Trump con la bandera gay en una imagen de archivo

Trump con la bandera gay en una imagen de archivo Carlo Allegri Reuters

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El veto de Trump a los transexuales en el Ejército descoloca al Pentágono

El presidente, acosado por la trama rusa y la baja popularidad, irrumpe con esta medida en un claro guiño a los más conservadores. 

27 julio, 2017 03:24

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Con los índices de popularidad en caída libre, varias derrotas legislativas a sus espaldas por la falta de apoyo republicano a su proyecto para derogar y reemplazar el ‘Obamacare’, y con la investigación en curso sobre la supuesta complicidad de su equipo de campaña con el gobierno ruso durante los pasados comicios, el presidente de los EEUU, Donald Trump, ha decidido dar un golpe de timón a la agenda informativa de este miércoles anunciando, vía Twitter por supuesto, que el Ejército de los EEUU no aceptará transexuales en sus filas.

La repentina comunicación de este veto, realizada en tan sólo tres tuits y sin que de momento haya más detalles por parte del Departamento de Defensa, deja muchas incógnitas sobre cómo se aplicará la medida. No obstante, sí ha logrado desplazar de la primera plana de todos los medios los titulares sobre los sucesivos fracasos a la hora de poner en marcha la prometida reforma sanitaria -el último, el martes por la noche-, así como las pesquisas en torno al conocido como ‘Rusiagate’, con la implicación de sus colaboradores más cercanos, incluido su hijo Donald Trump Jr.

La cadena de mensajes llegaba a las 9 de la mañana. Para argumentar que su gobierno no va a “aceptar” o “permitir” transexuales en el Ejército, el presidente ha señalado en la citada red social que "nuestros militares deben estar concentrados en la victoria y no pueden estar agobiados con los costes médicos y la perturbación que podría conllevar la presencia de personas transexuales", precisando que había consultado con "generales" y "expertos militares", cuya identidad no ha desvelado.

La medida, que viene a demoler otra de las políticas de apertura heredadas de Barack Obama, tendrá un doble impacto. Por una parte, cierra la puerta de cualquier futuro puesto de las Fuerzas Armadas a los transexuales interesados en alistarse, pero además deja en una complicada situación a aquellos que ya forman parte del Ejército y que podían estar ya en proceso de reasignación del género o haber concluido ya este tránsito.

Los mensajes de Trump dan a entender que estos últimos podrían verse obligados a dejar sus empleos, si bien no hay nada concreto aún. De hecho, el anuncio parece haber cogido por sorpresa incluso al Pentágono, que esta mañana, incapaz de explicarla noticia, derivaba las preguntas de los medios de comunicación a la Casa Blanca.

El capitán Jeff A. Davis, portavoz del Departamento de Defensa, se limitaba a apuntar que “seguiremos trabajando estrechamente con la Casa Blanca” para abordar esta nueva política. Mientras, en la web oficial todavía se puede encontrar el anuncio de apertura del Ejército a los transexuales, realizado en junio de 2016 como una de las últimas medidas de la administración Obama, así como las instrucciones que se dieron al respecto.

Hace aproximadamente un año, el gobierno estadounidense anunciaba que permitiría que cualquier ciudadano transexual pudiera servir en las Fuerzas Armadas abiertamente, y que además el presupuesto militar se haría cargo de la cobertura sanitaria de cualquier tratamiento considerado médicamente necesario para estos soldados, incluyendo cirugía y terapia hormonal.

Defensa dio un plazo de 12 meses para comenzar a aceptar solicitudes de este colectivo, un periodo de transición que se cumplió el pasado 1 de julio, fecha en la que el Pentágono, ya bajo el mando republicano, anunciaba que posponía la medida seis meses más para analizar su impacto.

El actual secretario de Defensa, James Mattis, explicaba el retraso insistiendo en que su decisión no "cambiaba las políticas y procedimientos actualmente vigentes", es decir, que no afectaba a los transexuales ya en activo. Mattis también prometió que no anularía las decisiones de su predecesor a menos que un jefe de servicio le trajera pruebas sólidas de que esa política afectaba negativamente a la institución militar.

Sin embargo, el presidente -y comandante en jefe- no ha querido aguardar hasta diciembre y ha preferido anticiparse, contentando así a sus seguidores más conservadores y al ala más dura del Partido Republicano, cuyo respaldo necesita para sacar adelante las reformas pendientes que se le están resistiendo en el Congreso pese a contar con mayoría suficiente en ambas cámaras, empezando por la sanitaria, que sigue atascada en el Senado a la vista de que las distintas sensibilidades republicanas no se ponen de acuerdo sobre cómo sustituir el ‘Obamacare’.

Al margen de que a futuro no se admita en los cuerpos militares a personas transexuales, lo cierto es que ya hay miembros del Ejército que habiéndose alistado con un género, habían comenzado el proceso de reasignación de sexo desde el cambio de política establecida en junio de 2016. Curiosamente, varios de ellos habían aparecido recientemente en los medios norteamericanos relatando su experiencia -positiva en la mayoría de los casos- dentro de las Fuerzas Armadas, coincidiendo con el aniversario de la medida de Obama.

Entre 1.320 Y 6.630 transexuales

Entre otros argumentos, Trump se agarra al coste económico de que acarrearía la apertura militar a este colectivo. A falta de que la Casa Blanca aporte datos que respalden esta posición, las cifras que se manejan son las dadas por el Departamento de Defensa hace un año, antes de levantar el veto a transexuales en junio de 2016. Entonces se encargó a una organización de investigación sin ánimo de lucro denominada RAND un estudio sobre el impacto que la medida tendría en el Ejército.

El informe calculó que el número de posibles personas transexuales que ya se encontraban alistadas y en activo de las Fuerzas Armadas era de entre 1.320 y 6.630 de un total de aproximadamente 1,3 millones de miembros del servicio, es decir, entre el 0,1 y el 0,5%. Sin embargo, aclaraba que no se esperaba que todos ellos quisieran tratamiento médico. De hecho, se estima que actualmente hay unos 250 miembros en este último estadio del proceso.

"Sólo una pequeña porción de los miembros del servicio probablemente buscaría tratamientos médicos relacionados con la transición de género que afectarían a su trabajo o que tendría costes sanitarios”, dijo entonces Agnes Gereben Schaefer, autor principal del estudio y científico de RAND.

El informe estimaba que podrían iniciarse al año entre 30 y 140 nuevos tratamientos hormonales y entre 25 y 130 cirugías relacionadas con la transición de género, entre los militares ya en activo. Esto supondría un coste adicional de entre 2,4 y 8,4 millones de dólares más al año en gastos de atención médica para el Ejército, lo que representa un aumento aproximado de 0,13%.

El presidente de EEUU saluda  a unos soldados en una imagen de archivo

El presidente de EEUU saluda a unos soldados en una imagen de archivo Carlos Barria Reuters

Además, la organización indicaba que el impacto sobre el despliegue de efectivos militares sería mínimo, afectando a entre diez y 130 miembros en activo cada año, una cifra no significativa teniendo en cuenta la dimensión de las Fuerzas Armadas norteamericanas.

Esta investigación recordaba además que 18 países permiten que el personal transexual sirva abiertamente en sus ejércitos -incluido a España-, aunque se centraron en las políticas de cuatro naciones: Australia, Canadá, Israel y el Reino Unido.

Trump rompe con el movimiento LGTBI

La medida tiene también lectura política, pues va a ser aplaudida por los sectores más conservadores de la sociedad norteamericana, bases del Partido Republicano, que recientemente habían sufrido además una derrota en el Congreso, donde se rechazó una enmienda que pretendía prohibir el uso de fondos públicos del Pentágono para la atención médica en procesos de cambio de sexo.

Este anuncio supone también una ruptura definitiva del presidente con las organizaciones LGTB, ya que pese a lo que pueda parecer, Trump no se había caracterizado por ensañarse con este colectivo ni durante la campaña -cuando hizo varios guiños a esta comunidad-, ni durante sus primeros meses de gobierno.

De hecho, una de sus primeras medidas fue mantener la orden de Obama contra la discriminación laboral a los homosexuales. No obstante, ha intentado mantener el equilibrio, a sabiendas de que buena parte de sus votantes no son precisamente ‘gayfriendly’. Como ejemplo, a diferencia de lo ocurrido durante los años anteriores, la Casa Blanca no declaró el pasado junio como mes del Orgullo, aunque sí que permitió nombrarlo mes nacional de la propiedad de vivienda, de la música afroamericana, de la herencia del Caribe, entre otros apelativos.

Las reacciones se suceden a medida que avanza la jornada. Desde las filas demócratas critican la decisión, haciendo hincapié en que cualquier patriota estadounidense debe ser bienvenido en las Fuerzas Armadas, argumento utilizado por ejemplo por el exvicepresidente Joe Biden o el exsecretario de Defensa Ashton Carter. Los portavoces del movimiento LGTB también se han lanzado contra el anuncio, así como uno de los rostros transexuales más reconocidos, Chelsea Manning, ex soldado transexual encarcelada por espionaje e indultada por Obama, quien además considera "cobarde" esgrimir argumentos económicos.