El presidente ruso Putin y el presidente bielorruso Lukashenko se reúnen en Sochi

El presidente ruso Putin y el presidente bielorruso Lukashenko se reúnen en Sochi Reuters

Europa

Putin arrastra a Lukashenko a la guerra: manda soldados al frente pese al alto coste político

Minsk ha anunciado el despliegue de un contingente militar junto a las fuerzas rusas en las inmediaciones de Kiev.

11 octubre, 2022 02:53

Alexander Lukashenko ha sido para Vladímir Putin el cómplice necesario para su "operación especial" en Ucrania. Sólo al inicio de la invasión, el líder bielorruso permitió que las tropas de su homólogo ruso entrasen en su país y se desplegasen a lo largo de los 800 kilómetros de frontera que comparte con Ucrania. Desde allí, varias columnas militares del Kremlin llegaron a las afueras de Kiev en menos de 24 horas y, desde allí, se dispararon más de 70 misiles durante la primera semana de conflicto. 

Aunque la implicación de Bielorrusa es evidente, el régimen de Lukashenko se ha esforzado por marcar ciertas distancias. "No hemos tomado parte de las hostilidades ni vamos a hacerlo", aseguró en marzo. Más tarde, sin embargo, reconoció que estaba "participando", pero matizó que "ni había matado a nadie ni había enviado militares a ningún lugar". 

Ahora, con las recientes derrotas militares rusas en el campo de batalla y la anexión ilegal de cuatro provincias ucranianas, la guerra ha entrado en una nueva fase. Y Putin, aislado fuera y debilitado en casa, ha conseguido que su principal (y único) socio amplíe su participación en la contienda.

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Este mismo lunes, Minsk ha anunciado el despliegue de un contingente militar junto a las fuerzas rusas en las inmediaciones de Kiev. "Los ataques en nuestro territorio no sólo se están discutiendo hoy en Ucrania, sino que también se están planeando", aseguró Lukashenko sin aportar pruebas.

Aprovechó para advertir al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, de que "ni él ni el resto de lunáticos se atreva a tocar con sus sucias manos ni un metro de territorio bielorruso". Y añadió: "Llevábamos preparándonos para esto años. Si es necesario responderemos". 

Militares ucranianos asisten a simulacros conjuntos en la frontera con Bielorrusia.

Militares ucranianos asisten a simulacros conjuntos en la frontera con Bielorrusia. Reuters

La vecina Polonia no ha tardado en reaccionar y ha instado a los ciudadanos polacos de Bielorrusia a abandonar el país. "Les recomendamos que salgan del territorio por las vías comerciales disponibles o por medios privados", recogen en la página web del Gobierno. 

La decisión de Lukashenko no podría llegar en un mejor momento para Putin. El sábado, un explosivo voló parcialmente el puente de Kerch en Crimea, la península anexionada ilegalmente en 2014.

Polonia insta a sus ciudadanos de Bielorrusia a abandonar el país

Ese ataque desató la furia del presidente ruso y, este lunes, como venganza, lanzó un ataque aéreo a gran escala en las principales ciudades ucranianas. Al menos 11 personas han fallecido y más de 64 han resultado heridas durante los bombardeos.

Pocas horas después, Putin ha vuelto a las amenazas y ha señalado que habrá "firmes respuestas" a los "atentados terroristas". Respuestas en las que, a partir de ahora, podría participar Lukashenko, aunque eso le ponga en una posición política muy frágil

La debilidad de Lukashenko

El régimen del presidente de Bielorrusia, conocido como "el último dictador de Europa", se tambaleó hace dos años, cuando la población salió a la calle para exigir unas elecciones libres. Lukashenko logró entonces sofocar las protestas utilizando la fuerza bruta, pero sobre todo gracias a la ayuda del Kremlin. El descontento, sin embargo, persiste en un país que lleva un cuarto de siglo bajo el gobierno de una misma persona.  

"La posición de Lukashenko es muy frágil. La gente tiene energía y deseo de lograr cambios democráticos", ha explicado la activista bielorrusa en el exilio y ganadora del Premio Nobel de la Paz de este año, Sviatlana Tsikhanouskaya, a la agencia Reuters

"La posición de Lukashenko es muy frágil. La gente tiene energía y deseo de lograr cambios democráticos"

Sviatlana Tsikhanouskaya

A eso se le suma que las sanciones impuestas por Occidente por la represión del régimen y por su apoyo a la guerra de Putin han golpeado duramente a la economía. Y no sólo se han visto afectados los ciudadanos: los castigos apuntan directamente a políticos y altos cargos militares. 

Esto ha debilitado el apoyo al líder de Minsk de los aliados domésticos. Muchos, por ejemplo, se han opuesto abiertamente a respaldar la invasión de Ucrania para evitar que Bielorrusia quede todavía más aislada de la comunidad internacional y resucite el fantasma de las protestas. 

Porque la "operación especial" de Putin tampoco es popular entre los bielorrusos. Según una encuesta de Chatham House, sólo el 5% estaba a favor de enviar tropas para apoyar a Rusia, mientras que alrededor del 70% indicaron su negativa a participar en el conflicto.

El presidente bielorruso Lukashenko preside una reunión en Minsk.

El presidente bielorruso Lukashenko preside una reunión en Minsk. Reuters

Complicaciones militares

"Un Kremlin debilitado significa un Lukashenko debilitado", señaló Tsikhanouskaya a Reuters. Y lo cierto es que si las protestas estallaran en Bielorrusia como en 2020, lo más probable es que no pudiese contar con el apoyo financiero y militar de Moscú para mantenerse en el poder. 

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Eso por no hablar de las complicaciones que se le presentan a la hora de participar activamente en la contienda de su aliado. La mayoría de las tropas del ejército bielorruso son reclutas que realizan el servicio militar obligatorio, lo que significa que son ciudadanos que podrían compartir el descontento social e incluso intentar tumbar el régimen actual si se les obligase a ir al frente en otro país. 

Le quedan las fuerzas de operaciones especiales del país, un grupo de entre 4.000 y 6.000 oficiales, según The Washington Post. No obstante, estas participaron en la represión de las protestas de hace dos años y, todavía hoy funcionan como elemento de disuasión para las movilizaciones sociales. En este sentido, renunciar a estos efectivos supondría quedar desprotegido dentro de sus propias fronteras