Costa, Macron y Sánchez, durante una de las reuniones de la cumbre

Costa, Macron y Sánchez, durante una de las reuniones de la cumbre UE

Europa

Los líderes europeos fracasan al segundo intento de reparto de poder y se dan 24 horas más

Se reunirán de nuevo este martes a partir de las 11:00 con el propósito de lograr un pacto en tiempo de descuento.

1 julio, 2019 12:39
Bruselas

Noticias relacionadas

Fiasco sin paliativos. Pese a más de 24 horas de negociaciones seguidas y una noche sin dormir, los jefes de Estado y de Gobierno de los 28 han sido incapaces de llegar a un acuerdo sobre el reparto de poder en la Unión Europea en la nueva legislatura. Es más, la maratón negociadora ha acabado en cruce de reproches. La legislatura que comienza este martes con la sesión inaugural en Estrasburgo de la Eurocámara salida de las elecciones del 26-M. Ante el bloqueo total, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha convocado otra cumbre urgente para el mismo martes a las 11:00.

El pulso entre los socialistas de Sánchez y los liberales de Macron por un lado, y el Partido Popular Europeo (PPE) por el otro, ha hecho imposible cualquier compromiso. El PPE ha vivido además una fractura inédita. Su líder natural, Angela Merkel, ha sufrido una rebelión sin precedentes por parte del resto de dirigentes populares, que no aceptan ceder la presidencia de la Comisión al socialista holandés Frans Timmermans. Este era el pacto previo que habían firmado Merkel, Macron y Sánchez en la cumbre del G-20 en Osaka, que ha estallado por los aires.

"Tenemos que calificarlo como un fracaso porque no se ha encontrado ningún resultado. Y creo que estamos dando una mala imagen de Europa. Nadie puede estar satisfecho de lo que acaba de pasar durante tantas horas", ha lamentado Emmanuel Macron. El presidente francés se queja de que "algunas personas no han facilitado el acuerdo debido a ambiciones personales". "Lo que falta en torno a la mesa es el sentimiento y la obligación de defender el interés general europeo", sostiene.

Por su parte, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se ha aliado con Macron y contra Merkel en estas negociaciones, ha confesado su "enorme frustración por ver que hay una disparidad de criterios, una disparidad de intereses dentro del Consejo que hacen muy difícil el acuerdo". Sánchez avisa del "potencial riesgo de abrir una crisis institucional entre el Consejo y el Parlamento Europeo".

A su juicio, el culpable principal del fiasco es el Partido Popular Europeo. Sánchez ha explicado que Timmermans había alcanzado un acuerdo previo con el candidato de los populares a la Comisión, el alemán Manfred Weber, cuyo objetivo era preservar el principio de los Spitzenkandidat, es decir, más poder para la Eurocámara en el nombramiento del sucesor de Jean-Claude Juncker.

Dado el rechazo que genera entre liberales y socialistas, Weber iba a dar un paso atrás en beneficio de Timmermans y se conformaría con la presidencia de la Eurocámara. "Llegamos a un acuerdo con el Partido liberal, llegamos a un acuerdo también con parte del PPE, pero desgraciadamente ese acuerdo no ha sido respetado por el PPE", se ha quejado el presidente del Gobierno. No obstante, ha querido dejar claro que Merkel sí ha cumplido su parte.

El resultado de estas tensiones es que la cumbre extraordinaria, que había comenzado con contactos bilaterales y multilaterales el domingo por la mañana, ha terminado abruptamente a las 12:20 horas del lunes tras una noche en blanco. Justo en un momento en que un acuerdo, ciertamente enrevesado, parecía al alcance de la mano.

Una decena de países en contra

Pero al final, entre 10 y 11 países se han mostrado en contra del reparto, según ha dicho el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. "Una vez que hayamos tenido algo de tiempo para dormir, creo que todos estaremos dispuestos a continuar trabajando para lograr un compromiso", ha dicho Merkel en rueda de prensa al término de la reunión. "Hemos pensado que necesitábamos una pausa, y quizá encontrar nueva inspiración", ha agregado.

La canciller ha desvelado que no ha habido ninguna votación y ha asegurado que su objetivo es conseguir el mayor consenso posible. A su juicio, no sería inteligente minorizar a Italia o al bloque del Este, que rechazan también a Timmermans. El objetivo es intentar un pacto en el tiempo de descuento, antes de que la Eurocámara vote a su nuevo presidente.

Sánchez ha sido un personaje clave en las negociaciones. Ha participado en multitud de bilaterales y en todos los encuentros restringidos y ha mantenido su alianza privilegiada con Macron. Pero no ha puesto sobre la mesa ningún candidato español. "No se trata de tener necesariamente a personas de tu nacionalidad, sino a gente que comparta tu visión de Europa", sostienen fuentes de Moncloa. El nombramiento de Timmermans supondría un "éxito enorme" para Sanchez, aseguran las fuentes. 

El aplazamiento de la cumbre ha sido recibido con estupor entre los diplomáticos y la prensa que cubría la cumbre. No se recuerda una maniobra tan desesperada en los últimos años. De hecho, se ha superado el récord de duración de la cumbre sobre Grecia en julio de 2015.

Se trata de la segunda vez que los líderes europeos fracasan en su intento de repartir los altos cargos para la próxima legislatura. El primer intento fallido fue en el Consejo Europeo del 20 y el 21 de junio. Antes, los jefes de Estado y de Gobierno ya habían discutido la cuestión durante una cena informal el 28 de mayo. La incapacidad de decidir amenaza con provocar una nueva crisis en la UE: no es normal movilizar tantas veces a los jefes de Estado y de Gobierno para renovar apenas cinco puestos.

El plan de Osaka estalla

De hecho, en las horas previas al inicio de la reunión, parecía que el sudoku del reparto de altos cargos iba a resolverse con relativa facilidad: las grandes potencias de la UE (Alemania, Francia, España y Holanda) habían precocinado un acuerdo durante la reunión del G-20 en Osaka, basándose en el entendimiento entre Timmermans y Weber. El enfrentamiento entre París y Berlín se había resuelto.

El puesto de presidente del Consejo Europeo sería para los liberales (se hablaba del primer ministro belga en funciones, Charles Michel). Y la jefatura de la diplomacia europea se la quedaría la joven comisaria búlgara Mariya Gabriel, que ahora ocupa la cartera de Economía y Sociedad Digital, y que también es del PPE.

La elección del sucesor de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE), que en principio formaba parte también del paquete, se deja para más adelante con el fin de evitar que se politice.

Pero el plan de Osaka saltó por los aires nada más presentarse al resto de Estados miembros. Los primeros en oponerse han sido el Gobierno populista de Italia y los países del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa). Rechazan la figura de Timmermans por su actuación en su actual cargo de vicepresidente de la Comisión responsable de Estado de derecho, puesto desde el que ha iniciado varios expedientes contra Polonia y Hungría.

Si la oposición de Italia y del grupo de Visegrado era más o menos previsible, la sorpresa ha saltado cuando el Partido Popular Europeo ha desautorizado a Merkel y ha rechazado también el plan de Osaka: querían conservar la Comisión, con el argumento de que el PPE fue quien ganó el 26-M. En la recta final de las negociaciones, los populares se han concentrado en arrebatar a los liberales la presidencia del Consejo Europeo. 

De hecho, la candidatura de Timmermans para la presidencia de la Comisión ha sobrevivido de momento a todos los embates. Una de las últimas listas que se ha ensayado sin éxito situaba a la conservadora búlgara Kristalina Georgieva al frente del Consejo Europeo, a Weber en la Eurocámara dos años y medio (y el resto de la legislatura para un liberal) y a Michel como Alto Representante. La liberal danesa Margrethe Vestager sería vicepresidenta primera del Ejecutivo comunitario. 

Pero tampoco este reparto, que deja fuera a los países del sur y a los nórdicos, ha terminado de cuajar. Las piezas del rompecabezas siguen sin encajar.