
Alice Weidel, en la rueda de prensa después de las elecciones generales alemanas en Berlín. Reuters
Antes a los Verdes, ahora a AfD y Die Linke: por qué más de la mitad de los jóvenes alemanes votan a los partidos antisistema
La izquierda poscomunista y la extrema derecha concentran el mayor número de apoyos entre los votantes de 18 a 24 años. Los temas de campaña, el hartazgo con el ‘establishment’ y el dominio de las redes sociales explican este fenómeno.
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La juventud alemana se radicaliza. Toma partido, y no precisamente por el centro. Así lo reflejan los datos oficiales de las elecciones del pasado domingo. La afluencia masiva a las urnas, que alcanzó el 82,5%, porcentaje inédito desde la reunificación, se dio también —y sobre todo— entre los más jóvenes, que buscaron soluciones a sus problemas, que tienen mucho que ver con la vivienda y la inmigración, en los extremos del tablero político.
Según los resultados definitivos, la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) se consolidó como segunda fuerza por detrás de la CDU del próximo canciller, Friedrich Merz, con el 20,8% de los votos y 152 diputados, su mejor resultado histórico. Mientras que los poscomunistas de Die Linke resistieron en quinta posición con 64 escaños y un sorprendente 8,8%. Un resultado más que notable teniendo en cuenta que hace sólo dos meses estaban lejos del 3% de intención de voto en las encuestas. Una resurrección política con escasos precedentes en la historia de Alemania.
El orden de preferencia entre AfD y Die Linke se invierte en el electorado más joven, sin embargo. Die Linke obtuvo cerca del 25% de las papeletas entre los votantes de 18 a 24 años. Uno de cada cuatro optó por sus siglas. El porcentaje aumenta incluso entre los primerizos. Los argumentos de la izquierda poscomunista convencieron al 27% de aquellos que nunca habían votado. Los números resaltan aún más en comparación con los que la formación obtuvo en 2021, cuando registró un tímido 8%.
Había varios indicios que hacían presagiar un buen resultado para la izquierda. En enero, Die Linke registró una cifra récord de afiliaciones. Más de 12.000 nuevos militantes pasaron a engrosar sus filas, la mayoría en el área de Berlín, un bastión tradicional de Los Verdes que, tras las elecciones del domingo, pasó por primera vez a estar en manos de Die Linke.
Por detrás de los herederos de los comunistas que gobernaron en el este del país se sitúa AfD, a pesar de que su colíder y candidata a la cancillería, Alice Weidel, hablara de AfD como “el partido del futuro”. La extrema derecha obtuvo, no obstante, un sólido 20% de los votos en esta franja de edad. Superó, además, su récord de 2021. En tercer y cuarto lugar se colocan la CDU/CSU y el SPD, con un 14% y un 13%, respectivamente. Más de diez puntos por debajo de Die Linke.
Las bases del bipartidismo que ha dominado la política alemana desde la posguerra se tambalean. ¿Cómo se explica este fenómeno? “Die Linke ha protagonizado un regreso ejemplar”, condensa en conversación con EL ESPAÑOL el politólogo alemán Benjamin Höhne, profesor de la Universidad de Chemnitz. “Hay varias razones para ello. En términos de organización interna, hay caras nuevas al principio, y el partido parece mucho más unido tras la marcha de Sahra Wagenknecht y sus seguidores”.
Esas “caras nuevas” a las que Höhne hace referencia son las de la periodista Ines Schwerdtner, el exparlamentario Jan van Aken y, en particular, Heidi Reichinnek. La diputada de 36 años se ha convertido en un fenómeno viral gracias, en parte, a sus vídeos en TikTok, red social en la que acumula más de medio millón de seguidores. El doble que el canciller saliente Olaf Scholz, pero la mitad que Weidel.
@heidireichinnek Die spontane Rede nach dem Dammbruch.
♬ original sound - Heidi Reichinnek, MdB
“En cuanto a la comunicación, el partido se ha centrado en temas centrales de justicia social y ha utilizado con éxito las redes sociales. Esto ha facilitado el acceso a los jóvenes”, apunta Höhne. “También hay que tener en cuenta la configuración de todo el sistema del partido [de Wagenknecht]. Este se ha inclinado discursivamente hacia la derecha, lo que ha creado espacio en la extrema izquierda para una política que apuesta sin reservas por una política progresista radical”.
Reimut Zohlnhöfer, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Heidelberg, considera más sencillo de explicar —y de entender— el caso de Die Linke que el de AfD. “Hace poco más de tres semanas, los democristianos votaron junto con AfD a favor de una moción sobre la limitación de la migración. Eso provocó una movilización masiva en la izquierda, sobre todo entre los votantes jóvenes. Como los socialdemócratas y los Verdes siguieron cooperando con los democristianos, a diferencia de Die Linke, muchos jóvenes partidarios de un régimen migratorio muy liberal les votaron”, resume.
“El caso de AfD es más complejo. Parece reflejar un distanciamiento más general de los jóvenes respecto a los partidos establecidos, quizá también debido a cuestiones migratorias, pero, evidentemente, con una orientación política diferente”, traslada Zohlnhöfer a este periódico. “Además, ambos partidos eran extremadamente activos —y profesionales y, por tanto, exitosos— en TikTok y otras redes sociales”.
@alice_weidel_afd Jetzt gilts: Mindestens zwei Freunde mitnehmen, ins Wahllokal gehen und eure Stimmen für die AfD abgeben! Für Wohlstand, für Sicherheit, für Deine Zukunft! Verändern wir gemeinsam Deutschland! #3Freunde #afd #deshalbafd #jetztafd #teamalice ♬ Originalton - Alice Weidel
El historiador Thorsten Holzhauser coincide: “Ambos partidos entendieron bastante bien cómo funcionan las redes sociales, especialmente TikTok: ofrecieron mensajes claros y bastante sencillos —que muchos calificarían de radicales o populistas—, formularon estos mensajes en un tono tenso, emocional e incluso de una forma que se suponía que funcionaba bastante bien en redes. El mejor ejemplo es el discurso de Heidi Reichnnek contra Merz en el Bundestag, que se convirtió en un meme en TikTok: era emotivo, radical y combativo en el tono y en el vocabulario —«a las barricadas»—, parecía auténtico y estaba realizado con profesionalidad en un fraseo hecho para ser difundido en pequeños fragmentos en TikTok”.
Las dos formaciones antisistema convergieron en el continente, pero no en el contenido. “Ambos se dirigieron a diferentes partes del electorado joven. Los mensajes nacionalistas de confrontación de AfD y su alianza con Elon Musk durante la campaña parecieron funcionar a la perfección para atraer a votantes jóvenes que buscaban modelos de conducta aparentemente fuertes y vanguardistas. Die Linke, por su parte, se dirigió a un público joven que se sentía desatendido por el énfasis de los otros partidos en la inmigración y su falta de campaña emocional y radical. Con temas como el alquiler, la distribución de la riqueza, el cambio climático y el antifascismo, Die Linke abordó muchas cuestiones que los demás partidos no estaban preparados o no eran capaces de tratar de forma tan clara”, resume Holzhauser.
La intervención de Musk en la campaña electoral a favor de AfD —que Merz prometió “no dejar sin respuesta” después del 23 de febrero— no sirvió para impulsar en las urnas a la extrema derecha, según refleja el recorrido de las encuestas. Sí parece haber movilizado, en cambio, a los votantes de la izquierda. Según una encuesta reciente de YouGov, el 71% de los alemanes dicen tener una opinión negativa del magnate de origen sudafricano.
Aurel Croissant, también profesor en el centro de Heidelberg, tiene más respuestas sobre el auge de la extrema derecha entre los jóvenes. “AfD tuvo especial éxito en movilizar el apoyo de los jóvenes votantes masculinos. Mucho tiene que ver con la reacción cultural contra el wokeismo y la política de género. Es más o menos el resultado de apelar con éxito a los sentimientos de ansiedad cultural. Además, en los 5 Nuevos Estados Federados (Alemania del Este), los agravios económicos percibidos y las percepciones de privación relativa están muy extendidos entre segmentos de la población, especialmente, de nuevo, entre los hombres jóvenes”, indica a EL ESPAÑOL.
En cuanto a Die Linke, Croissant considera que la formación se benefició de tres factores: “En primer lugar, y el más importante, obtuvo el apoyo de muchos votantes primerizos o jóvenes que se sentían decepcionados por los Verdes, y especialmente por la decisión tomada por el partido y su principal candidato, Robert Habeck, de no descartar la colaboración postelectoral con la conservadora CDU, a pesar de que Friedrich Merz había aceptado los votos de AfD en dos votaciones sobre migración en el Bundestag. Así, votantes potenciales o antiguos de los Verdes se pasaron a Die Linke”.
“El segundo factor es que Die Linke llevó a cabo la mejor campaña en las redes sociales de todos los partidos excepto AfD. El éxito de la campaña en las redes sociales y, sobre todo, el bombo que se le dio en Internet a la principal candidata del partido ayudaron mucho a movilizar a los votantes”, apunta Croissant. Y es que la formación poscomunista ha conseguido desprenderse de su imagen anticuada gracias, en parte, a la personalidad magnética de Reichinnek.
“Por último, pero no por ello menos importante —retoma Croissant—, la deserción de Sahra Wagenknecht, que a menudo había mantenido una opinión discrepante sobre muchos temas, especialmente la migración, ayudó a unificar al resto del partido. Aunque la expectativa común había sido que Die Linke desaparecería, en realidad se posicionó como el único que ofrecía un apoyo incondicional a la migración y a las fronteras abiertas. Esto también fue popular entre un segmento relativamente amplio de los jóvenes votantes urbanos”.
Alemania se derechiza; sus jóvenes no
Si sólo fueran válidos los votos de los electores de 18 a 24 años, tanto los liberales del FDP como la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW, por sus siglas) habrían conseguido representación parlamentaria, puesto que ambos hubieran superado con algo de margen el umbral del 5% de los votos necesario para entrar en el Bundestag. En ese caso habría, además, una mayoría parlamentaria de izquierdas, aunque no absoluta. La CDU y AfD sólo sumarían un tercio de los votos de los jóvenes.
En vista de los resultados globales, Alemania se escora hacia la derecha, pero su juventud hace precisamente lo contrario. Pero Marc Debus, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Mannheim, advierte en conversación con este periódico que “los votantes más jóvenes están menos apegados a los partidos mayoritarios del establishment que los votantes de generaciones anteriores y, por tanto, son mucho más flexibles para cambiar de partido de unas elecciones a otras”. El escenario es volátil.

Ines Schwerdtner, Gregor Gysi, Jan van Aken y Heidi Reichinnek, durante un acto de campaña de Die Linke en Berlín. Reuters
“El apoyo de los votantes más jóvenes a Die Linke se debe también a los temas que destacó en la campaña. El coste de la vivienda es un problema enorme en Alemania —prosigue Debus—, sobre todo en las regiones urbanas, y los jóvenes a menudo no pueden permitirse alquilar un piso (ni hablar de comprar un piso)”.
“Los jóvenes votantes de las zonas rurales se enfrentan a problemas diferentes, se sienten abandonados, consideran la migración como una amenaza y, por tanto, podrían ser más propensos a apoyar a AfD”, añade. “Además, AfD fue muy activa en las redes sociales, por lo que podría haber llegado a un segmento importante de votantes jóvenes. Por último, ambos partidos son de la oposición y tienen un perfil político claro —AfD una posición de extrema derecha, Die Linke un claro perfil de izquierdas—, y estos perfiles políticos claros podrían haber sido atractivos para los votantes más jóvenes”, sentencia.