadounidense en la región se intensifica. La movilización del portaaviones USS Nimitz puede interpretarse como una advertencia a Teherán o como el preludio de una escalada mayor.
Israel, por su parte, mantiene la presión. La ofensiva recuerda a la campaña del año pasado contra Hezbolá, cuando eliminó a buena parte de la cúpula de la milicia libanesa en dos semanas.
La pregunta que domina los análisis ahora es si Trump dará luz verde al uso de la GBU-57. Si lo hace, Israel podría alcanzar su objetivo estratégico. Si no, Fordow seguirá siendo, al menos por ahora, una fortaleza inaccesible para Tel Aviv.