Un miembro del Ejército bielorruso monta guardia en un campo de entrenamiento durante las maniobras militares conjuntas Rusia-Bielorrusia Zapad-2025, cerca de Borisov.

Un miembro del Ejército bielorruso monta guardia en un campo de entrenamiento durante las maniobras militares conjuntas Rusia-Bielorrusia Zapad-2025, cerca de Borisov. Ramil Sitdikov Reuters

Europa

Bombarderos, antisubmarinos y misiles: Rusia intimida a la UE tras poner a prueba el espacio aéreo de la OTAN con drones

En lugar de apoyar a un socio leal que ha entregado vidas humanas en Irak y ha cumplido con los requisitos económicos que impone Washington, Trump ha preferido aceptar la invitación de Lukashenko a mostrar su compromiso con la defensa de Polonia.

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El mismo día que Polonia autorizaba la entrada de tropas de la OTAN en su territorio y movilizaba a 40.000 soldados como medida de defensa tras la incursión de unas dos docenas de drones rusos la pasada semana, Rusia y Bielorrusia iniciaban sus maniobras militares conjuntas.

Dichas maniobras tienen lugar cada cuatro años y el antecedente está en el recuerdo del mundo entero, cuando se prolongaron lo suficiente como para que el Ejército ruso pudiera entrar por la frontera con Ucrania e intentara apoderarse de Kiev en una operación relámpago.

Por entonces, la retórica era muy similar a la actual. Desde el Kremlin, aseguraban que eran maniobras defensivas y que en ningún caso se contemplaba un ataque contra Ucrania. Tampoco se contempla ahora ataque alguno contra ningún país de la OTAN.

De hecho, en palabras del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, es la Alianza Atlántica la que está en guerra con Rusia, pues ayuda directa o indirectamente a Ucrania. Nada dijo de los drones que entraron en Polonia ni del que entró días después en Rumanía.

La preocupación en los países vecinos es enorme, hasta el punto de que, además de restringir su propio espacio aéreo en la frontera oriental, Polonia ha solicitado a sus socios de la OTAN que impongan una zona de exclusión aérea en el oeste de Ucrania para impedir que se repitan incursiones como las de la semana pasada.

En palabras del ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, "nos sería más fácil proteger a nuestra población de, por ejemplo, los restos que caen del cielo, si pudiéramos abatir los drones y otros objetos volantes más allá de nuestro territorio nacional".

Trump sigue su idilio con Lukashenko

En general, parece haber un abismo entre esta preocupación y la del socio número uno de la OTAN, Estados Unidos. La respuesta ante la invasión del espacio aéreo polaco no es que haya sido tibia, es que ha sido inexistente. Desde su reunión en Alaska con Vladímir Putin, Donald Trump parece haber aparcado cualquier sanción o reprimenda pública hacia Rusia, lo que ha provocado algunas críticas dentro del propio Partido Republicano, como siempre con el senador Lindsey Graham a la cabeza.

Aparte de mantenerse de perfil ante la amenaza a uno de sus socios —se calcula que hasta 28 militares polacos han muerto en Iraq durante la misión de la OTAN encabezada por Estados Unidos—, la Casa Blanca se ha lanzado a una política de reconciliación con Bielorrusia.

Si la pasada semana, el propio Trump, tras una conversación telefónica con el presidente Aleksandr Lukashenko, decidía levantar las sanciones a la aerolínea estatal Belavia, reanudando así los vuelos a territorio norteamericano, esta semana el Pentágono ha decidido aceptar la invitación bielorrusa para asistir como observador a los ejercicios conjuntos con Rusia.

La situación roza lo esperpéntico: a la vez que la OTAN despliega tropas en Polonia por temor a lo que pueda pasar en esos ejercicios, Estados Unidos envía a los mismos a algunos de sus mejores hombres. No estarán solos: junto a ellos, asistirán miembros del ejército húngaro y del turco. Hablamos de otros dos países de la OTAN, pero con evidentes vínculos de amistad con Moscú en el primer caso y con una relación ambigua en el segundo.

Una nueva incursión bajo sospecha

El asunto se complicó aún más a última hora del lunes, cuando el primer ministro polaco Donald Tusk informó de la "neutralización" de un dron sobre el Palacio del Belvedere, residencia del jefe de estado en Varsovia. El dron habría estado sobrevolando varios edificios gubernamentales antes de su derribo.

Tusk informó también de la detención de dos ciudadanos bielorrusos, se supone que en relación con lo anteriormente mencionado, aunque no se ha establecido aún cuál es exactamente su papel en lo sucedido.

La investigación sigue, pero está claro que la tensión entre ambos países es máxima. En Varsovia no olvidan que los drones rusos entraron por Bielorrusia, es decir, que su vecino abrió su espacio aéreo para permitir una incursión claramente hostil.

Tusk fue de los primeros en contradecir abiertamente a Trump cuando este afirmó que la entrada de los drones rusos podría haberse tratado de "un error". "A nosotros también nos gustaría que hubiera sido un error… pero no lo fue", afirmó en redes sociales.

Polonia invierte el 4,12% de su PIB en defensa, lo que le convierte en el estado de la OTAN con mayor gasto proporcional y el único que se acerca al 5% que ha exigido Trump en su segundo mandato. Esto, al parecer, no le ha valido para ganarse el respeto de la Casa Blanca, antes al contrario.

Es probable que el resto de los países estén tomando nota y replanteándose muy en serio la relación transatlántica, que atraviesa por los peores momentos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.