Decenas de personas disfrutan del buen tiempo cerca de Los Inválidos, en París.

Decenas de personas disfrutan del buen tiempo cerca de Los Inválidos, en París. Reuters

Europa CORONAVIRUS

Ni el repunte de casos ni las restricciones frenan las fiestas ilegales en Francia y Alemania

Cientos de personas se reúnen por las noches en las grandes ciudades europeas durante la Semana Santa, pese al aumento de las restricciones. 

4 abril, 2021 02:34

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El aumento de restricciones y controles policiales esta Semana Santa para frenar la propagación de Covid-19 no han impedido que cientos de personas se junten en fiestas clandestinas y botellones en las grandes ciudades europeas

Por un lado, el buen tiempo que hace estos días en Alemania ha provocado una proliferación de las grandes reuniones al aire libre en los parques de las ciudades, pese al repunte de casos. 

Uno de los más destacados, el parque Gleisdreieck de Berlín donde, sin mascarillas ni distancia de seguridad, varios cientos de jóvenes se arremolinan de forma distendida en grupos al atardecer. Algunos con música, muchos con cervezas.

Siguiendo el procolo que están llevando a cabo en otros parques de la ciudad, la Policía aparece con varias furgonetas y casi un centenar de agentes irrumpe en el parque para disolver a los grupos. Muchos jóvenes corren, otros se enfrentan a las fuerzas de seguridad "de forma muy agresiva", según informó la Policía de Berlín.

La escena, de la que fue testigo Efe, acaba con gritos e insultos, lanzamientos de botellas y piedras a los agentes, el empleo de botes de humo, varios heridos -por ambas partes- y la identificación de once jóvenes, algunos menores de edad. La policía denunció un ataque con un extintor por el que resultaron afectados con problemas respiratorios e irritaciones oculares cuatro agentes.

"Hubo problemas: algunos de los chicos se empezaron a pelear, algunos no se querían ir y ahí está la policía con los cascos dispersándolos", explica a Efe Federico, un testigo casual de los hechos.

Una joven que prefirió no identificarse criticó la actuación policial: "Me enfada que esté pasando todo esto, pero estamos muy cansados de las restricciones. Además, estamos en la calle, por lo menos no estamos en pisos cerrados ni en fiestas clandestinas".

No es un hecho puntual. Se trata de la segunda ocasión en la que la policía interviene en ese parque. En la tarde noche del miércoles, más de 2.500 personas según la policía se concentraron allí sin cumplir las restricciones. "Es la primera vez desde el verano en el que veo tanta gente junta", explicó el miércoles a Efe Pau, un catalán estudiante Erasmus que se encontraba en ese parque.

El caso del Gleisdreick no es único. Escenas similares se han producido en los últimos días en muchos otros puntos de Berlín y a lo largo y ancho del país. En Múnich, por ejemplo, la policía tuvo que actuar este jueves en una plaza donde se habían concentrado unas 400 personas con mesas plegables, alcohol y música.

Nuevas restricciones

Estos sucesos coinciden con la entrada en vigor en Berlín y otras ciudades alemanas de más restricciones para frenar la pandemia. En la capital, por ejemplo, se ha instaurado un toque de queda parcial que limita a dos las personas que pueden reunirse en exteriores entre las 21.00 y las 5.00.

Además, las guarderías están cerradas salvo para los hijos de trabajadores esenciales y, desde martes de Pascua, en exteriores se prohíben los encuentros de más dos personas -si no son convivientes- y en interiores no estarán permitidas las visitas nocturnas.

Repunte de casos

Alemania según ha reconocido su ministro de Sanidad, Jens Spahn, se encuentra "en medio de la tercera ola". Este sábado hubo un leve descenso en la incidencia semanal de contagios -la media en Alemania 131,4 casos por 100.000 habitantes, frente a los 134 notificados el viernes. Pero se está muy lejos de la contención lograda entre finales de enero y febrero, en que se había bajado a los 60 casos semanales.

Eso determinó entonces a las autoridades a contemplar una tímida reapertura. Pero ante el repunte continuado desde que se entró en marzo, se activó de nuevo el llamado "freno de emergencia" -contemplado a partir de los 100 casos semanales por 100.000 habitantes-, ante la impaciencia y frustración de muchos ciudadanos.

La restauración, el ocio y la cultura quedaron cerrados en noviembre, a lo que se sumaron, en diciembre, los comercios no esenciales. Desde entonces, la mínima reapertura solo sirvió para reabrir peluquerías, museos y centros de jardinería, mientras que algunos comercios de Berlín vuelven a recibir clientes, aunque solo con cita previa o presentando un test de antígenos.

Fiestas clandestinas en París

Francia tampoco se libra de las fiestas ilegales en sus grandes ciudades. En París, que tras meses de toque de queda ha impuesto su tercer confinamiento en un año, los jóvenes agudizan su ingenio para celbrar reuniones clandestinas en plena aceleración de los casos de Covid-19 y de saturación en las UCI.

Los túneles y las vías en desuso de metros y trenes se han convertido en el escenario ideal de este tipo de encuentros ilegales, que pueden alargarse días y reúnen a centenares de personas sin mascarilla al ritmo de la música electrónica. También son frecuentes los eventos multitudinarios en castillos a las afueras de la capital.

Estas últimas reuniones requieren de pruebas de antígenos o PCR negativas así como pagar 50 euros por la entrada, ya que incluye desplazamiento, cena y alojamiento, comenta a Efe una estudiante de ADE española de 21 años, quien justifica su asistencia "con el propósito de socializar".

La crisis del coronavirus, y en particular los periodos de confinamiento, han provocado un aumento de los estados depresivos entre los franceses, sobre todo entre los jóvenes de entre 15 y 24 años, según estudios recientes.

A Carlos Reyes, mexicano de 23, le ofrecieron organizar un evento de este tipo, pero rechazó la oferta porque había "mucho lucro" detrás, ya que gran parte del dinero que pagan los invitados se convierte en ganancias para los promotores, razona.

Pisos de alquiler

Otros jóvenes apuestan por fiestas privadas de entre treinta y cuarenta personas en pisos de alquiler, donde las normas anticoronavirus brillan por su ausencia. "Hay algunas conductas un poco peligrosas, como beber de la misma botella. El espacio es pequeño, no hay ventilación y no se respeta el distanciamiento social", comenta Reyes, ingeniero que lleva cuatro años en Francia.

Quienes acuden a estas fiestas no ven riesgo "aunque haya gente de su edad en los hospitales", apunta este mexicano. "El mayor argumento que tienen (los jóvenes) es que el virus solo afecta a los viejos". En una de esas fiestas a la que él mismo acudió había una persona contagiada que acabó trasmitiendo el virus a otras cinco. "Les importa poco", aclara.

Las autoridades conocen esta situación, y en algunos casos la policía acaban presentándose ante las quejas de los vecinos, pero no es suficiente para amedrentar a los organizadores, que al día siguiente repiten la fiesta en el mismo sitio.

Las redes sociales, como Facebook e Instagram, y los grupos de mensajería privados en Telegram y WhatsApp sirven de herramienta para la organización de estos eventos, ahora que los bares y discotecas permanecen cerrados.

En algunas ocasiones, locales de grandes dimensiones, que cuentan con DJ, luces de neón e incluso jacuzzis, se ofrecen para albergar estos encuentros clandestinos.

Máximo de 6 personas

Los jóvenes se saltan también la recomendación sanitaria de un máximo de seis personas en un domicilio que no sean convivientes ya que la legislación impide regular los espacios privados.

"Somos como el río, si hay una piedra descubriremos otro camino para esquivarla. Si hay un problema, si la ley nos lo prohíbe, encontraremos un camino para salirnos de esta ley que consideramos un poco ridícula", valora Artur Rodrigues, de 30 años.

Este recepcionista de hotel quedó recientemente con siete amigos para cenar después de casi un año sin verlos. "Era un encuentro seguro; nadie estaba enfermo", argumenta.

"Hay controles, pero la policía no tiene derecho a entrar en una casa. Tiene que haber una orden judicial. Gracias a Dios, porque si no estaríamos en una dictadura como en China", opina este brasileño que lleva tres años en París.

Más de 96.000 muertes

Tras la extensión del tercer confinamiento a todo el país, que entrará en vigor el domingo y fue anunciada el miércoles, el primer ministro francés, Jean Castex, condenó "la irresponsabilidad" de quienes no respetan las reglas y alertó de que se endurecerán las medidas contra los que organicen fiestas clandestinas.

Su advertencia llegó en un momento en el que el país ronda los 96.200 muertos y los 4,7 millones de positivos, y después de que los medios se hicieran eco de flagrantes violaciones de la normativa: el pasado domingo, hubo nueve detenidos en una fiesta multitudinaria con unas 6.500 personas en las calles de Marsella.

Y en Lyon, dos hermanos de 26 y 22 años, que organizaron una concentración festiva en las orillas del río Saona, fueron arrestados después de presentarse a la policía este viernes.

Aunque siete de cada diez franceses aprueban las nuevas restricciones, la intención de no cumplirlas a rajatabla es alta entre los jóvenes, advertía también ayer un estudio publicado en el diario Le Figaro, según el cual el 63% de quienes tienen entre 18 y 34 años prevén permitirse ciertas licencias.