Tusk y Sánchez, durante su reunión en Moncloa la semana pasada

Tusk y Sánchez, durante su reunión en Moncloa la semana pasada Susana Vera/Reuters

Europa Consejo Europeo

La mano dura de Hungría e Italia contra la inmigración se impone en la UE

"España no se va a convertir en un Don Quijote. Necesitamos soluciones sistémicas", dice un alto diplomático europeo.

28 junio, 2018 04:24
Bruselas

"En la mayoría de los casos, la posición dominante ahora en la UE sobre política migratoria coincide con lo que nosotros venimos defendiendo desde hace años", se congratula un alto diplomático de un destacado país del Este. Pronostica que la decisiva cumbre de jefes de Estado y de Gobierno consagrada a la crisis migratoria que comienza este jueves en Bruselas será "muy difícil" y podría incluso acabar sin acuerdos. En el encuentro se estrena el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras haber participado en la minicumbre del pasado domingo.

Desde el inicio de la crisis de refugiados en 2015, Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia han mantenido una política de mano dura contra la inmigración y rechazo sin concesiones a las cuotas de demandantes de asilo. En un primer momento, los cuatro países del denominado grupo de Visegrado parecían aislados, en una posición minoritaria frente a la política de puertas abiertas a los refugiados de la canciller Angela Merkel. Pero con el tiempo, el blindaje de las fronteras y el freno a los flujos migratorios que propugnaban estos países desde el principio se ha impuesto como estrategia central de la UE, como confirmará de nuevo el Consejo Europeo, según se recoge en el proyecto de conclusiones.

El acontecimiento que ha acabado de decantar la balanza en el debate de la UE a favor de los países del Este ha sido la llegada al poder en Italia de un Gobierno populista, cuyo ministro del Interior, el ultra Matteo Salvini, ha cerrado los puertos a los barcos de las ONGs que rescatan migrantes en el Mediterráneo. Un gesto que ha sido elogiado por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que a su vez acaba de promover una ley para castigar con penas de cárcel a las personas que asistan a inmigrantes irregulares. También se ha sumado al grupo de Visegrado el canciller austríaco Sebastian Kurz, que gobierna en coalición con la extrema derecha y cuyo país ocupará la presidencia de turno de la UE desde el 1 de julio.

Sánchez, descolocado

El vuelco en el equilibrio de fuerzas ha dejado descolocado en la UE a Sánchez, que con su gesto de acoger a los 630 migrantes del Aquarius -rechazados previamente por Italia y Malta- pretendía dar un "aldabonazo" en el debate migratorio y reorientarlo hacia una visión más humanitaria. Una posición a contracorriente que ya ha empezado a corregir virando rápidamente hacia el realismo migratorio. Aunque en Bruselas elogian la iniciativa del presidente del Gobierno, también avisan que no es una respuesta eficaz a largo plazo. "España no se va a convertir en un Don Quijote en esto. Por eso necesitamos una solución sistémica, si no, la política nos desbordará", asegura un destacado funcionario europeo.

En su proyecto de conclusiones de la cumbre, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha asumido buena parte de las propuestas del grupo de Visegrado e incluso su retórica incendiaria. "Una precondición para tener una auténtica política migratoria en la UE es que los europeos decidan de manera eficiente quién entra en territorio europeo. La incapacidad de lograr este objetivo sería de hecho una manifestación de debilidad y sobre todo crearía la impresión de que Europa no tiene una frontera exterior", escribe Tusk en la carta de invitación que ha enviado a los líderes europeos.

Para el presidente del Consejo Europeo, si la UE no adopta una política de mano dura contra la inmigración irregular, está dejando el terreno abonado a la proliferación de fuerzas autoritarias, eurófobas y antiliberales. "Si la gente les cree, si piensa que sólo ellos pueden ofrecer soluciones eficaces a la crisis migratoria, también creerán todo lo demás que dicen. Está mucho en juego y los plazos son cortos", sostiene Tusk en su misiva. 

Centros de migrantes en África y no en la UE

La principal novedad que aprobarán los líderes de la UE en Bruselas -y de la que ya se viene hablando desde hace semanas- es la puesta en marcha de centros de retención de migrantes en África, en países como Libia, Túnez, Egipto, Argelia y MarruecosAllí se desembarcará a las personas rescatadas en alta mar para evitar nuevas disputas como la del Aquarius. Su función será la de separar a los demandantes de asilo, que sí podrían viajar a los países que quieran acogerlos voluntariamente, de los migrantes económicos, que tendrán que ser devueltos a sus países de origen. Los líderes europeos esperan además que reduzcan los incentivos para embarcarse en viajes peligrosos.

Desde la oficina de Tusk se las denomina "plataformas de desembarque" y se asegura que no serán campos de migrantes, aunque no son capaces de explicar cómo funcionarán en la práctica. En cambio, los países del Este, que fueron los primeros en plantear esta idea hace dos años, sí tienen claro que se trata de campos de internamiento: los migrantes económicos serán devueltos desde ahí a sus países de origen y los demandantes de asilo se quedarían allí hasta que se resuelva el conflicto que les expulsó de su país (por ejemplo la guerra de Siria) y puedan volver. Algunos de los refugiados podrían ser reasentados en la UE, pero sólo si hay países que voluntariamente quieran acogerlos. Hungría y Polonia mantienen su negativa a acoger a nadie.

La UE espera contar con el apoyo de ACNUR y de la Organización Internacional para las Migraciones para gestionar estos campos. Y aunque los países de África se muestran reacios a convertirse en base de estos centros -Túnez ya se ha negado-, los líderes europeos creen que cuentan con instrumentos de presión suficientes para convencerles. "Somos los principales donantes de ayuda al desarrollo y mantenemos fuertes vínculos económicos que podríamos incrementar. Yo no lo llamaría chantaje, se llama diplomacia", explica el alto diplomático del Este.

Mientras que los campos de migrantes en África siguen adelante, los líderes europeos podrían dar carpetazo al plan del presidente francés, Emmanuel Macron, y del propio Sánchez de crear "centros cerrados" de migrantes dentro de la UE, en países como Italia, Grecia o España. La idea no figura ni en la carta de Tusk ni en el proyecto de conclusiones de la cumbre. "Las plataformas deben estar fuera de la UE. Si están dentro crearán un efecto llamada", sostienen los países del grupo de Visegrado.

La otra iniciativa novedosa que ha puesto sobre la mesa Tusk consiste en crear un nuevo fondo de la UE consagrado específicamente a "combatir la inmigración ilegal". No se habla todavía de cantidades, pero se dice que el dinero podría destinarse a reforzar la cooperación con los países de origen y tránsito de los flujos migratorios. De manera inmediata, los líderes europeos se comprometerán a dar más ayuda a Italia y también a España y Marruecos por el aumento de la presión migratoria en el Mediterráneo Occidental, tal y como había pedido Sánchez. Pero tampoco se concretan cifras. Finalmente, el Consejo Europeo aprobará reforzar su ayuda a la guardia costera de Libia para que frene las salidas al Mediterráneo.

Las cuotas obligatorias de refugiados, enterradas

Los países del Este han logrado además su objetivo de enterrar el debate sobre las cuotas obligatorias de refugiados, pese a que se trata de una iniciativa patrocinada por Alemania y la Comisión Europea. Los líderes europeos habían fijado esta cumbre de junio como la última oportunidad para llegar a un acuerdo sobre un mecanismo permanente de reparto de demandantes de asilo, cuyo objetivo es aliviar en futuras crisis la presión sobre los países que están en primera línea, como Italia, Grecia o España. Pero el asunto vuelve a aplazarse indefinidamente.

Es esta la única cuestión sobre la que discrepan Hungría e Italia. En el plan migratorio que presentó en la minicumbre del domingo, el Gobierno de Roma reclamaba "una responsabilidad común de los Estados miembros en caso de naufragio en alta mar" porque "no puede recaer todo el peso sobre el país de primera llegada". Para Budapest, si se refuerza el control de fronteras y se devuelve a los migrantes rescatados a África, el debate sobre el reparto ni siquiera se plantea.

También Tusk considera que las cuotas obligatorias de refugiados "son el ejemplo de un debate que se remonta a 2015 y continúa siendo fuente de división sin producir ningún resultado concreto". Por ello apuesta por "concentrar los esfuerzos en prevenir la llegada de migrantes a Europa".

La gran damnificada de este cambio de prioridades es la canciller Angela Merkel, que llega al Consejo Europeo en una posición de extrema debilidad por el enfrentamiento con su ministro del Interior, Horst Seehofer. Seehofer -de la CSU bávara, partido hermano de la CDU de Merkel- le ha dado de plazo hasta el fin de semana para que encuentre una solución en la UE al problema de los "movimientos secundarios" de refugiados por territorio comunitario. De lo contrario, amenaza con tomar medidas unilaterales para rechazar en frontera a los migrantes que hayan solicitado asilo en otro Estado miembro.

Sin embargo, y a la espera del debate en la cumbre, los líderes europeos no tienen previsto ofrecer ningún salvavidas a Merkel sobre esta cuestión. El futuro del Gobierno alemán está en riesgo, ya que la canciller ya ha dicho que destituirá a Seehofer si adopta cualquier medida unilateral. Ante el veto de los países del Este, la canciller quiere firmar acuerdos bilaterales con Grecia y con Italia. ¿Lo conseguirá?