Una detención en el 'Görli'.

Una detención en el 'Görli'. Salvador Martínez Berlín

Europa

Violaciones, narcotráfico, yonquis, mendigos, robos y agresiones: bienvenidos al Görlitzer Park de Berlín

En este espacio de 14 hectáreas del distrito de Kreuzberg, cada seis horas se comete un delito.

16 septiembre, 2023 03:11

No hace tanto, este parque berlinés fue motivo de mofa nacional e internacional por el naif intento de un empleado del 'Görli' de delimitar con espray rosa en el suelo unos espacios para los camellos que allí venden droga sin tapujos. Esa tentativa, por supuesto, fracasó. Pero mucho de lo que ha tratado de hacerse con este parque del multicultural barrio de Kreuzberg ha terminado en fracaso.

En el pasado, las autoridades de la capital han puesto en marcha, por ejemplo, una política de 'tolerancia cero' con la criminalidad y la venta de droga. También hubo una iniciativa en la que el distrito dio trabajo a 'paseantes' que se ocupaban de mantener el orden en el parque, interviniendo de modo dialogante cada vez que había un problema.

Iniciativas así no han evitado que, según estadísticas policiales recogidas por la radio-televisión pública de Berlin y Brandeburgo, RBB, en este parque y sus zonas aledañas se registraran en 2022 más delitos que en el resto de parques de la capital germana. Hasta 1.567 delitos en un año se registraron en el Görlitzer Park. Que sepa la policía berlinesa: cada seis horas se comete un delito en el 'Görli'.

Los problemas del Görlitzer Park no han parado de crecer. Es cierto que, en cualquier tarde de fin de semana, vienen a este espacio que se extiende por unas catorce hectáreas familias con niños, grupos de amigos, jubilados, turistas y ociosos que, en principio, dan una imagen de parque de lo más normal. Sin embargo, en este parque pasan otras muchas cosas, sobre todo cuando empieza a oscurecer y escasea la luz.

De noche, el 'Görli' es un parque oscuro. Tiene muy pocas farolas, mucha vegetación y abundantes recovecos. Los hay que lamentan que estas características no hagan del parque un lugar ideal para los encuentros amorosos. Lo cierto es que, de noche, hay mucha gente que no quiere venir ni pasar por aquí. Y con razón. El 'Gorli' tiene por algo su fama de 'agujero', dicen algunos.

Una pancarta reclama: ¡Soluciones sociales a problemas sociales!.

Una pancarta reclama: "¡Soluciones sociales a problemas sociales!". Salvador Martínez Berlín

Este verano, el parque fue escenario de un crimen que heló la sangre de toda Alemania. Una pareja fue asaltada por un grupo de tres jóvenes africanos. El chico fue agredido, quedando herido en el suelo. Desde allí vio cómo a ella la violaban en grupo. Después de unas semanas, hay tres detenidos en prisión provisional. La Policía, en el inicio de las pesquisas, buscaba a un cuarto malhechor. "Violación en grupo en el parque de la droga de Berlín", titularía el diario Bild, el periódico más leído de Alemania, a cuenta de este suceso.

Sabrina, una mujer de mediana edad, salía el primer domingo de este mes del parque con su perro, un husky siberiano al que esta entrenadora de animales ordena sentarse para ofrecer su impresión del 'Gorli' como vecina. Ella lleva 25 años viviendo en la zona del parque. "El ambiente del parque se ha ido enrareciendo con el paso de los años, se nota que hay tensión en el ambiente", dice esta mujer antes de hablar de cómo hace un par de días la amenazaron de muerte no lejos de donde manda sentarse a su perro.

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Si no tienes fuego, "¡te mato!"

"Yo a este parque no vengo por las noches. Pero paseo al perro por las mañanas, a eso de las seis de la mañana. El otro día, una mujer con mal aspecto me preguntó si tenía fuego y le dije que no. Por lo visto no fui lo suficientemente educada y la mujer me acabó gritando: '¡Te mato, te voy a matar, te voy a matar!'", cuenta Sabrina.

Ella se queja de que la presencia de estos amenazantes usuarios del parque se ha multiplicado de un tiempo a esta parte. Son yonquis. Aunque constituyen una inmensa minoría en la tarde del domingo en que EL ESPAÑOL visita el parque, también hay drogodependientes haciendo uso del 'Görli'. "Son el problema. Se drogan aquí, en el parque o en los portales de los alrededores. Y si necesitan dinero, acaban robando", dice Sabrina.

Ella tiene una furgoneta. Le han robado varias veces. "He puesto un cartelito que dice: 'han entrado a robar en esta furgoneta dos veces. Ya no queda nada'", cuenta, y se ríe con aire tragicómico.

También tiene una mirada irónica ante la situación del parque Michael, dueño de uno de los bares situados a las puertas del 'Görli'. Este berlinés ha visto cambiar el parque igual que Sabrina. Lleva 15 años en el bar en el que atiende a este periódico.

A él lo que le molesta, sobre todo, son los mendigos y drogodependientes que merodean en el parque y sus inmediaciones. Entran en su establecimiento para pedir dinero a los clientes o hacer cosas peores. "Hemos pillado a gente tratando de robarnos cucharillas para prepararse la dosis", recuerda Michael a EL ESPAÑOL, aludiendo a una situación desagradable y reciente. Él dice conocer, mal que bien, a los camellos que venden droga en el parque.

"Vienen aquí, a veces. Se toman un té o un café. No beben, pues la mayoría son musulmanes. No son el problema de verdad. En este parque siempre se han vendido drogas", señala Michael. Desde hace décadas, el 'Görli' es, entre berlineses, un obvio lugar para abastecer de drogas como marihuana, cocaína o éxtasis a la escena de ocio nocturno de la ciudad, ámbito de Berlín donde está muy normalizado el uso de según qué estupefacientes.

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Para Michael, no son los pequeños vendedores de droga el verdadero problema al que se enfrentan vecinos como él. "Lo que ocurre es que el parque se ha convertido en un lugar cada vez más agresivo. Antes de la pandemia, yo me decía que ir por el parque en plena noche era algo que se podía hacer sin problema. Pero ya no. Hay que llevar cuidado. Porque te encuentras cada vez más a menudo a gente más violenta", cuenta este tatuado empresario de su lado de la barra.

Un parque "sin remedio"

"A mí me dan pena, por un lado, los africanos que vienen aquí y acaban vendiendo droga porque no encuentran trabajo; igual porque no tienen ni papeles para trabajar. Y también me dan pena los drogodependientes y las personas que piden para comer. A estos últimos también les ayudamos en ocasiones con dinero, café, té o agua. Pero es verdad que nosotros queremos tener una atmósfera relajada, y eso no se puede con gente entrando a pedir dinero a los clientes cada quince minutos", lamenta.

Michael, camarero en un bar aledaño al parque.

Michael, camarero en un bar aledaño al parque. Salvador Martínez Berlín

Al igual que él o Sabrina, Aya y Ella, dos jóvenes que en esta tarde de domingo presencian la detención de un par de chicos, "seguramente por vender droga", dicen ellas. Ninguna de las dos tiene mucha fe en lo que las autoridades puedan hacer con el parque. "Es algo sin remedio", dice Aya a EL ESPAÑOL. "La policía viene, detiene a un par de camellos, y luego se van", abunda, señalando que estas detenciones no sirven ni para disuadir ni para atajar el problema del 'Görli'.

"Lo que hacen los camellos lo hemos visto ya los vecinos millones de veces", subraya Sabrina. "Cuando entra la policía en el parque, porque hay patrullas, hay uno de ellos que da el aviso al resto de los vendedores de droga. Éstos se van rápido y vuelven al rato", añade. A su entender, la policía "mete más estrés en el ambiente que otra cosa".

Otros que, como esta mujer, se definen políticamente dentro "del espectro de la izquierda", están convencidos de que la policía hace un mal trabajo cuando interviene en el parque. Hay carteles que acusan a los agentes de hacer, en inglés, racial profiling. También hay pintadas contra esta práctica que se reprocha a la policía y que consiste en identificar, registrar o detener a personas en función de su color de piel. Un reciente estudio de la Universidad Técnica de Berlín, en el que investigadores de dicho centro universitario acompañaron a policías durante tres meses en sus actividades - también en 'Görli' -, no pudo establecer la existencia de dicha práctica.

Michael, en su bar, se ríe ante las intenciones del actual alcalde, el conservador Kai Wegner, elegido este año al frente de la ciudad-estado que es Berlín. Wegner quiere hacer que reine "la ley y el orden" en el parque, dice Michael.

Una pintada en el suelo del parque Görlitzer lee: Stop Racial Profiling.

Una pintada en el suelo del parque Görlitzer lee: "Stop Racial Profiling". Salvador Martínez Berlín

"Pero esto va a oleadas. Primero, las autoridades no hacen nada. Luego dicen tolerancia cero y ponen a la policía a actuar unos dos meses. Después se dan cuenta de que no pueden parar el problema y vuelven a no hacer nada", opina este hombre, que habla como si estuviera curado de los espantos del Görlitzer Park.

"Soluciones sociales para problemas sociales"

Después de darse a conocer el caso de la agresión y violación grupal en el 'Görli' que conmocionó a Alemania este verano, la responsable de Interior de Berlín, la socialdemócrata Iris Spranger, ha presentado planes para hacer posible el cierre del parque por las noches, fijar cámaras de vídeo-vigilancia en las entradas, mejorar la iluminación del parque y aclarar las zonas verdes. Próximamente, según los planes del alcalde, habrá una cumbre por la seguridad.

Para Michael, estas ideas son "tonterías". "¿Cómo van a cerrar el parque si hay agujeros en los muros que lo delimitan? Y si lo hacen, lo que va a pasar es que la criminalidad, durante el cierre, se diseminará en las calles de los alrededores", dice este vecino del "Görli". Por su parte, Sabrina lamenta: "para mí sería lo ideal que los drogadictos tuvieran sitios concretos y fueran acompañados adonde consumir droga. También, sería bueno que hubiera trabajadores sociales en el parque. Pero eso es muy caro".

Hace unos meses, las autoridades del distrito Friedrichshain-Kreuzberg, un bastión del partido ecologista Los Verdes, tuvieron un desencuentro con el club polideportivo TiB, el más antiguo de Berlín pues tiene más de 170 años de historia. De resultas, no podrá realizarse el proyecto de tener abiertas varias canchas de baloncesto dentro del 'Görli', donde ya hay, además de zona de barbacoas y zonas de juegos para niños, un campo de fútbol. Una piscina pública situada en una esquina del parque está de obras de remodelación. Parece abandonada. En las esquinas del edificio hay abundantes restos de basura, como si sirviera de hogar para personas sin techo.

Dentro del parque, en una de las zonas de la alambrada que da acceso al frustrado proyecto baloncestístico del TiB se piden "soluciones sociales para problemas sociales".