El papa Francisco se ha topado con resistencias de la Curia.

El papa Francisco se ha topado con resistencias de la Curia. A. Bianchi Reuters

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Cómo ha reducido el papa Francisco a la mitad el déficit del Vaticano

Las reformas del Papa parecen haber surtido efecto, pero la opacidad recubre aún las finanzas vaticanas.

12 marzo, 2017 01:57
Roma

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En la ocasión precedente, la Santa Sede presentó sus cuentas en la oficina de prensa del Vaticano ante el escrutinio de los periodistas. Esta vez, lo hizo mediante un comunicado emitido el pasado sábado por la mañana. Sin entrar en muchos detalles, la nota de prensa constató un déficit de 12,4 millones de euros en 2015, la mitad de lo registrado el año anterior.

El inventario de trazo grueso confirma que el Gobierno de la Ciudad del Vaticano, del que dependen los Museos Vaticanos –que reciben cada año a unos seis millones de turistas-, es el órgano que goza de una mejor salud económica. Su beneficio ascendió a 60 millones de euros, por los 63 millones de 2014. Las distintas diócesis aportaron 24 millones, mientras que el banco vaticano –el Instituto para las Obras de la Religión (IOR)- inyectó otros 50 millones.

Hasta aquí el desglose del presupuesto. Ninguna referencia a la metodología ni tampoco a los gastos, que suelen tener su partida más importante en los costes de personal. El Vaticano está reestructurando algunas áreas, como la comunicación, aunque su filosofía apuesta por la recolocación antes que por los despidos, por lo que el margen para los recortes se estrecha.

Casi 3.000 personas trabajan en 64 entes del pequeño Estado, con unos salarios que supusieron 126 millones de euros en 2014, año en el que sí se detalló este aspecto. En esa cifra no viene recogido, sin embargo, el capítulo de las pensiones. Y si en el anterior ejercicio se informó de que se elaboraría un informe específico sobre las jubilaciones, en los datos de 2015 no hay de momento ninguna referencia.

La presentación de las cuentas se ha producido además con meses de retraso. Mientras que en otras ocasiones, el presupuesto se daba a conocer entre junio y julio del año siguiente, esta vez ha habido que esperar a marzo de 2017 para saber cómo transcurrió el 2015. Se trata del primer año de evaluación bajo las medidas aprobadas por el papa Francisco para reformar la situación económica del Vaticano. Y si se mira sólo el dato final, sí que se podría concluir que ha habido avances.

Los 12,4 millones de déficit contrastan con los 25,6 de 2014 o los 24,4 de 2013. En aquel año Bergoglio inició un pontificado en el que se propuso remodelar toda una estructura obsoleta e ineficiente, cuando no escandalosa. Creó la Secretaría de Economía, la sala de máquinas de las finanzas vaticanas, y otros dos órganos de control: el Consejo General para la Economía y la Oficina del Auditor Central.

Cuando el cardenal George Pell, prefecto de la Secretaría de Economía, asumió el cargo aseguró que el gasto de los dicasterios –ministerios vaticanos- era un completo misterio. Y apenas comenzó a rascar dijo que había descubierto más de 1.300 millones que no figuraban en ningún registro contable. Desde la oficina de comunicación del Vaticano matizaron que no se trataba de “dinero negro”, aunque esa cantidad sigue sin aparecer en el balance anual.

Los presupuestos no son transparentes, pero a juzgar por las cifras, una disminución del 50% del déficit debe valorarse como positiva”, sostiene Luigi Mariano, profesor de Ética Económica de la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma. Según el experto, el trabajo de los departamentos creados por Francisco “ha conseguido recortar gastos superfluos de la Curia y los distintos dicasterios”.

Mariano reconoce que él también desconoce cuáles han sido los métodos aplicados, pero señala que “la política de reducción de gastos de Francisco va en línea con la sobriedad impuesta en el pontificado”. El comunicado que presenta los presupuestos aclara también que todavía falta “una revisión contable completa”, lo que puede explicar la ausencia de detalles y da a entender que no ha sido un trabajo rutinario, teniendo en cuenta el retraso ya existente.

LUCHA CONTRA EL BLANQUEO

Las cuentas, agrega la nota, son también las primeras bajo las políticas financieras basadas en los estándares contables internacionales (IPSAS, por sus siglas en inglés). Durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI se tuvo constancia de que cientos de cuentas del banco vaticano se dedicaban al blanqueo de capitales y muchos de sus clientes –empresarios o políticos, protegidos por el secreto bancario- ni siquiera deberían tener derecho a abrir una cartilla para la que se necesita autorización del Vaticano.

Nada más entrar en la página web del IOR, un mensaje de bienvenida informa de que el ente “ha implementado una variedad de nuevos procesos que se ajustan a los respectivos estándares internacionales para cumplir con la normativa del Vaticano”. Francisco no cerró el banco, como se especuló en un primer momento, pero lo sometió a la supervisión de la Autoridad de Información Financiera (AIF); al control del Moneyval, el mecanismo europeo contra el lavado de dinero y financiación del terrorismo, y acordó levantar el secreto bancario con Italia.

El banco vaticano asegura que ha cerrado cerca de 5.000 cuentas desde 2013, aunque aún siguen activas unas 15.000, un número todavía elevado para una entidad sin ánimo de lucro de un minúsculo Estado. El IOR comunicó que en 2015 tuvo un beneficio neto de 16 millones de euros, aunque según el balance de la Santa Sede su contribución al presupuesto fue de 50 millones. “Todavía queda mucho trabajo por hacer en el IOR, pero su reforma también es satisfactoria”, opina el profesor Mariano.

El académico considera que “la reestructuración de la economía vaticana será completa cuando Francisco consiga poner al frente de los dicasterios a gente de su confianza”. O, hablando en claro, “cuando logre acabar con las resistencias de la Curia para suprimir ciertos privilegios”, deja explícito.

Las comidas pantagruélicas o los gastos inexplicables como los transportes en helicóptero han quedado negro sobre blanco en libros como Via Crucis, del periodista Gian Luigi Nuzzi, procesado en el escándalo conocido como Vatileaks 2. Estos casos son quizás anécdotas, comparadas con hechos como que al menos el 60% de las donaciones de los fieles fueran destinadas a gastos de la Curia,según revelaba Nuzzi.

El propio Pell, el encargado de las finanzas, fue el primero en admitir en 2014 que esas “resistencias” existían. El Vaticano sostiene que en 2017 ha enviado por primera vez un presupuesto por anticipado al Consejo para la Economía para que lo evalúe y exista un mayor control. Quienes se encargan de la supervisión calculan que los números rojos persistirán todavía algún que otro año.