El papa León XIV, durante su primera misa oficial.

El papa León XIV, durante su primera misa oficial. Claudia Greco Reuters

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León XIV llama a combatir los excesos de la IA: “No es un problema católico, es un problema humano”

El Papa apenas lleva una semana al frente de la Iglesia y ya ha situado la IA como prioridad moral y política, alertando de sus efectos sobre la dignidad humana, el trabajo y la justicia.

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Menos de una semana después de haber sido elegido pontífice, el Papa León XIV ha situado la inteligencia artificial (IA) como una prioridad absoluta para la Iglesia Católica.

En sus primeras intervenciones públicas, el nuevo líder de los 1.400 millones de católicos en el mundo ha advertido sobre los peligros que esta tecnología representa para la dignidad humana, la justicia social y el futuro del trabajo.

En su discurso inaugural ante el Colegio Cardenalicio, León XIV reconoció el “inmenso potencial” de la IA, pero recalcó que su desarrollo debe estar guiado por la responsabilidad ética y el bien común.

Al hablar ante periodistas, reiteró su preocupación, subrayando que esta tecnología no puede quedar en manos de la codicia o el poder desmedido, como adelantó The New York Times.

El nuevo Papa, con formación en matemáticas y experiencia previa como responsable del dicasterio que gestiona los nombramientos episcopales, ya había mostrado interés por la cuestión antes de su elección.

En septiembre pasado convocó a los líderes vaticanos a reflexionar sobre cómo afrontar los desafíos de la vida digital. Aquel encuentro fue organizado con la ayuda del franciscano Paolo Benanti, el principal asesor del Vaticano en ética tecnológica, quien no oculta su sorpresa: “Hace 15 años me tomaban por loco por investigar sobre cíborgs. Ahora es el primer tema de un Papa”.

La preocupación por la inteligencia artificial no es nueva en la Santa Sede. El Papa Francisco también advirtió sobre los riesgos de esta tecnología, exigiendo que se utilice para resolver problemas sociales y no para alimentar la sed de poder.

Pero León XIV ha elevado el tono, estableciendo una conexión directa entre la revolución tecnológica actual y los abusos laborales que denunció su homónimo del siglo XIX, el Papa León XIII, autor de la encíclica Rerum Novarum en plena era industrial.

La analogía no es menor: como entonces, el mundo vive una transformación abrupta. Gobiernos y empresas invierten a velocidades vertiginosas mientras la regulación global brilla por su ausencia.

En países como EEUU, restringir el desarrollo de la IA se percibe como una amenaza geopolítica frente al avance de China. Y los gurús tecnológicos, con fe casi religiosa, presentan la IA como la nueva electricidad o el internet del futuro.

Sin embargo, los efectos colaterales ya están aquí. La proliferación de vídeos falsos, algoritmos que deciden sobre créditos o tratamientos médicos, armas autónomas sin control humano o la destrucción masiva de empLeóns son solo algunas de las amenazas.

Según el FMI, cerca del 40% de los trabajos a nivel global se verán alterados por esta tecnología.

La Iglesia, que en otros tiempos impulsó inventos como el barómetro o calculadoras primitivas, no reniega del progreso. Monasterios medievales promovieron tecnologías hidráulicas y hoy el Vaticano no es ajeno a los beneficios de la IA: existen apps como Magisterium AI que ayudan a preparar homilías, o chatbots que responden a inquietudes religiosas sobre el pecado, el deseo o los tatuajes.

Pero el Papa no quiere que la Iglesia sea una consumidora pasiva. Líderes católicos como el padre Brendan McGuire, asesor habitual de empresas tecnológicas en Silicon Valley, creen que la voz del Vaticano puede aportar una visión moral global: “No es un problema católico, es un problema humano”, afirma.

En Berlín, el párroco Josef Wieneke respira aliviado tras escuchar al nuevo pontífice. En su parroquia de 12.000 fieles, muchos ya temen que sus hijos caigan en desinformación generada por IA, o que sus empleos desaparezcan por culpa de los algoritmos: “Los editores ya me piden nombres de teólogos que puedan escribir sobre esto”, cuenta.

¿Podrá el Papa influir más allá de los muros vaticanos? No todos lo creen: “Es difícil que logre cambiar el rumbo de las grandes empresas o las legislaciones”, advierte Stephen N. Williams, teólogo emérito en Belfast.

Algunos, como Matthew Sanders -creador de Magisterium AI-, consideran que el papel del Papa no es fiscalizar a gobiernos o corporaciones, sino ofrecer consuelo espiritual a quienes sufran las consecuencias de esta revolución.

El propio León XIV dio pistas sobre su visión en 2012, cuando aún era obispo, en una entrevista sobre los daños de la cultura digital: “No se trata de apagar los medios, sino de enseñar a pensar críticamente”, dijo entonces.

Una advertencia que ahora, desde el trono de Pedro, se convierte en un llamado universal.