La vicepresidenta primera de la Comisión y responsable de Transición Verde, Teresa Ribera
La UE busca la manera de recortar las emisiones un 90% antes de 2040 sin arruinar a las empresas en el proceso
Los ministros de Medio Ambiente de los 27 tratarán de acordar un 90% de recorte de emisiones pero introduciendo la máxima flexibilidad posible para facilitar su cumplimiento.
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En el choque entre la lucha contra el cambio climático y la competitividad económica, la Unión Europea apuesta cada vez más por proteger la industria, incluso si eso significa suavizar los ambiciosos objetivos de reducción de emisiones y diluir la legislación ambiental impulsada en el primer mandato de Ursula von der Leyen.
Los ministros de Medio Ambiente de los 27 se reúnen este martes de emergencia para cerrar un acuerdo sobre los nuevos objetivos de recorte de CO2 para 2035 y 2040. Los compromisos deben presentarse en la 30 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP30), que arranca el 6 de noviembre en Belém, Brasil.
La Unión Europea se juega en esta batalla su credibilidad y su liderazgo mundial en el combate contra el calentamiento global, una vez que Donald Trump ha sacado a Estados Unidos por segunda vez del Acuerdo de París.
Sin embargo, las divisiones internas entre los Estados miembros y las dudas crecientes en Bruselas sobre la agenda verde ya desembocaron en el fracaso del anterior Consejo de Medio Ambiente celebrado el 18 de septiembre. En el mes y medio transcurrido, la presidencia danesa de la UE ha seguido trabajando para acercar posturas, pero el éxito sigue sin estar garantizado.
"Creemos que todos los ingredientes necesarios para alcanzar un acuerdo están sobre la mesa. Conocemos las posiciones de los Estados miembros, contamos con directrices claras del más alto nivel político y tenemos sobre la mesa las piezas fundamentales necesarias", sostiene un portavoz de la presidencia danesa.
"Estamos en un momento en el que las mayorías no son evidentes. Si todo el mundo mantiene su lista de máximos, el acuerdo no va a ser posible", le contradice un diplomático europeo mucho menos optimista.
"Retrasar la acción climática o reducir nuestra ambición por debajo de la trayectoria necesaria es una invitación a malgastar dinero y perder oportunidades de inversión", ha avisado la vicepresidenta primera de la Comisión y responsable de Transición Verde, Teresa Ribera.
"Es una muestra de debilidad e incoherencia, con enormes costes económicos y humanos", sostiene Ribera.
"Pido a los ministros de Medio Ambiente que apoyen la auténtica competitividad europea: socialmente responsable y medioambientalmente coherente", reclama la número dos del Ejecutivo comunitario.
La Comisión Von der Leyen propuso en julio para 2040 un recorte de CO2 del 90% respecto a los niveles de 1990, que se corresponde con una disminución intermedia del 72,5% para 2035.
En paralelo, Bruselas planteó -con el acuerdo de Ribera- introducir una serie de medidas de "flexibilidad" para aplacar a los críticos. La más importante consiste en permitir de nuevo la compra de créditos internacionales de CO2 en países en desarrollo para cubrir hasta el 3% del esfuerzo exigido.
Pero ni siquiera estas concesiones han servido para convencer a los Estados miembros más reticentes, como Polonia, Italia, Hungría, República Checa o Eslovaquia. En el extremo contrario, el Gobierno de Pedro Sánchez y la ministra Sara Aagesen siguen defendiendo en Bruselas el máximo nivel de ambición climática.
Alemania y Francia forzaron elevar la discusión a nivel de jefes de Estado y de Gobierno, un debate que tuvo lugar el pasado 23 de octubre. Allí, los líderes reclamaron ampliar el porcentaje de créditos internacionales de CO2 que pueden usarse para cumplir el nuevo objetivo.
Los jefes de Estado y de Gobierno pidieron además introducir "una cláusula de revisión, a la luz de las pruebas científicas más recientes, los avances tecnológicos y la evolución de los retos y las oportunidades de la competitividad mundial de la UE".
"Italia apoya, y seguirá apoyando, una senda ambiciosa de reducción de emisiones", dijo entonces la primera ministra, Giorgia Meloni.
"Sin embargo, creemos que la mejor manera de no alcanzar este objetivo es seguir adoptando un enfoque ideológico -y, por tanto, irrazonable- que fije metas insostenibles e inalcanzables, que dañan nuestro tejido económico e industrial, debilitan a las naciones europeas y corren el riesgo de comprometer de forma permanente la propia credibilidad de la UE", agregó.
"Queremos abandonar este enfoque ideológico que ha caracterizado el periodo del Pacto Verde, para adoptar en su lugar un pragmatismo serio, firmemente anclado en el principio de neutralidad tecnológica", reclama Meloni, que se ha erigido en portavoz de los países más escépticos.
En este sentido, los líderes europeos le han pedido a Bruselas que "siga desarrollando las condiciones favorables necesarias para ayudar a la industria y a la ciudadanía europeas en la consecución de la meta intermedia para 2040".
De cara a la reunión de este martes, Polonia, Italia y Francia siguen teniendo dudas y podrían reunir una minoría de bloqueo con el apoyo de algún país pequeño.
La estrategia de la presidencia danesa para tratar de cerrar un acuerdo pasa por ampliar el porcentaje de créditos internacionales de CO2 (probablemente hasta el 5%) y adelantar su uso (quizá desde 2031).
Además, Copenhague podría reforzar todavía más la cláusula de revisión, que en su redacción actual obliga al Ejecutivo comunitario a revisar cada dos años la puesta en práctica de los objetivos intermedios de reducción de emisiones y presentar, si lo considera necesario, propuestas legislativas para modificarlos.
El ingrediente final que podría desbloquear el acuerdo es el compromiso por parte de la Comisión de introducir también mecanismos de flexibilidad tanto en la prohibición de los coches de combustión desde 2035 (que debe revisarse antes de fin de año) como en el nuevo sistema de comercio de emisiones.
La aprobación del objetivo del 90% de reducción de emisiones para 2040 sólo requiere la mayoría cualificada de los Estados miembros, pero la contribución que debe mandar la UE a la COP30 para 2035 exige una unanimidad que en estos momentos parece imposible de alcanzar en el Consejo de Medio Ambiente.
Por ello, lo más probable es que de la reunión de este martes no salga una cifra única, sino un rango de opciones similar al que ya se pactó en septiembre, que estaría entre el 66,25% y el 72,5%.