En la rave de Dios: música tecno y poca gente con fe se reúnen en la gran iglesia de Berlín.

En la rave de Dios: música tecno y poca gente con fe se reúnen en la gran iglesia de Berlín. Salvador Martínez

Europa

En la rave de Dios: música tecno y muy pocos creyentes se reúnen en la gran iglesia de Berlín

La iglesia de Santo Tomás, uno de los grandes templos protestantes de Alemania, se llenó el sábado de aficionados al tecno en un evento experimental.

22 julio, 2023 03:19
Berlín

A diferencia de aquello que cantaba Daniel Alonso en la canción "La Rave de Dios" de su banda, Pony Bravo, no es la ciudad estadounidense de Wichita, sino Berlín, la capital alemana, donde el pasado sábado se trataba de llegar al Altísimo mediante música electrónica.

La carpa fiestera distribuidora del "fuego sanador" del que hablaban los Pony Bravo estaba en la iglesia de Santo Tomás, un monumental templo protestante del siglo XIX. Ese edificio religioso de la capital alemana, en tamaño, sólo está por detrás de la catedral de Berlín.

Dicha iglesia acogía una fiesta con varios disyóqueys de música tecno rematada con una sesión de chill out espiritual. "El amor cura al alma: rave en la iglesia de Santo Tomás", así presentaban la fiesta en la Agrupación de Parroquias del Distrito Centro de Berlín. Por rave hay que entender "fiesta multitudinaria, generalmente clandestina, en la que se escucha música tecno", según la fundación dedicada al buen uso del idioma español FundéuRAE.

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De diez de la noche del sábado hasta las ocho de la mañana del domingo tronó la música electrónica en este gran templo berlinés. Gracias a la contribución de la diversa y reconocida escena del ocio nocturno de Berlín, la iglesia de Santo Tomás se convirtió en un club más. Era un espacio como esos que turistas de todo el mundo vienen a visitar, llámese Berghain, Water-Gate o About Blank. Había una barra de bar improvisada en uno de los extremos del transepto de la planta de la iglesia. Allí se vendían refrescos, bebidas alcohólicas, también de alta graduación.

No había, en esta casa de Dios berlinesa la atmósfera sexual que sí destilan otros clubes de la ciudad, como el celebérrimo KitKatClub. Eso sí, no faltaban los 'raveros' que acudieron a la fiesta tecno de la iglesia de Santo Tomás muy ligeros de ropa. También había vestidas camisetas negras de rejilla, otras formas de transparencias y hasta pezoneras con forma de equis.

Ropa parecía sobrarle a muchos de los fiesteros a las cinco de la madrugada del domingo. A esas alturas de la rave pinchaba el último disyóquey, colocado en el crucero de la iglesia, delante de una cruz sobre la que iban y venían haces de luz. Unas doscientas personas bailaban en la nave central del templo frente al pinchadiscos como si no hubiera un mañana.

Rave en la iglesia de Santo Tomás, en Berlín.

Rave en la iglesia de Santo Tomás, en Berlín. Salvador Martínez

Había quien acompañaba el pulso de la música gritando por momentos en una forma de éxtasis que sus acompañantes celebraban. Luego, a ese mismo alguien, integrantes del equipo de seguridad de la fiesta lo bajaban de un mueble del equipo instalado en la iglesia para que el templo sonara con éxito como una sala de fiestas con fiebre berlinesa de sábado noche.

El éxtasis del tecno

Éxtasis como el del joven que gritaba a ritmo tecno, y no el que parecen delatar en este tipo de fiestas algunas pupilas, mandíbulas y comportamientos, es lo que, por lo visto, interesaba a los organizadores de la rave de la iglesia de Santo Tomás. No en vano, el éxtasis es, de hecho, "un estado del alma caracterizado por cierta unión mística con Dios".

"Estamos tomando una vieja tradición de nuestra Iglesia. En la edad media, las iglesias siempre tuvieron éxtasis en sus misas. Para darse cuenta de esto hay que ver cómo son las descripciones de las misas de la época. No es nada nuevo", explicaba a EL ESPAÑOL antes de la fiesta Bertold Höcker, responsable de la Agrupación de Parroquias del Distrito Centro de Berlín.

"No usamos instrumentos de tiempos bíblicos ni del Medievo; sino las nuevas posibilidades: el tecno"

"Estamos, simplemente, tomando algo que ya estaba ahí. No tomamos los instrumentos de tiempos bíblicos ni del Medievo. Utilizamos las nuevas posibilidades, y esto es el tecno", según este teólogo experto en canto gregoriano.

El tecno, sí, ayudó a traer en la noche del sábado al domingo a cientos de personas a la iglesia de Santo Tomás. La capacidad estaba limitada a unas 1.000 personas. Entre los organizadores los había que esperaban vender un máximo de ochocientas entradas. Sin embargo, fue terminar la sesión de VADH -nombre del cuarto y último disyóquey- y bajar de súbito toda la emoción que pudo vivirse en el lugar. A las seis de la mañana, y hasta las ocho, la sesión de chill out espiritual sirvió, en el mejor de los casos, para bajar el exceso de pulsaciones que dejó la actuación de cierre.

Elige tu bendición

Junto a la mesa de mezclas se instaló durante la fiesta una especie de cubículo metálico dentro del cual se ofrecían bendiciones. En él había también un arcoíris de luces decorativas, detalle que recordaba que la fiesta se celebra en el marco del mes de orgullo gay de Berlín. Los dos pastores responsables del chill out iban y venían de la mesa de mezclas a ese cubículo esperando que asistentes a la fiesta entraran en él. Muy pocos lo hicieron.

Una pastora evangélica explicaba a EL ESPAÑOL antes de ponerse a "trabajar" que el momento del chill out espiritual trataba de ser "como una misa". "Esta gente, por lo general, no va a ir a la iglesia. Hoy nos los traemos a la iglesia. No sería lo mismo si nosotros fuéramos a los clubes para hablar de religión", señala la pastora en una rápida conversación con este periódico. "En la Iglesia protestante podemos permitirnos este tipo de cosas".

Frente a la mesa de mezclas, llegado el momento, ella tomaría un micrófono y, con música de fondo algo más tranquila, empezó diciendo evocadoras palabras en inglés "holy, your body, holy, your desire, holy, your joy, holy, your love, holy, you're holy, thank god you're here"... o "sagrado, tu cuerpo; sagrado, tu deseo; sagrado; tu alegría, sagrada; tu amor sagrado; eres sagrado, gracias a Dios estás aquí...". Sin sermón stricto sensu, pero dejando ese mensaje ahí, la pastora volvía al cubículo metálico en busca de fiesteros que quisieran ser bendecidos. Pero a esas alturas el lugar se estaba vaciando. Los camareros estaban recogiendo. Eran los estertores de la fiesta.

Las entradas para la 'rave' en la iglesia de Santo Tomás costaban 30 euros

EL ESPAÑOL habla con un turista irlandés que dice no ser religioso y que pasó por ese cubículo. Recibió una bendición de la religiosa que hacía de maestra de ceremonias. "No sabía que era una religiosa, pero he visto la señal y he hecho lo que decía", cuenta con dificultad y la mirada perdida tras horas de fiesta.

Se refiere a unos cartelitos improvisados en los que se lee: "Elige tu bendición". En ellos se plantea: 1) Palabras de bendición sin contacto corporal. 2) Unción: bendición recibiendo la señal de la cruz en la mano o en la frente. 3) Bendición de manos: bendición con contacto con las manos. 4) Imposición de manos: bendición con las manos sobre los hombros o sobre la cabeza.

El dinero, único dios

Otro chaval, tras pasar por la zona de bendiciones, dice a este periódico "no arrepentirse" de haberlo hecho. "Simplemente surgió la ocasión de hacerlo. Hubo mucho contacto visual", apunta el asistente, confeso "no creyente" que oculta su cara con una gorra y unas amplias gafas. Lo que no oculta, junto a su acompañante, es su cierta decepción. "A esta fiesta le pongo un cinco raspado, la música estaba bien, aunque no era nuestro estilo. Pero yo esperaba más cosas del rollo iglesia, gente vestida más en ese plan", plantea.

No parece satisfacerle que, disfrazado, en el punto álgido de la fiesta, sólo hubiera un hombre con camiseta blanca muy ajustada y pantalones muy cortos con alitas a la espalda y una corona de angelito. Es un berlinés de dos buenos metros de estatura. Este hombre disfrazado confiesa que esperaba una "fiesta más familiar".

Iglesia de Santo Tomás, en Berlín.

Iglesia de Santo Tomás, en Berlín. Salvador Martínez

Él se encontró con lo que otro asistente definió como "una fiesta con muy buena música porque los equipos son de la gente del Berghain, con un personal increíble, pero la gente era muy joven, había mucho 'quiero y no puedo ser tecno' y donde sólo al final la fiesta se puso bien". "Ahora bien, el lugar de la fiesta ha sido increíble", comenta este otro joven. Otro de los asistentes que se marchaba justo antes de la misa chill out llegó a decir: "Este evento lo que demuestra es que sólo creemos en un Dios: el dinero". La entrada a la fiesta costaba casi en 30 euros.

Jona, un chico joven que ha acabado bailando sólo al lado del disyóquey, descansa en un banco colocado detrás de la cruz y de la mesa de mezclas de la iglesia. "Antes sólo había ido a la iglesia con mi familia", señala Jona. Es la primera vez que viene sólo a una iglesia y a una fiesta tecno, dice. Tal vez sea este el tipo de "milagro" que obran las raves cuando se celebran en una iglesia.