Una furgoneta arde tras un ataque de misiles en el metro de Járkov.

Una furgoneta arde tras un ataque de misiles en el metro de Járkov. Efe

Europa

Ucrania se aferra a la defensa de zonas clave del este pese a la creciente falta de hombres y armas

Rusia emplea la llamada "técnica del caldero": fomentar estos pequeños embolsamientos en vez de lanzarse por objetivos demasiado ambiciosos.

28 mayo, 2022 02:19

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"Superados en hombres y en armas", de esta manera definen varios altos cargos de la administración de Volodimir Zelenski la situación que atraviesa su ejército en la defensa del cinco por ciento de territorio que aún controla en Lugansk. Corroboran así la afirmación del ministro ucraniano de asuntos exteriores del pasado jueves en Twitter: "En términos militares, la situación en las provincias orientales es tan complicada como se está diciendo… o incluso peor de lo que se está diciendo".

¿Y qué se está diciendo? Que prácticamente todo Limán -quedaría una pequeña zona al sudoeste de la estación de ferrocarril, según la Revista Ejércitos- ya parece haber caído en manos rusas, lo que supone el posible acceso directo hacia Sloviansk y Kramatorsk, capitales ucranianas de la región de Donetsk y centros de mando de la defensa local. No es que dicho acceso vaya a ser fácil, pues hablamos de intentar controlar una carretera que pasa por en medio de un parque natural, con lo que eso conlleva en términos de acciones sorpresa y dificultad en el avance.

En cualquier caso, por primera vez en tiempo, ambas ciudades quedan "a tiro" de un posible ataque ruso y esa no es una buena noticia, aunque es de suponer que las defensas ucranianas llevan meses preparándose para esta eventualidad. No es lo mismo conquistar Limán, una ciudad de 20.000 habitantes antes del inicio de la invasión que hacerse con el conglomerado Sloviansk-Kramatorsk, de casi 300.000. Estados Unidos ya ha anunciado su intención de enviar cuanto antes armamento que permita a Ucrania defender estas ciudades, incluyendo sistemas de misiles de largo alcance.

Con todo, las grandes batallas se siguen librando en Lugansk, donde Alexander Striuk, el jefe de la administración militar de Sievierodonetsk, reconoció en una entrevista concedida a una radio ucraniana que el 90% de los edificios de la ciudad estaban afectados por los bombardeos rusos de estos tres meses… y que las tropas enemigas controlaban ya dos tercios de los alrededores, dejando solo una salida aún de posible conexión con el resto del país, lo que impediría de momento la repetición de un nuevo cerco como el de Mariúpol.

El riesgo de caer en "la técnica del caldero" rusa

Lo que sabemos seguro es que la defensa ucraniana está siendo tan fiera como el ataque ruso pese a las citadas limitaciones numéricas y armamentísticas. No es probable que las nuevas armas lleguen a tiempo y habrá que aguantar con lo que ya se haya podido trasladar desde la retaguardia occidental. A primera hora del viernes, se supo que un grupo de sabotaje ruso había entrado en el hotel Mir, desde donde estarían intentando hacerse fuertes como avanzadilla de una posible entrada de la infantería en la ciudad.

Militares ucranianos en un autobús tras salir de la planta siderúrgica de Azovstal en Mariúpol sitiada. Se dirigen a una colonia penal en Olyonivka, territorio bajo el gobierno de Rusia.

Militares ucranianos en un autobús tras salir de la planta siderúrgica de Azovstal en Mariúpol sitiada. Se dirigen a una colonia penal en Olyonivka, territorio bajo el gobierno de Rusia. AP Photo GTRES

El hotel Mir está ubicado en un barrio dentro de la periferia de Sievierodonetsk, al noreste de la ciudad, lo que indica que, si las tropas de reconocimiento rusas están ahí, el ejército regular tiene que estar un poco más lejos y en ningún caso habría entrado en la gran capital del Lugansk ucraniano. Quede constancia de que las milicias prorrusas están afirmando lo contrario, como viene siendo habitual desde el principio de una guerra donde la desinformación abunda.

La resistencia de Sievierodonetsk y de Lugansk en general se había puesto en duda a principios de semana ante el continuo recular de las tropas locales y el avance lento pero seguro del invasor ruso. El riesgo de que buena parte de las unidades que vienen defendiendo la zona desde hace ocho años, cuerpos de élite con experiencia de sobra y que Ucrania no se puede permitir perder, quedaran aisladas del resto del país y por lo tanto condenadas a una derrota que solo podría prolongarse en el tiempo sigue estando ahí.

Rusia viene utilizando desde hace unas semanas la llamada "técnica del caldero", para fomentar estos pequeños embolsamientos en vez de lanzarse por objetivos demasiado ambiciosos y está funcionando. Con todo, Kiev ha decidido arriesgarse ante el miedo a no poder recuperar luego lo que se pierda ahora. El tiempo dirá si ha sido la decisión más sensata.

El sur paga el esfuerzo en el este

Mientras, no todo son malas noticias para el ejército de Zelenski: según Nathan Ruser, investigador del Instituto Australiano de Política Estratégica, Ucrania habría recuperado Komishuvakha, frenando la sangría al norte de Popasna, en Lugansk, y habría repelido los intentos rusos de conquistar Ternova, prácticamente en la frontera entre la provincia de Járkov y la de Bolgorod.

Ruinas de un silo de grano en la ciudad de Sivers'k en el Donbás.

Ruinas de un silo de grano en la ciudad de Sivers'k en el Donbás.

Por si eso fuera poco, las tropas destinadas al sur de Mikolaiv podrían haber cruzado el río Inhulets y tomado la ciudad de Davidiv Brid, ya en la región de Jersón, hasta ahora bajo completo control ruso. Ya dijimos a principios de semana que el frente sur podría activarse en cualquier momento, pues ambas partes están preparando nuevos batallones para dirimir esa frontera. A nadie se le escapa que el esfuerzo ingente que está haciendo Rusia para tomar el Donbás supone una relajación inevitable en los demás frentes, especialmente Jersón, Zaporiyia y, por supuesto, el norte de Járkov.

Rusia tiene el típico problema de la manta que cubre los pies o la cabeza pero no las dos cosas a la vez. Para conseguir su objetivo declarado de tomar todo Lugansk y todo Donetsk puede acabar perdiendo el anunciado corredor por el Mar de Azov y el Mar Negro que sirva de protección de Crimea y de posible línea de avance hacia Odesa y Transnitria.

El último rumor del día no puede ir más en contra de lo que se está viendo sobre el terreno y la propia estrategia de pequeños objetivos que tan bien está funcionando: según el medio no oficialista ruso Meduza, y citando fuentes cercanas al Kremlin, Rusia no habría abandonado sus planes de tomar Kiev y ganar la guerra a lo grande este otoño, confiando, como en febrero, en que la desidia occidental deje desprotegido al gobierno ucraniano.

Teniendo en cuenta que les ha tomado tres meses llegar hasta Sievierodonetsk, a poco más de treinta kilómetros de la línea de demarcación acordada en Minsk en 2014, el objetivo parece poco realista… cuando no directamente temerario.