Soldados del ejército alemán en un ejercicio militar en Pabrade

Soldados del ejército alemán en un ejercicio militar en Pabrade Reuters

Europa Seguridad

Una red neonazi del Ejército alemán planeaba magnicidios para inculpar a refugiados

El caso dificulta la ascendente carrera de la ministra de Defensa, que muchos veían como sucesora de Merkel.

28 mayo, 2017 02:14
Berlín

Ursula Von der Leyen es, en calidad de ministra de Defensa, la otra mujer fuerte del Gobierno que lidera la canciller Angela Merkel. Al menos lo era hasta que estalló hace unos días el escándalo de los terroristas neonazis detenidos en el seno del Ejército.

Von der Leyen, reunida esta semana con los corresponsales de la prensa extranjera en Berlín, se permitía dar cuenta del positivo balance de su gestión. A ella se le puede atribuir que el Ejército germano cuente ahora con más personal, más capacidades, mayor presencia en misiones internacionales y mayor presupuesto. Al principio de la legislatura, en 2013, su ministerio manejaba 33.000 millones. Actualmente dispone de 37.000 millones.

Sin embargo, ha sido en su etapa al frente del ministerio de Defensa que han saltado las alarmas por la presencia de neonazis con intenciones terroristas en el Ejército. Los radicales de extrema derecha querían atentar contra la cúpula del Estado. Entre sus objetivos figuraban el presidente de la República y el ministro de Justicia, entre otros. Querían dejar pruebas que inculparan a refugiados.

Todo eso buscaban los tenientes Franco A., Maximilian T. y su cómplice Mathias F. Sus apellidos no han sido revelados por las autoridades. Ahora están detenidos por conspirar y preparar ataques que terminaron siendo evitados gracias a sus arrestos. Franco A. era objeto de una investigación de la fiscalía desde el pasado mes de febrero. A finales de abril, al igual que Mathias F., fue detenido. A principios de mayo se produjo la detención de Maximilian T.

Suplantando refugiados

Según los detalles de la investigación filtrados a la prensa desde que se diera a conocer el caso, Franco A. se hizo pasar a finales de 2015 por un demandante de asilo. David Benjamin, fue el nombre que idearon para él el trío de veinteañeros terroristas de extrema derecha. Se suponía que era un cristiano nacido en Damasco en 1988. Le creyeron.

Por eso dormía en un centro para demandantes de asilo en Baviera, recibía unos 400 euros mensuales de ayuda como refugiado y, paralelamente, cumplía con su horario de trabajo como oficial en el Ejército. Llevó esta doble vida durante casi año y miedo. Que Franco A. se viera obligado a explicar la tenencia de una pistola con sus huellas, atrajo la atención de las autoridades.

Dijo que había encontrado el arma en unos arbustos en Viena a principios de año. La tenía escondida en un hueco de un baño del aeropuerto de la capital austriaca, según explicó el soldado. Desde Austria, precisamente, llegaron pistas que indicaban la ideología abiertamente xenófoba.

Dan cuenta de ese extremo sus comunicaciones con Mathias F., en cuya vivienda se ha encontrado munición, granadas de mano y material explosivo, según ha informado el semanario Der Spiegel. Maximilian T., investigado en vano por las autoridades en 2015 por llevar a cabo acciones xenófobas, habría contribuido a posibilitar la doble vida de Franco A. Eran amigos y compartían compañía y acuartelamiento.

Franco A. sería quien habría concebido los planes para atentar contra figuras políticas clasificadas en categorías A, B, C y D. Entre los más relevantes, con categoría “A”, figuraban el ministro de Justicia Heiko Maas y el expresidente alemán Joachim Gauck, predecesor del actual jefe de Estado alemán, Frank-Walter Steinmeier.

CON 'GUION DE PELÍCULA'

El caso de Franco A. no es algo típico, resulta estrafalario, propio de un libro o de una película más que de la realidad, la imagen de militares que son padres y madres de familia completamente normales corresponde más a lo que es el Ejército alemán hoy día”, dice a EL ESPAÑOL Hans-Peter Bartels, comisario parlamentario para las fuerzas armadas. Esa función le hace responsable de la inspección de las instituciones militares germanas, entre otras cosas.

Esa imagen, sin embargo, no se ajusta al retrato que se puede realizar del Ejército atendiendo a las informaciones de las últimas semanas. La semana pasada el periódico Süddeutsche Zeitung hablaba de los “numerosos vínculos” entre la extrema derecha radical y los estudiantes y licenciados de la Universidad de la Bundeswehr de Múnich, prestigioso centro de formación de oficiales.

De acuerdo con las cuentas del diario muniqués, las autoridades militares analizan el caso de once estudiantes vinculados al ultraderechismo. En total se cuentan cerca de 300 casos de estas características. Hasta 63 se registraron sólo el año pasado. “La amenaza del terrorismo de extrema derecha es grande, la importancia del tema también. Todos los días se ataca un hogar de refugiados en Alemania”, apunta a EL ESPAÑOL Carsten Koschmieder, politólogo de la Universidad Libre de Berlín. De ello dan cuenta los diez ataques xenófobos al día contra hogares de refugiados y demandantes de asilo.

En el ejército alemán ya se han registrado despidos o castigos con multas a miembros de la tropa por haber aireado gestos y opiniones racistas o de inspiración neonazi. Entre los 63 casos de 2016 destaca el del soldado despedido por haber ondeado con su coche la Bandera Imperial de Guerra alemana para pasar delante de un hogar para refugiados. Acompañó su paso con un gesto de su mano sobre su propio cuello, haciendo como si quisiera degollar o cortar la cabeza a los demandantes de asilo.

Casos como ese difieren del de Franco A. y compañía. Éste último permite hablar de la existencia de "células" terroristas, al menos a los políticos de oposición y de los socialdemócratas, compañeros de coalición en el Gobierno con la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Angela Merkel pero cada vez menos solidarios en vista de la proximidad de las elecciones generales del 24 de septiembre.

'No son casos aislados'

Thomas Oppermann, líder del grupo parlamentario del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) ha manifestado, por ejemplo, que la detención de Franco A. invita a suponer que “se ha formado una célula terrorista en el Ejército”. Para Christine Bucholz, del partido izquierdista Die Linke, la principal formación de la oposición, “estos casos no están aislados, hay redes, conexiones, también con extremistas fuera de las fuerzas armadas”.

Bartels, el comisario parlamentario para las fuerzas armadas, prefiere no adelantar acontecimientos. “Si tenían más conexiones y formaban parte de una organización terrorista es algo que todavía se está investigado”, dice este político del Bundestag. Comparte la misma valoración Rolf Tophoven, director del Instituto para la Prevención de Crisis (IFTUS), una organización centrada en las políticas de seguridad con sede en Essen (oeste). “Son gente aislada con ideas de extrema derecha que quieren pasar a la acción”, dice a EL ESPAÑOL Tophoven, aludiendo a los tres detenidos.

De lo que no caben dudas es que el caso de Franco A. revela la existencia de al menos “dos problemas”, según señala a este periódico Claudia Major, experta en política de defensa del Instituto Alemán para Política Internacional y Seguridad (SWP, por sus siglas alemanas). “Está el problema de la institución que se encarga de las peticiones de asilo [La Oficina Federal para la Inmigración y los Refugiados, ndlr.] y el problema del Ejército”, indica Major.

Que Franco A. pudiera presentarse como demandante de asilo puede atribuirse a la gestión improvisada por las autoridades germanas al inicio de una crisis de los refugiados. El país de Angela Merkel recibió en menos de dos años cerca de 1,3 millones personas, en su mayoría huidas de la guerra civil siria. Sin embargo, para Major está claro que hay que preguntarse “hasta qué punto han funcionado en el Ejércitos los mecanismos internos de control”. Franco A. escribió una tesina en 2014 en la que daba cuenta de su radicalización.

Titulada “Cambio político y estrategias de subversión” debería de titularse en realidad “Principios y medios de la lucha secreta de las razas contra el mundo occidental”, según han apuntado quienes han leído ese trabajo.

Esa pista de clara radicalización, sin embargo, no trajo consecuencias y el ahora detenido por planificar atentados pudo hacer carrera en el Ejército. De ahí que no pocos se pregunten, al igual que hace Major: “¿Tiene el Ejército los controles necesarios para descubrir y lidiar con ese tipo de de radicales de extrema derecha?”. Desde el Ministerio de Defensa indican que a partir del próximo mes de julio está previsto entren en vigor nuevas medidas para hacer más segura en términos ideológicos las incorporaciones de nuevos soldados.

La ministra de Defensa alemana en una imagen de archivo

La ministra de Defensa alemana en una imagen de archivo Reuters

Consecuencias políticas

Entre tanto, está por ver si el caso Franco A. no supone un severo traspié en la hasta ahora ascendente carrera de Von der Leyen, la titular de Defensa. Von der Leyen, que cuenta con el apoyo de la canciller, ha querido jugar la carta de la transparencia en este escándalo. Criticó a principios de mes “el problema de actitud” y las “debilidades de liderazgo” existentes en el Ejército. Terminó retractándose por esas palabras. Pero el daño ya estaba hecho.

“Muchos, casi todos en el Ejército, se preocupan ahora porque se les ha presentado al público como personal que no es digno de confianza”, según Bartels, el comisario del Bundestag para las fuerzas armadas. “Ella quería defenderse a sí misma para no ser objeto de críticas, para que no la vean como alguien de extrema derecha, pero tendría que defender al Ejército, y en lugar de eso lo ha criticado”, señala por su parte Tophoven, el director del IFTUS. “La relación de confianza entre la ministra y el Ejército ha sido destruida”, añade, aludiendo a Von der Leyen, en anteriores legislaturas ministra de Familia y Trabajo.

Su habitual seriedad y buen rendimiento en el Gobierno han invitado a los observadores políticos alemanes a considerar habitualmente a Von der Leyen como la sucesora natural del Merkel al frente de la CDU. Sin embargo, ahora está fuera de las quinielas sobre el futuro de la CDU.

No creo haya llegado el final de su carrera política, y posiblemente esté en el próximo Gobierno de Merkel tras las elecciones de septiembre, pero no creo que ahora mismo Von der Leyen esté en situación de ser la sustituta de Merkel, ni como canciller ni como líder de la CDU”, zanja Koschmieder, el politólogo de la Universidad Libre de Berlín.