
Marco Rubio, secretario de Estado de EEUU, asiste a una reunión entre Donald Trump y Nayib Bukele en el Despacho Oval el 14 de abril de 2025. Reuters
Trump mete el miedo en el cuerpo a sus diplomáticos con un plan para desmantelar buena parte de sus embajadas
El borrador plantea, también, el despido masivo de funcionarios y la eliminación de oficinas clave en derechos humanos, crisis de refugiados y cambio climático.
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La administración Trump planea una reestructuración sin precedentes del Departamento de Estado.
Un borrador de orden ejecutiva, al que ha tenido acceso The New York Times, propone desmantelar buena parte de la estructura diplomática estadounidense, con la eliminación de operaciones en África, el cierre de decenas de embajadas y consulados, y el desmantelamiento de las oficinas dedicadas a derechos humanos, refugiados y cambio climático.
El documento, cuya autoría interna aún no ha sido aclarada, comenzó a circular entre funcionarios en activo y retirados el pasado fin de semana.
Aunque todavía no ha sido firmado por el presidente Donald Trump y podría sufrir modificaciones, el texto detalla una hoja de ruta clara: despedir a diplomáticos, reducir la plantilla en Washington, y sustituir la actual estructura regional por un nuevo esquema de "cuerpos estratégicos", como el Eurasia Corps o el Indo-Pacific Corps.
Una de las medidas más controvertidas es la eliminación total del Bureau de Asuntos Africanos, que sería reemplazado por una oficina especial bajo el control directo del Consejo de Seguridad Nacional.
Esta nueva oficina solo se encargaría de operaciones antiterroristas y comercio de recursos estratégicos. Además, todas las embajadas y consulados "no esenciales" del África subsahariana cerrarían antes del 1 de octubre, según el borrador.
El documento prevé también el despido masivo de funcionarios mediante bajas incentivadas antes del 30 de septiembre. Los exámenes para ingresar al Servicio Exterior quedarían eliminados, y en su lugar se impondría un sistema de contratación basado en la "alineación con la visión de política exterior del presidente".
En paralelo, se introduciría un nuevo marco de especialización regional obligatoria para quienes aspiren a ser diplomáticos.
Los recortes afectan también a la diplomacia pública. Se eliminaría la oficina del enviado especial para el clima, así como las divisiones dedicadas a la democracia y derechos humanos, migraciones y relaciones con organismos internacionales.
Las becas Fulbright se limitarían exclusivamente a estudios de seguridad nacional, y se pondría fin al contrato con la Universidad Howard para la captación de candidatos al cuerpo diplomático mediante los programas Rangel y Pickering, centrados en minorías.
La reacción no se ha hecho esperar. El congresista demócrata Gregory Meeks, miembro destacado del Comité de Asuntos Exteriores, advirtió en redes sociales que el objetivo del gobierno de Trump es "desmantelar el Departamento de Estado y arruinar las capacidades diplomáticas y de desarrollo del país".
Por su parte, el secretario de Estado, Marco Rubio, negó la autenticidad del borrador y lo calificó como "fake news", aunque no aclaró si su oficina ha trabajado en documentos similares.
Desde la Casa Blanca, un portavoz aseguró que no se están considerando tales medidas. Sin embargo, otros informes internos revisados por The New York Times indican que esta propuesta forma parte de una ofensiva más amplia: un memorando sugiere recortar el 50% del presupuesto del Departamento de Estado y otro contempla cerrar 10 embajadas y 17 consulados.
La reorganización también incluye el establecimiento de un nuevo alto cargo: el subsecretario para la eliminación de amenazas transnacionales, que supervisaría la política antinarcóticos y otros temas relacionados.
La Oficina de Asistencia Humanitaria absorbería los restos de la USAID, que ha sido desmantelada progresivamente desde la llegada de Rubio a la secretaría de Estado.
Con unos 80.000 empleados en todo el mundo -50.000 de ellos locales-, el Departamento de Estado es uno de los pilares de la proyección global estadounidense.
El borrador apunta a una transformación radical de su modelo actual hacia una estructura más centralizada, ideologizada y alineada con los intereses estratégicos inmediatos de la administración Trump.
Si esta orden se concreta, supondrá el mayor rediseño de la diplomacia estadounidense en décadas. Pero también podría desencadenar una oleada de demandas, ya que muchas de las medidas requerirían aprobación del Congreso.
Mientras tanto, la incertidumbre se instala en Foggy Bottom, sede del Departamento de Estado, donde los diplomáticos comienzan a prepararse para una nueva era de purgas, repliegue internacional y subordinación ideológica.