Disturbios en Francia tras la muerte del joven Nahel

Disturbios en Francia tras la muerte del joven Nahel Reuters

Europa

La violencia en Francia se descontrola: la inteligencia territorial avisa de los que "pretenden matar"

Los miles de detenidos y cientos de edificios incenciados dan la medida de cómo se agrava el problema de los disturbios en el país.

4 julio, 2023 03:00

Descontento, cuestiones identitarias, pobreza. "Venganza". Los servicios de inteligencia franceses buscan las causas de por qué se ha desencadenado en la última semana un nuevo brote de violencia callejera, en este caso como consecuencia de la muerte de un joven magrebí por el disparo de un policía en Nanterre. Una cosa tienen clara en este caso: "Hay un deseo declarado de matar a las fuerzas del orden".

Así lo ha asegurado a Le Monde un miembro del Servicio Central de Inteligencia Territorial (SCRT, por sus siglas en francés), una unidad policial de investigación cuya misión principal consiste en indagar las cuestiones que puedan conducir a graves alteraciones del orden público, como las que se están viviendo en el país europeo en los últimos días.

Y la violencia va a más. Las cifras hablan por sí solas si se compara con otros fuertes disturbios con el componente racial de fondo, los acaecidos en 2005: se han atacado el triple de edificios en seis jornadas de lo que ocurrió entonces en 21 días, al tiempo que se ha más que duplicado el número de detenidos en promedio diario. Además, ha habido que desplegar muchos más agentes para combatir a los delincuentes, así como medios avanzados como unidades de élite o drones, algo que no ocurría años atrás.

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Desde los servicios de inteligencia señalan que se van encadenando sucesivas crisis sociales, que derivan en alteraciones del orden público: los 'chalecos amarillos', las manifestaciones anti vacunas durante la pandemia de Covid-19, las marchas contra la reforma de las pensiones en los últimos meses y ahora las protestas por el fallecimiento de Nahel a manos de un agente policial.

De hecho, recuerdan que se tienen que dar una serie de causas muy específicas para que se inflame la llama de una indignación descontrolada que tome la forma de una turba violenta noche tras noche. "Diez días antes de la muerte de Nahel, un joven de origen guineano murió en circunstancias similares en Angulema sin que se produjese ningún problema", subrayaron fuentes policiales al medio francés.

La tormenta perfecta

Entonces, ¿cuáles son las causas de que abatir a Nahel haya prendido la chispa de unos incidentes continuados? Las fuerzas policiales señalan como elemento indispensable la difusión de vídeos en redes sociales, que generan un 'efecto llamada'.

Los disturbios comenzaron en Nanterre, donde falleció el joven de origen magrebí, horas después del suceso. Al día siguiente, se replicaron en otros municipios, y los momentos de mayor gravedad se produjeron en la tercera y cuarta noche, cuando ya el despliegue policial ascendió a 45.000 agentes para intentar mantener las calles bajo control.

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Pero las redes sociales no solo alientan la imitación por parte de otros delincuentes, sino que facilitan que se organicen. Las emisiones en directo, por su parte, permiten que acudan a sumarse donde más descontrolada esté la situación, en una decisión en la que resulta clave la percepción de sentirse integrado y amparado en una masa tan ingente que resultará imposible padecer ninguna represalia.   

A ello hay que sumar que buena parte de los disturbios han tenido lugar en suburbios o en ciudades pequeñas, donde hay problemas de pobreza y marginación social y donde los efectivos de las fuerzas del orden son mucho menos numerosos que en las grandes urbes.

El bajo nivel socioeconómico de algunas de las zonas más afectadas hace que los disturbios deriven en asaltos de comercios: "El robo y el saqueo se justifican en nombre de una forma de 'ponerse al día' con la pobreza que se vive a diario", indican fuentes policiales a Le Monde.

El perfil: ¿joven 'revoltoso' o delincuente?

Pero no todo está vinculado a factores económicos o de reivindicación política. Las fuerzas de seguridad sí tienen claro que el perfil de los alborotadores es eminentemente joven, de unos 17 años, y el número de mujeres presentes va en auge.

Sin embargo, los servicios de inteligencia clasifican en dos grandes grupos a la mayoría de los protagonistas de los disturbios: cerca del 45% son personas con antecedentes penales, pero el resto son desconocidos para la policía. Desde el SCRT consideran que estos últimos ven los altercados como "un juego", que "no perciben la gravedad de la violencia cometida" y que para ellos supone una "gran liberación" la alteración del orden público. Esa percepción de juego se fomenta con la visualización o difusión de contenidos en las redes sociales, retroalimentando el problema.