El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, durante un Consejo Europeo

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, durante un Consejo Europeo Unión Europea

Europa

El régimen de Orbán exhibe grietas internas tras 14 años de poder absoluto en Hungría

El primer ministro fuerza la dimisión de dos de sus lugartenientes más fieles para acallar un escándalo sin precedentes por el indulto de un encubridor de abusos sexuales a menores.

13 febrero, 2024 02:39
Bruselas

En su perfil de la red social X se autodefine como madre, guerrera y húngara, por ese orden. Habla cinco lenguas (entre ellas el español) y cuenta con una vasta experiencia en la maquinaria de Bruselas. En su etapa como ministra de Justicia entre 2019 y 2023, Judit Varga (43 años) se convirtió en la protagonista del combate entre Budapest y la UE a propósito de la deriva autoritaria de Hungría.

De rostro de sonrisa perpetua pero con mano de hierro, Varga ha ejercido de fiel lugarteniente y defensora de Viktor Orbán en múltiples discusiones belicosas con el resto de socios europeos y con la Comisión de Ursula von der Leyen, que acusa al Gobierno húngaro de socavar la democracia, la libertad de expresión, la independencia judicial y el Estado de derecho.

El primer ministro húngaro designó a Varga como cabeza de lista de Fidesz para las elecciones a la Eurocámara de junio, lo que la hubiera convertido en una de las líderes del nuevo grupo de derecha radical que Orbán pretende conformar para dinamitar la UE desde dentro. Una carrera ascendente que ha sido segada de un plumazo durante el fin de semana a raíz de un escándalo sin precedentes por el indulto de un encubridor de abusos sexuales a menores.

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"Me retiro de la vida política, renuncio a mi mandato como miembro del Parlamento húngaro y a encabezar la lista al Parlamento Europeo", anunció Varga este sábado en su cuenta de Facebook. Lo hizo horas después de que la presidenta de Hungría, Katalin Novák, presentara también su dimisión, provocando un terremoto político en el país. Novák fue la que concedió el indulto, mientras que a Varga le tocó firmarlo. En cuestión de días, Orbán ha sacrificado a dos de sus pretorianas más próximas a modo de cortafuegos para limitar daños y evitar que el escándalo le alcance.

Esta brutal maniobra defensiva ha provocado las primeras grietas visibles en el régimen de Orbán tras casi 14 años de poder absoluto en Hungría. El exmarido de Varga, Péter Magyar (hasta hace nada era también miembro destacado de Fidesz) se ha descolgado con unas explosivas declaraciones en las que acusa con nombres y apellidos a varios ministros y figuras influyentes próximas a Orbán de amasar una "enorme riqueza". 

"No quiero formar parte ni un minuto más de un sistema donde los verdaderos culpables se esconden detrás de las faldas de las mujeres", ha escrito Magyar en referencia a la liquidación de Varga y de la presidenta Novák. El exmarido ha dimitido además de los cargos que ocupaba en dos empresas públicas. Las luchas internas y los enfrentamientos personales parecen estar minando la mayoría absoluta de Fidesz desde dentro.

"La crítica pública a ciertas figuras del Gobierno por parte del exmarido de Varga, Péter Magyar -que es miembro del Fidesz y parte del sistema hasta ahora- revela las divisiones internas en el partido y la existencia de un sector crítico que rechaza al círculo oligárquico y egoísta que se ha configurado en torno al primer ministro. A medida que se acercan las elecciones parlamentarias locales y europeas, esto resulta ciertamente incómodo para el Fidesz", relata a EL ESPAÑOL Zsuzsanna Vegh, profesora visitante en el German Marshall Fund.

Judit Varga, durante una reunión de ministros de Justicia de la UE

Judit Varga, durante una reunión de ministros de Justicia de la UE UE

Aparte de sus crecientes problemas internos, Orbán -el único aliado que le queda en la UE al presidente ruso, Vladímir Putin- está totalmente aislado en Bruselas. Así se vio en el último Consejo Europeo celebrado el 1 de febrero, en el que el primer ministro húngaro tuvo que recular y levantar su veto al paquete de 50.000 millones de euros de asistencia financiera a Ucrania. Al mismo tiempo, el líder de Fidesz no cesa en sus maniobras obstruccionistas: Suecia todavía está a la espera de la ratificación de Hungría para entrar en la OTAN.

El escándalo estalló hace apenas una semana al conocerse que la presidenta de Hungría indultó al subdirector de un orfanato condenado a tres años de cárcel por encubrir los abusos sexuales a niños de su jefe. El beneficiario del indulto presionó a las víctimas para que se retractaran de sus acusaciones contra el director del orfanato, al que se le acabó imponiendo una pena de ocho años por abusar de al menos 10 niños entre 2004 y 2026.

Katalin Novák, cuyó cargo es meramente ceremonial y que está considerada como una marioneta del propio Orbán, concedió este indulto (y otras dos docenas más) con motivo de la visita del papa Francisco a Hungría en abril de 2023. Pero la identidad del beneficiario sólo se ha conocido ahora gracias a la investigación del medio independiente 444.hu.

En un primer momento, Novák negó haber actuado indebidamente y rechazó dar explicaciones sobre el indulto. Una actitud inexplicable si se tiene en cuenta que ha construido su identidad política como defensora de los valores familiares más tradicionales. El escándalo es particularmente dañino para Fidesz, que ha justificado su legislación discriminatoria contra el colectivo LGTB por el imperativo de proteger a los menores.

Varios centenares de manifestantes se concentraron el viernes ante el palacio presidencial en Budapest para pedir la dimisión de Novák

Varios centenares de manifestantes se concentraron el viernes ante el palacio presidencial en Budapest para pedir la dimisión de Novák Reuters

Pese a que los medios progubernamentales apenas se han hecho eco, la noticia del indulto ha generado un tsunami de indignación en el país. Una avalancha que el propio Orbán trató de frenar el pasado jueves anunciando una reforma constitucional para prohibir los indultos a delitos contra los menores.

Sin embargo, la iniciativa no convenció: varios miles de personas se manifestaron el viernes ante el palacio presidencial en Budapest para reclamar la dimisión de Novák, exhibiendo peluches en recuerdo de las víctimas. El primer ministro obligó entonces a la presidenta a regresar precipitadamente de un viaje a Qatar y a dimitir. Junto a ella liquidó también a Varga. Nadie ha explicado los motivos del indulto.

"La dimisión de la presidenta Novák y de la exministra de Justicia Varga han sido medidas controladas desde el centro para mitigar el daño político al Gobierno de Fidesz y cerrar el caso lo más rápido posible. La falta de explicaciones y la velocidad de las dimisiones muestran que el Gobierno quiere evitar un escrutinio más profundo sobre el tema, lo que sugiere que, de hecho, puede ser muy sensible para otras figuras gubernamentales actuales o anteriores", apunta Vegh.

De momento, Orbán parece haber logrado su objetivo de evitar que el escándalo le alcance. "Los medios gubernamentales y progubernamentales ahora están presentando el asunto como un caso cerrado, argumentando que los responsables del indulto han afrontado las consecuencias y que los políticos de Fidesz están efectivamente dispuestos a rendir cuentas y asumir la responsabilidad. El primer ministro no afrontará ninguna repercusión directa", señala la profesora del German Marshall Fund.