Putin y Trump amenazan con moldean en Alaska el mapa de Ucrania.
Un frente de 1.000 kilómetros y el 20% del territorio de Ucrania: estos cuatro mapas ilustran lo que hay en juego en Alaska
Putin no da señales de estar dispuesto a renunciar a su objetivo de ocupar por completo el Donbás en la antesala de la cumbre con Trump. Avanzar en la zona sur del frente de Ucrania no parece tan prioritario.
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Donald Trump y Vladímir Putin se verán las caras este viernes por primera vez desde junio de 2019. El futuro de Ucrania monopolizará una cumbre histórica que tendrá lugar en la base aérea de Elmendorf-Richardson, en Anchorage, la capital del estado de Alaska. El inquilino de la Casa Blanca adelantó el pasado viernes que la reunión serviría para "intercambiar algunos territorios" entre Rusia y Ucrania.
"Han tomado un territorio muy privilegiado... Ya sabes, en el sector inmobiliario lo llamamos propiedad frente al mar... Ucrania era en gran parte 1.000 millas de océano, y eso se ha perdido", deslizó el propio Trump sin entrar en detalles.
Minutos antes de su intervención, el Wall Street Journal publicó que su enviado especial, Steve Witkoff, había trasladado a los países europeos que la propuesta de Putin contemplaba un alto el fuego a cambio de que Ucrania cediera las regiones de Lugansk y Donetsk, la cuenca minera del Donbás. El presidente ruso también exigía a Kiev renunciar a formar parte de la OTAN. Dos proposiciones inasumibles para el presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Alexéi Fadeev, reiteró a mitad de semana que la postura de Moscú no había experimentado "cambios" en la antesala de la cumbre en Alaska. Es decir, que el Kremlin mantiene sus reclamaciones maximalistas sobre la retirada íntegra de tropas ucranianas de las regiones de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón, cuyo control reclama.
Las tropas rusas sólo controlan íntegramente Lugansk y la mayor parte de las otras tres regiones, mientras que Ucrania mantuvo posiciones en el óblast fronterizo de Kursk. Durante ocho meses, sus tropas llegaron a controlar nada menos que 1.250 kilómetros cuadrados en suelo ruso antes de emprender la retirada el pasado marzo. Por eso, las declaraciones de Trump en las que hablaba de intercambiar territorios no aclararon sus intenciones.
Después de la reunión telemática que mantuvo este miércoles con el propio Zelenski y el resto de líderes europeos, el presidente de Estados Unidos se comprometió a no tratar de forma unilateral la partición territorial de Ucrania en la cumbre de Alaska.
De hecho, Trump aseguró este jueves que el objetivo principal del encuentro en Anchorage es "preparar una segunda reunión que incluya a Ucrania". No se mostró confiado en poder alcanzar un alto el fuego inmediato, pero sí en mantener otro encuentro posterior "con el presidente Putin, el presidente Zelenski y conmigo, y tal vez traigamos a algunos líderes europeos. Quizás no. No lo sé".
Antes, Putin le había lanzado un guiño: "[Trump] está haciendo, en mi opinión, esfuerzos bastante enérgicos y sinceros para detener las hostilidades, resolver la crisis y alcanzar acuerdos que interesen a todas las partes involucradas en este conflicto".


El mapa de Ucrania ha mutado desde 2014. En marzo de ese año, las fuerzas especiales rusas, los famosos "hombrecillos verdes" desprovistos de identificación, invadieron la península de Crimea. Era la respuesta del Kremlin a la revolución de carácter proeuropeo del Maidán que, sólo un mes antes, había forzado la huida del país del expresidente Víktor Yanukóvich, un títere en manos de Putin.
El jefe del Kremlin justificó su intervención militar aludiendo a la necesidad de proteger los derechos de los ciudadanos rusos y hablantes de ruso en Crimea y en el sur de Ucrania. Moscú no tardó en anexionar el territorio de forma ilegal a través de un referéndum ampliamente cuestionado por la comunidad internacional.
La mecha de la guerra en el Donbás prendió dos meses después del plebiscito en Crimea, cuando los líderes separatistas organizaron uno en Lugansk y otro en Donetsk. Es el punto de inflexión que inicia el conflicto armado entre el Ejército ucraniano y las fuerzas prorrusas, que contaron en todo momento con el respaldo encubierto del Kremlin. Putin negó falsamente estar implicado en un conflicto que se prolongó durante ocho años.


Tres años y medio después del inicio de la invasión a gran escala, Rusia controla alrededor de 114.500 kilómetros cuadrados de Ucrania. Cerca del 20 por ciento de la superficie terrestre del país, incluyendo Crimea. Las tropas rusas también mantienen posiciones adelantadas en las regiones de Járkiv, Sumy, Mykolaiv y Dnipró. Mientras tanto, las fuerzas ucranianas defienden Sloviansk y Kramatorsk, convertida en la capital oficiosa del óblast de Donetsk.
Según la monitorización de la línea del frente de la plataforma DeepState, las tropas rusas lanzaron la pasada semana una incursión sorpresa en dirección Dobropilia, en Donetsk. Avanzaron 10 kilómetros aprovechando su superioridad numérica, abriendo una brecha entre Pokrovsk y Kostiantynivka, dos ciudades de enorme importancia logística para las tropas ucranianas.
Zelenski le restó importancia al avance, pero el exjefe de Estado Mayor de Azov y teniente coronel de la Guardia Nacional, Bohdan Krotevych, le lanzó un aviso a principios de esta semana: "Señor presidente, sinceramente no sé qué es lo que le están informando exactamente, pero le comunico lo siguiente: en la línea Pokrovsk-Kostiantynivka, sin exagerar, reina el caos total. Y este caos lleva mucho tiempo creciendo, empeorando día a día... Una línea estable de contacto de combate, como tal, efectivamente no existe".
En una entrevista con este periódico, el ministro de Defensa ucraniano, Denis Shmihal, hacía hincapié en el hecho de que los rusos estaban registrando "un avance muy, muy lento" en los más de 1.000 kilómetros de frente. "Es como un 0,000 algo por ciento en el último año. De todas formas, en algunas direcciones avanzan 100 o 200 metros diarios, y en su mente eso es un éxito", apuntó el entonces primer ministro.


Los separatistas prorrusos de Lugansk y Donetsk se proclamaron "repúblicas populares" independientes de Ucrania en 2014. En febrero de 2022, unas horas antes de ordenar la denominada "operación militar especial", Putin los reconoció como Estados para anunciar sólo unos meses después su anexión a la Federación Rusa junto a Zaporiyia y Jersón.
Ahora, Moscú controla aproximadamente 46,570 kilómetros cuadrados del Donbás. O lo que es lo mismo, el 88 por ciento de la cuenca minera ucraniana. Sus tropas controlan la práctica totalidad de Lugansk y el 75 por ciento de Donetsk.
Las fuerzas ucranianas conservan unos 6.600 kilómetros del Donbás. Entre las ciudades estratégicas que controla figuran las mencionadas Kostiantynivka y Pokrovsk, bajo amenaza después de la incursión rusa en dirección Dobropilia. Es improbable que Putin se abra a detener las hostilidades en esta parte del frente.


Las fuerzas rusas controlan alrededor del 74 por ciento de las regiones de Zaporiyia y Jersón. O lo que es lo mismo, unos 41.176 kilómetros cuadrados. Mientras tanto, el Ejército ucraniano mantiene sus posiciones en 14.500 kilómetros cuadrados de ambas regiones. Las tropas rusas controlan la mayor parte del territorio, pero no sus respectivas capitales.
Sobre este apartado del frente, Putin estaría dispuesto a detener su ofensiva y congelar las líneas. Eso explicaría las declaraciones de Trump del pasado viernes, en las que habló sobre "propiedades frente al mar" que Rusia había conquistado a lo largo de la costa del mar Negro y del mar de Azov. Un espacio que forma parte del puente terrestre estratégico que conecta Rusia con la Crimea ocupada.