El presidente chino, Xi Jinping, recibe en la ciudad portuaria de Tianjin al primer ministro indio, Narendra Modi.

El presidente chino, Xi Jinping, recibe en la ciudad portuaria de Tianjin al primer ministro indio, Narendra Modi. EFE

Asia

China aprovecha los bandazos de Trump para que India pase de enemigo a "socio": juntos representan el 34% del mundo

Xi Jinping se encomienda a la mejora de sus relaciones con Modi para disputarle la hegemonía a Estados Unidos. Pide que "el dragón y el elefante" olviden sus rencillas territoriales y "bailen juntos".

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El presidente chino Xi Jinping no esconde su ambición de diseñar un nuevo orden internacional. Sueña con crear una alternativa a la arquitectura de gobernabilidad a escala global que Estados Unidos construyó a partir de la segunda mitad del siglo veinte.

"Debemos continuar adoptando una postura clara contra el hegemonismo y la política de poder, y practicar un multilateralismo verdadero", declaró este lunes el líder chino. Una crítica frontal a la conducta de la Administración Trump.

Su veterano ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, repite el mismo mensaje en los foros donde interviene. El pasado mes de marzo, el jefe de la diplomacia china trató de seducir a los países más afectados por la agenda aislacionista de la Casa Blanca.

"En este mundo hay más de 190 países. Imagínese si cada país pone su propio interés primero y cree ciegamente en el poder y la posición, entonces este mundo retrocederá a la ley de la selva, y los países pequeños y débiles serán los primeros en sufrir; el orden y las reglas internacionales serán gravemente afectados", respondió Wang al periodista de la CNN que le había preguntado en rueda de prensa sobre la doctrina del America First de Trump.

En la misma comparecencia, el diplomático chino envió otro aviso a navegantes. "El notable crecimiento del Sur Global es la característica más destacada de esta era", subrayó. "En la actualidad, el Sur Global representa más del 40% de la economía mundial y contribuye con el 80% al crecimiento económico global". Los números son tozudos.

No sorprende que Vladímir Putin comparta el punto de vista de su homólogo chino. Convertido en paria desde la invasión a gran escala de Ucrania, a pesar del amago de rehabilitación de Donald Trump en Alaska, el presidente ruso respalda los esfuerzos de Xi encaminados a construir instituciones globales paralelas a las que lidera Estados Unidos. Es la forma de tener asegurada su influencia.

La anomalía es que el primer ministro indio, Narendra Modi, decida sumarse a una iniciativa que cogió impulso en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) celebrada este fin de semana en la ciudad portuaria china de Tianjin. El líder nacionalista hindú aseguró por primera vez este domingo que "India y China no son rivales, sino amigos". Una declaración de intenciones que Xi celebró.

El líder del segundo país más poblado del planeta necesita de la colaboración del líder del país más poblado del planeta si quiere cambiar de verdad el orden internacional. "La elección correcta debería ser que China e India sean buenos vecinos, amigos y socios que se ayuden mutuamente a tener éxito, y que el dragón y el elefante bailen juntos", declaró, solemne, el propio Xi.

"En el fondo, ambos son rivales estructurales y lo saben", sostiene Amit Kumar, investigador del Takshashila Institution, un think tank con sede en Bangalore. "Pero hay razones para que cooperen en interés de una relación más estable y predecible. Ambos tienen otras prioridades que atender, especialmente sus economías".

"Hay cuestiones de convergencia", insiste el analista indio especializado en China. "En este momento, tratar con Trump y sus amenazas arancelarias es un punto común de encuentro. En segundo lugar, siendo grandes compradores del petróleo ruso, ambos tienen interés en hacer frente a los aranceles secundarios de Estados Unidos".

La India de Modi encajó estos aranceles draconianos por financiar con sus compras de crudo la maquinaria bélica del Kremlin, esgrimió la Casa Blanca. Pero China, que hace exactamente lo mismo, consiguió eludirlas.

Un catalizador en la Casa Blanca

Pekín y Nueva Delhi habían mantenido negociaciones en los últimos meses para mejorar sus relaciones bilaterales. "Los dos países están profundamente conectados: China es el mayor socio comercial de India, el comercio entre ambos ha superado los 100.000 millones de dólares al año", recuerda Bahram P. Kalviri, doctorando en Ciencias Políticas en la Universidad de Hyderabad.

"Gran parte del suministro de electrónica, productos químicos, maquinaria y paneles solares de India todavía proviene de China", añade.

Pero la exhibición del acercamiento diplomático que hicieron Modi y Xi es el resultado del doble rasero de Trump a la hora de aplicar los aranceles. "Trump es más un catalizador que el arquitecto", indica en este sentido el politólogo indio.

El enfoque del mandatario estadounidense hacia Nueva Delhi no motivó necesariamente la presencia de Modi en la cumbre regional de Tianjin —aunque era su primera visita a China en siete años, India forma parte del Organización de Cooperación de Shanghái—, pero sí propició su apretón de manos con Xi y Putin. Era la imagen de la jornada.

Después del encuentro del domingo, donde también intervinieron los líderes de Irán, Pakistán, Turquía o Bielorrusia, Modi y Putin reprodujeron la escena que el jefe del Kremlin había protagonizado semanas antes con Trump en Alaska. Un paseo en coche conjunto. En esta ocasión, eso sí, en el vehículo presidencial del líder ruso.

Trump, molesto

Trump no tardó en justificar los aranceles abusivos contra los productos indios para aplacar las críticas internas. Una señal que refleja la incomodidad que la imagen fraternal de Putin, Modi y Xi ha generado en la Casa Blanca.

"Lo que pocas personas entienden es que nosotros hacemos muy pocos negocios con India, pero ellos hacen una enorme cantidad de negocios con nosotros. En otras palabras, nos venden grandes cantidades de productos, siendo su mayor ‘cliente’, pero nosotros les vendemos muy poco a ellos: hasta ahora, una relación totalmente unilateral, y así ha sido durante muchas décadas", argumentó este lunes el mandatario estadounidense a través de Truth Social.

"La razón es que India nos ha cobrado, hasta ahora, los aranceles más altos de cualquier país, lo que ha impedido que nuestras empresas puedan vender en India. ¡Ha sido un desastre totalmente unilateral!", insistió.

"Además, India compra la mayor parte de su petróleo y productos militares de Rusia, y muy poco de Estados Unidos. Ahora han ofrecido eliminar por completo sus aranceles, pero ya es tarde. Deberían haberlo hecho hace años", zanjó Trump en su mensaje. "¡Sólo algunos hechos sencillos para que la gente reflexione!".

Con todo, la alianza entre India y China no es la única que agrieta la política exterior de la Administración Trump. Minutos después del encuentro del domingo entre Modi y Putin, en el que el líder nacionalista hindú le garantizó al presidente ruso que Nueva Delhi estaba de su lado "incluso en tiempos difíciles", la Embajada estadounidense en India compartió en redes sociales unas declaraciones del secretario de Estado, Marco Rubio, en las que definía su asociación con India como una "relación definitoria del siglo XXI".

Agua y aceite

"Pero existen problemas estructurales profundos en las relaciones entre China e India", advierte Kumar. "Xi quiere un mundo multipolar pero una Asia unipolar, cosa que Modi nunca aceptará".

Tampoco conviene ignorar las habituales tensiones fronterizas. La Administración Trump confía en agudizar estas diferencias porque, como explica Kalviri, la idea de que no sean rivales es difícil de aceptar.

"La tensión en la frontera sigue sin resolverse tras Galwan [una escaramuza entre soldados indios y chinos en el valle del río Galwan que se saldó con varios muertos en 2020], las tropas permanecen cara a cara, y la creciente influencia de China en los vecinos de India —ya sea en Pakistán, Sri Lanka o Maldivas— se siente como una presión constante".

"Hay asociación en el comercio, pero en política y seguridad, la rivalidad es inevitable", explica el politólogo indio. "La línea de Modi suena menos a una verdad firme y más al lenguaje diplomático cuidadoso que los líderes usan cuando quieren mantener la puerta abierta".

"Cuando se trata de seguridad, fronteras e influencia regional, India y China son agua y aceite. La cercanía de China con Pakistán, sus proyectos de la Franja y la Ruta que atraviesan áreas en disputa para India, y su presencia naval en el Océano Índico chocan directamente con el sentido de seguridad de India", añade Kalviri.

"Por otro lado —resume—, la alianza en materia de seguridad que India mantiene con el Quad [el grupo que componen Australia, India y Japón y que lidera Estados Unidos] genera desconfianza en Pekín. No se trata de desacuerdos pequeños o técnicos; tocan intereses nacionales fundamentales que son muy difíciles de reconciliar".