Oriente Próximo

Israel completa la división de Gaza mientras UNICEF cifra en 400 los niños que mueren al día en la Franja

Con la incursión de las fuerzas israelíes queda esperar si se produce una respuesta contundente por parte de Hamás y si cuaja el plan de EEUU para controlar la zona tras el conflicto. 

3 noviembre, 2023 02:54

A lo largo del jueves, las fuerzas del ejército israelí superaron la carretera costera de Al Rashid, que se prolonga paralela al Mar Mediterráneo por todo el norte de la Franja de Gaza, y llegaron a las playas adyacentes a la capital. El control de la costa, junto al de la carretera N-10, que corre de oeste a este y corta en dos el territorio palestino, hace que Israel ya haya cumplido la parte más importante de su incursión: aislar la ciudad de Gaza del resto del territorio palestino e impedir, por lo tanto, que lleguen refuerzos del sur.

A partir de aquí, lo que queda es el acercamiento a la ciudad, que se está haciendo poco a poco en lo que concierne a la infantería. Por el noroeste, las IDF y Hamás reconocen enfrentamientos en torno a la localidad de Beit Hanun, próxima al campo de refugiados de Jabalia, donde explotó el pasado martes una bomba que causó decenas de muertos. Teniendo en cuenta el apagón informativo, hay que ser prudente en cualquier afirmación, pero es probable que en realidad Israel ya haya pasado dicha localidad y esté a las puertas de Jabalia.

En el noreste, las tropas israelíes hace tiempo que dominan por completo las playas del otro lado y podrían haberse internado en el barrio de Sheikh Radwan, cerca de la Universidad Al-Quds y sede del cementerio donde están enterrados varios líderes de Hamás.

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Es lógico que Israel intente el ataque desde el este, pues tiene el apoyo de la Marina y puede jugar la baza de un posible desembarco en caso de que las tropas de a pie consigan limpiar la zona costera de Gaza, incluido el campamento de Al-Shati, de elementos terroristas.

Por último, al sur de la ciudad, el ejército israelí amenaza el barrio de Zeitoun, que ya fuera ocupado durante la guerra con Hamás de 2008-2009 y que pasa por ser uno de los reductos de la organización terrorista. De esta manera, Israel tiene tres puntos de ataque sobre la ciudad y el propio primer ministro Benjamin Netanyahu salió este jueves en televisión para presumir de que sus soldados “habían conseguido tomar los suburbios de la ciudad”.

La ofensiva terrestre de Israel rodea la ciudad de Gaza

Biden pide un alto el fuego

De momento, los israelíes reconocen solo trece muertos en acción dentro de lo que está siendo una operación sin demasiadas complicaciones. Desconocemos si la escasa resistencia que está planteando Hamás es debida a su inferioridad o si su estrategia es fiarlo todo a la guerra por barrios y túneles en Gaza capital, tal vez unida a un eventual ataque de Hezbolá desde Líbano que obligue a Israel a desviar parte de sus tropas desplegadas en la franja.

Las escasas bajas israelíes contrastan con las numerosas víctimas palestinas. Es imposible verificar el número concreto de civiles que mueren al día en los bombardeos, pero también es imposible negar el drama de una población que no encuentra donde protegerse y que queda así expuesta a los constantes bombardeos del enemigo.

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Es cierto que Hamás tiene como táctica de guerra colocar buena parte de su arsenal terrestre cerca de núcleos de población o incluso de hospitales y escuelas, pero también es cierto que Israel, pese a lo que suele afirmar Netanyahu, no se detiene ante nada ni ante nadie, lo que crea un problema humanitario evidente.

El propio presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, pidió este jueves un alto el fuego en la zona. No es la primera vez que lo hace. Biden y su secretario de Estado, Antony Blinken, temen una escalada en el conflicto por varias razones: en primer lugar, el número elevado de víctimas civiles aumenta el odio a Israel en Oriente Medio y en determinadas comunidades occidentales, incluso dentro de los Estados Unidos.

En segundo lugar, la diplomacia estadounidense está intentando sacar a toda prisa a sus ciudadanos de la zona -400 de los 600 refugiados que salieron por Rafah este miércoles tenían pasaporte americano-. En tercer lugar, ni quieren un baño de sangre en Gaza ni les interesa una resolución tan rápida del conflicto que no permita cerrar un plan de actuación posterior.

Gaza sin Hamás

Y es que en eso están ahora mismo Biden y Blinken, según afirmó este jueves el New York Times: buscando la manera de poner algo de orden en la Gaza post-ocupación. Su plan pasa por el abandono inmediato de Israel de la zona y la formación de una fuerza multinacional de países árabes encabezada por una figura de consenso.

El problema es con qué países árabes puede contar Estados Unidos para su plan que merezcan la confianza israelí: descartando a Irak, a Siria, a Líbano y probablemente a Qatar, quedarían Egipto, Jordania y, tal vez, con mucho arrojo, Arabia Saudí, que estaba a punto de formalizar un acuerdo con Israel antes de los atentados.

El problema aquí es que, si Egipto y Jordania se están negando en redondo a recibir siquiera a refugiados palestinos para evitar que el conflicto les roce en lo más mínimo, complicado parece pedirles que se involucren directamente en el gobierno y control de un territorio que va a quedar devastado, lleno de ira y preparado para la insurgencia del siguiente grupo extremista patrocinado por el Irán de turno.

La experiencia en Irak y en Afganistán deberían haber hecho entender a Estados Unidos que esas cosas suelen acabar mal. Por otro lado, la permanencia de Hamás en el gobierno es insostenible y la ocupación permanente de Israel acabaría con el frágil orden en toda la zona.

Mientras se discuten planes y se habla de escudos humanos, lo cierto es que los más débiles siguen pagando por pecadores. Toda cifra de bajas materiales y humanas que provenga de Gaza ha de acogerse con una cierta cautela, pero, por mucho que Israel insista en que los organismos internacionales no son objetivos en sus estimaciones, hay que elegir entre sus números y los oficiales de Hamás, a menudo disparatados.

En ese sentido, UNICEF publicó este jueves un informe en el que calcula que cuatrocientos niños habrían muerto al día en la Franja de Gaza desde el inicio de los bombardeos israelíes. Una cifra escalofriante que no tiene pinta de reducirse en los próximos días, en los que el propio ejército se adentrará en barrios superpoblados y no se puede confiar ni en sus escrúpulos ni en que Hamás vaya a hacer nada por proteger o evacuar a los inocentes en medio de lo que promete convertirse en un campo de guerra.