
Una mujer pasa junto a un edificio residencial dañado durante los ataques rusos con drones y misiles, en medio de la ofensiva de Rusia contra Ucrania, en Kyiv, Ucrania, el 4 de julio de 2025. Reuters
Putin intensifica sus ataques tras cada llamada con Trump: Kiev ya solo puede parar menos de la mitad de los misiles rusos
El ataque aéreo sufrido por Ucrania en la noche del viernes, uno de los más virulentos desde el comienzo de la guerra, sucede pocos días después de que la Casa Blanca anunciara que detiene los envíos de armamento antiaéreo prometidos a Zelenski.
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El viernes 4 de julio, poco después del amanecer, la fuerza aérea ucraniana ofreció el balance de una noche plagada de sirenas y explosiones en Kyiv. Dicho balance indicaba, entre otras cosas, que a diferencia de lo que solía ocurrir hace algún tiempo, cuando la defensa antiaérea ucraniana lograba interceptar entre el 50% y el 80% de los misiles que Rusia lanzaba contra la capital, en la noche del viernes solo logró derribar dos de once.
El ataque contra la capital ucraniana comenzó a media tarde del jueves; sobre las cinco hora local. Después de lanzar oleada tras oleada de drones hasta bien entrada la madrugada, 539 en total, los rusos procedieron a lanzar once misiles sobre una ciudad con las defensas saturadas: seis balísticos, cuatro de crucero y un misil aerobalístico llamado Kinzhal que solo puede ser interceptado por las famosas baterías antiaéreas estadounidenses Patriot. De todos ellos, solo dos de los misiles de crucero pudieron ser destruidos antes de alcanzar la capital.
No son pocos los observadores que han señalado cuándo lanzó Rusia su ataque: poco después de que el líder ruso, Vladímir Putin, mantuviese una conversación, la sexta en lo que va de año, con Donald Trump. “No hemos progresado nada”, declaró el mandatario estadounidense al colgar el teléfono. A primera hora de la mañana del viernes, sin embargo, quien habló con Trump fue el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para plantear, precisamente, un fortalecimiento de las defensas antiaéreas de Ucrania.
Porque cabe recordar que el ataque de la noche del viernes —el más virulento que ha sufrido Kyiv en tres años— se produce después de que la Casa Blanca confirmara, a comienzos de semana, que el Pentágono ha congelado la entrega de misiles de defensa aérea y otras municiones guiadas de precisión prometidas a Ucrania. Un paquete armamentístico que, de hecho, se encontraba ya en Polonia listo para el envío.
La Casa Blanca explicó, al ser preguntada al respecto, que la congelación del envío de armamento se debe a preocupaciones relacionadas con la escasez de reservas en sus propios almacenes. Por su parte, el Pentágono ha aclarado que esto no significa que Estados Unidos vaya a dejar de ayudar “completamente” a Ucrania.
“Ha sido una noche terrible”
Como era de esperar, las explicaciones remitidas desde Washington no han sentado particularmente bien entre los ucranianos normales y corrientes. Ivan, encargado de una cafetería del céntrico barrio de Podil, afirmaba en una conversación mantenida hace un par de días con EL ESPAÑOL “no entender” la actitud de Estados Unidos.
En una esquina del local, y mientras compartía su frustración, se podía ver la foto de un oficial ucraniano muerto en combate el pasado mayo tras más de dos años de lucha en el frente. “Era uno de mis mejores amigos”, explicaba. “Ucrania está perdiendo a sus mejores hombres”.
“Todo bien, solo ha sido otra noche loca en Kyiv”, respondía Ivan con ironía a primera hora del viernes al ser preguntado por el bombardeo. “Ha sido una noche terrible, pero estoy bien”, contestaba por su parte el joven empleado de una organización humanitaria llamado Tapac.
“No he podido dormir en toda la noche; la he pasado asomada al balcón viendo trabajar a las defensas antiaéreas”, explicaba no sin resignación Hanna, una muchacha llena de tatuajes con bastantes amigos en el frente. “Por momentos parecían fuegos artificiales”.
Finalmente, alrededor de las cuatro de la madrugada del viernes, hora local, las autoridades ucranianas confirmaron daños en cinco zonas diferentes de Kyiv. Asimismo el alcalde, Vitali Klichkó, anunció un balance de diecinueve personas heridas. Algunas de ellas de gravedad. También pidió a la gente dejar las ventanas cerradas debido a la cantidad de humo que acompañó a la capital en su amanecer.
La alarma antiaérea terminó por desactivarse a las ocho y media de la mañana.

Una explosión de un dron ilumina el cielo sobre la ciudad durante un ataque con drones y misiles rusos, en medio del ataque de Rusia contra Ucrania, en Kyiv, Ucrania, el 4 de julio de 2025. Reuters
Rusia cada vez produce más drones
En la llamada telefónica mantenida con Trump poco antes del ataque, Putin volvió a insistir en que Ucrania debe hacer concesiones antes de que se pueda establecer un alto el fuego. Eso es, al menos, lo que ha transmitido Yuri Ushakov, un alto funcionario del Kremlin, a diversos medios de comunicación locales.
Ucrania ya aceptó el acuerdo de alto el fuego propuesto por Estados Unidos en marzo. Fue Rusia quien no aceptó aquella propuesta y, aunque Trump sugirió entonces que podría imponer sanciones adicionales para doblegar la voluntad de los rusos, todavía no lo ha hecho.
En paralelo, y mientras Estados Unidos detiene el envío de armamento destinado a defender el cielo ucraniano, Rusia ha incrementado sustancialmente la producción de drones Shahed. De diseño iraní, los Shahed miden casi cuatro metros de largo, pueden volar cientos de kilómetros, portan una ojiva de unos 36 kilos y cuando pasan cerca de uno hacen un ruido —un zumbido— que no augura nada bueno.