El dictador portugués, António de Oliveira Salazar.

El dictador portugués, António de Oliveira Salazar.

Europa

Indignación en Portugal contra la construcción de un Museo sobre el dictador Salazar

Centenares de ex presos políticos de la dictadura y otros 5.600 ciudadanos han pedido al Gobierno socialista que frene el proyecto.

20 agosto, 2019 13:21

Cuarenta y cinco años después de la revolución que acabó con su dictadura, António de Oliveira Salazar resurge en Portugal con el proyecto de un museo en su pueblo natal que, advierten ex presos políticos y otros ciudadanos, servirá para "endiosar" a quien los lusos creían ya en un olvido permanente.

La polémica idea parte del Ayuntamiento de Santa Comba Dão, al que pertenece la aldea de Vimieiro, donde nació el dictador, y está impulsada, para sorpresa de gran parte de la sociedad, por un alcalde socialista, Leonel Gouveia.

"Será un lugar para el estudio de la historia del Estado Novo. No un santuario destinado a nacionalistas ni un museo donde se va a 'demonizar' al estadista de Santa Comba Dão", ha dicho Gouveia en alusión a Salazar.

Unas declaraciones que han levantado ampollas por definir simplemente como "estadista" a quien dirigió la dictadura más longeva de Europa y porque, pese a que insiste en que se dedicará al Estado Novo, la estructura a través de la cual ejerció el poder, muchos consideran que en realidad busca blanquear a su líder.

Sobre todo tras oír al alcalde decir que no se va a "demonizar" a Salazar.Por el momento han alzado la voz dos centenares de ex presos políticos de la dictadura, acabada en 1974, y otros 5.600 ciudadanos que han pedido al Gobierno del socialista António Costa que frene el proyecto de su compañero de partido.

Lo hacen en sendos manifiestos que ganan adeptos a cada hora que pasa y en los que se advierte de que el museo, que pretende abrirse a final de verano, "se configura como un instrumento al servicio del blanqueamiento del régimen fascista y un centro de peregrinaje para los nostálgicos".

Una opinión con la que coincide la escritora Lidia Jorge, autora de algunas de las novelas que reflejan la vida en los estertores de la dictadura salazarista y la célebre Revolución de los Claveles. La iniciativa, dice a Efe, "choca porque pensábamos que nuestra dictadura fue tan prolongada, y tan intensa, y nos dejó tan mal, que no volvería a crearse nostalgia de Salazar".

Ahora, cree que el "clima internacional" ha propiciado que surjan propuestas como la del museo, que demuestra además, a su juicio, que los portugueses no han "afrontado la memoria del dictador". "(El país) aún no había afrontado la memoria del dictador. Estaba en baño maría, adormecido, y ahora hay un movimiento para retomarlo, del cual el museo es apenas uno de los aspectos más visibles", sostiene.

Según la prensa portuguesa, el museo se enclavará en la antigua "Escuela-cantina Salazar", junto a la casa del dictador en Vimieiro, propiedad del Ayuntamiento al igual que la vivienda donde nació, la bodega y la quinta (finca) que le pertenecieron en vida.

El plan sería instalar en este recinto "contenidos multimedia e interactivos", y se presenta como una suerte de oportunidad económica para revitalizar Santa Comba Dão.

Para Jorge, es "bastante extraordinario" que una propuesta así surja de un alcalde socialista, algo que "disminuye la imagen de los socialistas en Portugal".

"Y significa otra cosa: que el populismo atraviesa todos los partidos, y este es un movimiento populista de un alcalde socialista que piensa que su ciudad llamará a turistas, y no ve las consecuencias políticas, culturales, sociales... Solo quiere colocar en el mapa a su Ayuntamiento", lamenta.

Y estalla cuando recuerda las declaraciones sobre no "demonizar" a Salazar.

"¿No quiere demonizar? ¿Qué significa eso? ¿No puede demonizar a alguien que durante 40 años amordazó a un país, lo aisló, lo dejó en la miseria? Es increíble que un alcalde socialista haya dicho esto", concluye.

El proyecto de construir un museo sobre Salazar en su pueblo natal es antiguo. En 2007 ya se movilizaron varios activistas antifascistas en sendas peticiones para impedir su creación. El Ministerio de Cultura entonces rechazó su integración en la red nacional de museos