Vladímir Putin, reunido con los jefes de los servicios de seguridad rusos en Moscú, este lunes.

Vladímir Putin, reunido con los jefes de los servicios de seguridad rusos en Moscú, este lunes. Reuters

Europa

Putin acusa a Occidente de estar tras el motín de Prigozhin y respalda a su ministro de Defensa

El presidente ruso se pronuncia desde los acontecimientos del fin de semana bajo un halo de autoridad y unidad dentro del Kremlin.

27 junio, 2023 03:17

Vladímir Putin ha reaparecido resarcido tras el fracasado motín del Grupo Wagner contra el Kremlin el pasado fin de semana. En un comunicado televisado, el mandatario se ha dirigido a Rusia y al mundo con una consigna clara: su Gobierno se mantiene firme. En él permanece el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, pese a que una de las principales exigencias de Yevgeni Prigozhin —jefe de Wagner— era su destitución.

El presidente ha culpado a los organizadores del motín de cometer la mayor injuria posible: traicionar "a su país, a su pueblo, traicionaron también a los que habían arrastrado al crimen, mintiéndoles, empujándoles a la muerte, bajo el fuego, para fusilar a los suyos", ha declarado en la aparición televisiva del lunes. Además, Putin lamenta que el revuelo del fin de semana haya convenido a "los enemigos de Rusia y los neonazis en Kiev, y sus patrocinadores occidentales, y todo tipo de traidores nacionales".

En una entrevista con el canal de televisión ruso RT, el ministro de Exteriores Serguéi Lavrov ha declarado que el Kremlin ya investiga si los servicios de inteligencia de Occidente estuvieron implicados en la rebelión. Rusia tiene "estructuras con este fin y les aseguro que ya se dedican a eso", ha afirmado.

El ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, en la reunión de este lunes 26 de junio.

El ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, en la reunión de este lunes 26 de junio. Reuters

Lavrov ha hecho analogía con el golpe de Estado de Ucrania en 2014 para defender que EEUU reacciona de modos muy diferentes ante los intentos de rebeliones, dependiendo de quién esté en el poder y quién trata de dar el golpe de Estado: "Las provocaciones sangrientas contra agentes del orden desarmados, el golpe de Estado contra el presidente legítimo pocas horas después de que se firmara un acuerdo apoyado por la UE para solucionar el conflicto. EEUU no protestó contra esta revuelta, al igual que sus aliados europeos", aseveró.

Ante las posibles acusaciones, el presidente de EEUU, Joe Biden, no ha tardado en pronunciarse, y ha insistido este lunes en que ni Occidente ni la OTAN estuvieron involucrados en la sublevación. Desde la Casa Blanca, Biden dijo el lunes por la mañana que estuvo siguiendo los hechos "hora a hora" con su equipo de seguridad nacional y que habló con los aliados "clave" por Zoom para estar seguros de que  Putin no les culpara de lo sucedido.

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Durante este fin de semana, Biden conversó por teléfono con los responsables de Francia, Alemania y el Reino Unido para analizar la situación en Rusia. "Es crucial que estemos coordinados en nuestra respuesta y en lo que hacemos para anticiparnos. Acordamos asegurarnos de que no le damos ningún pretexto a Putin para que culpe ni a Occidente ni a la OTAN", apuntó el mandatario estadounidense. "Dejamos claro que no estuvimos implicados —siguió el presidente—, no tenemos nada que ver con esto, esto fue parte de una lucha dentro del sistema ruso".

Magnánimo e implacable

Con cara de pocos amigos y bajo un halo que pretendía trasmitir su autoridad absoluta durante un discurso que apenas duró cinco minutos, Vladímir Putin dejó patentes dos ideas en sus palabras: el líder es magnánimo, el líder es implacable.

Putin celebra una reunión con los jefes de los servicios de inteligencia rusos, este lunes en Moscú.

Putin celebra una reunión con los jefes de los servicios de inteligencia rusos, este lunes en Moscú. Reuters

Mientras sus palabras alababan el "apoyo al orden constitucional" para alinearse en todas las medidas necesarias para defender a Rusia del intento de golpe, agradecían al pueblo por su "resistencia, unidad y patriotismo" y valoraban la "máxima cohesión de la sociedad, el (poder) Ejecutivo y el (poder) Legislativo a todos los niveles", Putin se erigía por encima de todos ellos en protagonista absoluto del golpe abortado.

"Desde el principio se tomaron medidas por orden directa mía para evitar un gran derramamiento de sangre", señaló. El líder quería "dar tiempo a los que se habían equivocado para entrar en razón, para que se dieran cuenta de que sus acciones eran fuertemente rechazadas por la sociedad".

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Por todo ello, Putin, en su magnanimidad, ofreció a los soldados y oficiales del Grupo Wagner la "oportunidad de continuar tu servicio a Rusia firmando el contrato con el Ministerio de Defensa o cualquier otra agencia de seguridad". Y no sólo eso. Quien no quiera firmar podrá volver con "su familia o amigos". Putin confirmó que "la promesa que hice se cumplirá" y "quien quiera puede ir a Bielorrusia".

Una magnanimidad que nadie debe confundir con debilidad, porque si bien en un principio Putin habló de una amnistía generalizada para todos los participantes en el motín, recordó que "esta es una actividad criminal que tiene como objetivo debilitar al país, y esta fue una amenaza colosal para nosotros".

El jefe mercenario de Wagner, Yevgeny Prigozhin, abandona Rostov del Don.

El jefe mercenario de Wagner, Yevgeny Prigozhin, abandona Rostov del Don. Reuters

En ningún momento habló de Yevgeni Prigozhin, que horas antes había reaparecido mediante un mensaje de audio en Telegram, aunque nadie conoce su paradero a ciencia cierta. El líder del Grupo Wagner es el destinatario unívoco de las palabras de Putin —"Cualquier tipo de chantaje está condenado al fracaso"— y ya sabe que deberá mirar por encima de su hombro el resto de sus días, porque como dijo Putin la rebelión fue "un suicidio".