Keir Starmer abandona el número '10' de Downing Street.

Keir Starmer abandona el número '10' de Downing Street. Phil Noble Reuters

Europa

Un complot 'fake' difundido por Downing Street para reforzar a Starmer se vuelve en su contra y compromete su liderazgo

El primer ministro británico se disculpa con su secretario de Salud, Wes Streeting, a quien alguien de su equipo situó a la cabeza de una presunta conspiración para arrebatarle el poder.

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Álvaro Escalonilla
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El liderazgo de Keir Starmer nunca había estado tan comprometido, por mucho que su desgaste político venga de lejos.

Recordemos que el premier británico tuvo que renunciar a principios de año a su agenda de recortes para sofocar una revuelta interna, que la facción corbynista del laborismo se escindió en septiembre para formar un nuevo partido, y que ese mismo mes dimitieron en cadena su embajador en Washington, Peter Mandelson, vinculado con el difunto pederasta Jeffrey Epstein, y su número dos, Angela Rayner, salpicada por un escándalo de corrupción en la adquisición de una vivienda.

Pero lo sucedido esta semana ha puesto al descubierto su debilidad en todos los frentes. El número '10' de Downing Street difundió el martes durante una sesión informativa que Starmer haría frente a cualquier desafío a su liderazgo.

El entorno del primer ministro filtró, además, que su secretario de Salud, Wes Streeting, había logrado convencer a cincuenta diputados laboristas para dimitir en caso de que el Gobierno no sacara adelante los presupuestos y Starmer no renunciara al cargo. Un complot en toda regla para arrebatarle el poder.

Sólo había un problema. Que ese complot nunca existió.

El miércoles, el propio Streeting y sus aliados negaron estar conspirando para derribar a Starmer. Aquello, explicó el secretario de Salud, no era más que una filtración propia de la "cultura tóxica" de Downing Street que, además, era "totalmente contraproducente" dada su falsedad.

Streeting descartó, de todos modos, que los responsables de la filtración hablaran en nombre del primer ministro. En una conversación telefónica que mantuvieron el miércoles por la noche, Starmer le pidió disculpas "por la situación" en la que se había visto envuelto.

Varios diputados laboristas consideraron, según lo publicado en la prensa británica, que la filtración reflejaba a la perfección la "mentalidad de búnker" que guía las acciones del círculo de confianza de Starmer. No son pocos los miembros del partido que atribuyen la responsabilidad de lo sucedido a su jefe de gabinete, Morgan McSweeney, artífice de la contundente victoria electoral de julio de 2024. Estos diputados no sólo señalan al spin doctor irlandés, sino que, además, piden su cabeza.

Aunque ha prometido "ocuparse de cualquier responsable de filtrar [información] contra los ministros", Starmer sigue convencido de que McSweeney no fue el culpable. El primer ministro abrió, sin embargo, una investigación interna para depurar responsabilidades, como confirmó Anna Turley, la presidenta del Partido Laborista.

"He hablado con Keir antes sobre este tipo de filtraciones que ocurren y, como siempre dice, si encuentra a la persona, se deshará de ella. Y estoy totalmente seguro de que lo haría", subrayó el actual secretario de Seguridad Energética, , protagonista de la derrota histórica del laborismo frente a los conservadores de en las parlamentarias de 2015.

"Odio la cultura de las filtraciones. Pero es un aspecto antiguo de la política. Como dije, yo estuve allí entre Blair y Brown… Así que, lamentablemente, estas cosas ocurren, pero lo importante es mantener el enfoque en la misión", zanjó el predecesor de Starmer a la cabeza de los laboristas en Sky News.

Wes Streeting este miércoles ante los medios.

Wes Streeting este miércoles ante los medios. Reuters

La prensa británica cita a un miembro del Gabinete que reconoce que "si fue una campaña orquestada para reforzar al primer ministro, ha tenido el efecto contrario; ha fracasado espectacularmente". "No veo cómo Morgan [McSweeney] puede sobrevivir cuando Keir ha terminado en una posición más débil que antes", añade esta misma fuente.

Otro sector del partido justifica, no obstante, la creciente desconfianza de Downing Street hacia la figura de Streeting. El titular de la cartera de Salud es una figura emergente entre las bases del laborismo. Suena como uno de los posibles sucesores de Starmer, aunque en las quinielas suele aparecer por detrás de Andy Burnham, el actual alcalde de Mánchester.

A favor de Streeting, miembro del sector blairita del partido, juega el hecho de que Burnham, uno de los máximos representantes del ala izquierda de la formación, no ocupa ningún escaño en el Parlamento. Un requisito indispensable para suceder a Starmer sin tener que agotar la legislatura.

Fragilidad

En vísperas de la visita oficial a Londres del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, (es decir, hace apenas dos meses), el primer ministro británico convocó a sus diputados a una reunión a orillas del Támesis para pedirles que cerraran filas con el Gobierno. Buena parte de la bancada laborista había perdido la confianza en Downing Street.

Muchos no entendieron su giro a la derecha en cuestiones tan sensibles para el partido como la economía o la inmigración. La arriesgada estrategia de Starmer no buscaba sino contener el ascenso en las encuestas de Reform UK, el partido ultra de Nigel Farage, que, sin embargo, se mantiene a la cabeza en la práctica totalidad de los sondeos.

En esa cita, revelada por Reuters, Starmer les estaba pidiendo a los suyos un respiro ante la falta evidente de resultados de su Gobierno. Para sus compañeros de filas, acumular más de un año en el poder —con una mayoría aplastante en el Parlamento— sin tener nada de lo que poder presumir es demasiado tiempo.

El primer ministro parecía haber perdido su fortaleza, pero en esa reunión se mostró dispuesto a hacer frente a cualquier disputa por el liderazgo que pudiera llegar tras la presentación de los presupuestos, prevista para el 26 de noviembre, o para después de las elecciones locales del próximo mes de mayo. Desde entonces, sin embargo, las dudas sobre su capacidad para mantener el liderazgo no han hecho más que crecer.