Una pancarta con información sobre la recompensa ofrecida por EEUU por la captura de Maduro, en la frontera venezolana en Táchira.

Una pancarta con información sobre la recompensa ofrecida por EEUU por la captura de Maduro, en la frontera venezolana en Táchira. Carlos Ramírez Reuters

América

Maduro convoca nuevas jornadas de alistamiento frente a la "amenaza imperialista" de los buques de EEUU en su costa

La Administración Trump moviliza tres destructores de la Marina en aguas del mar Caribe y endurece su postura sobre el régimen chavista, pero una eventual operación militar parece poco probable.

Más información: El despliegue de la Armada de EEUU que va rumbo a Venezuela: destructores, buques de asalto anfibio y submarinos

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La Administración Trump aprieta las tuercas del régimen de Nicolás Maduro. Sumido en un nerviosismo poco habitual, el líder chavista teme que Estados Unidos persiga un cambio de régimen en Venezuela. "Lo que están amenazando hacer contra Venezuela —cambio de régimen, un ataque militar terrorista— es inmoral, criminal e ilegal", denunció el pasado viernes desde la tribuna de la Asamblea Nacional.

La presión de Washington sobre Caracas llega en forma de buques de guerra. El envío de hasta tres destructores cerca de sus costas era prácticamente impredecible seis meses atrás, cuando el propio Maduro recibió en el Palacio de Miraflores al enviado especial de Trump, Richard Grenell, para discutir el regreso al país de "todos los criminales y miembros de pandillas venezolanos"afincados en Estados Unidos.

Caracas no aceptó, y su negativa cerró la puerta a una posible normalización con Washington.

"Dentro de la Administración Trump no hay una posición totalmente unificada sobre el régimen de Maduro", apunta en conversación con este periódico la politóloga Carolina Jiménez Sandoval, presidenta de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA). De todos modos, es ahora el secretario de Estado, Marco Rubio, uno de los halcones de la Casa Blanca, quien traza la hoja de ruta de la Administración Trump en Venezuela.

La estrategia inicial del palo y la zanahoria acabó. Ya sólo quedan palos. Por eso, el Departamento del Tesoro anunció a principios de agosto que había elevado hasta los 50 millones de dólares la recompensa a cambio de información que facilitara la captura de Maduro. Dobló la retribución que ofrecía sólo unos días después de acordar con el régimen chavista un intercambio de prisioneros y de extender la licencia a la gigante petrolera Chevron para mantener sus actividades en el país.

Estados Unidos acusa al sucesor designado de Hugo Chávez de liderar el Cártel de los Soles, una red de corrupción estatal de la que participa la cúpula militar venezolana. El Departamento de Estado considera —de forma errónea, según advierten los expertos— que el Cártel de los Soles es una organización criminal dedicada al tráfico de drogas que coopera con el Tren de Aragua y el Cártel de Sinaloa, dos "organizaciones terroristas extranjeras" para la Justicia estadounidense.

Tanto el ministro del Interior, Diosdado Cabello, como el titular de Defensa, Vladimir Padrino, dos de los hombres fuertes del régimen chavista, dicen que el Cártel de los Soles es una "invención" de Estados Unidos y tachan de "ridículas" las imputaciones de Trump.

Estados Unidos tiene catalogado a Maduro como una amenaza para la seguridad nacional en tanto que "uno de los mayores narcotraficantes del mundo", sin embargo.

La Administración Trump dio un paso más —aunque quizá no el definitivo— la pasada semana, cuando empezó la acumulación de fuerzas navales en aguas del mar Caribe en el marco de una operación antidroga.

Según The New York Times, el Departamento de Defensa movilizó el pasado lunes el USS Jason Dunham y el USS Gravely, dos destructores de la Marina que habían participado en los últimos ataques contra los hutíes de Yemen. El Ejército estadounidense también movilizó el USS Sampson.

"Es como llevar un obús a una pelea con cuchillos", trasladó un funcionario del Departamento de Defensa al diario neoyorquino.

Reuters adelantó que alrededor de 4.500 tripulantes arribarían a las costas de Venezuela "en las próximas 36 horas". Fuentes del Departamento de Defensa lo desmintieron, pero la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, subrayó en rueda de prensa que Trump "está preparado para usar todos los elementos del poder estadounidense para evitar que las drogas inunden nuestro país y llevar a los responsables ante la Justicia".

Y es que el mandatario estadounidense firmó el pasado mes de julio una orden ejecutiva que autorizaba al Pentágono a utilizar fuerza militar contra los cárteles de la droga.

Además, el portavoz del Departamento de Defensa, Sean Parnell, deslizó la pasada semana que los cárteles "han perpetrado violencia histórica y terrorismo en todo nuestro hemisferio —y en todo el mundo—, desestabilizando economías y la seguridad interna de los países, además de inundar Estados Unidos con drogas mortales, criminales violentos y pandillas despiadadas". Era su respuesta a la pregunta sobre el despliegue de buques en el Caribe.

Está el precedente de la Operación Gedeón. Un asalto anifibio que las fuerzas de seguridad venezolanas abortaron con cierta facilidad en mayo de 2020. Aunque el escenario recuerda más a la invasión de Panamá de finales de los ochenta para detener a Manuel Noriega, un excolaborador de la CIA caído en desgracia después de enfrentar acusaciones de narcotráfico y corrupción.

"Si la finalidad de la Casa Blanca es provocar un quiebre interno en el círculo de Maduro, no espero que el movimiento tenga éxito", anticipa Jiménez Sandoval. "Es muy improbable que exista un plan para invadir Venezuela. Ese escenario implicaría una movilización militar muy superior a la actual. Estamos hablando de varios buques, es cierto, pero con 4.000 marines no alcanza para invadir ningún país".

"La última gran invasión en América Latina, que fue la invasión a Panamá, implicó a 27.000 tropas, de las cuales 13.000 ya estaban asentadas en Panamá, puesto en Panamá había bases militares americanas. Y Panamá es un país mucho más pequeño que Venezuela", recuerda la politóloga.

Retórica antiimperialista

Maduro, que apela a la épica revolucionaria, respondió con la movilización de cuatro millones y medio de milicianos en todo el país. Conocido como el Ejército bolivariano, la Milicia Venezolana es la rama civil de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) que Chávez creó en 2005.

Entre 95.000 y 150.000 combatientes activos engrosan las filas del Ejército venezolano, según el Ministerio de Defensa. Las estimaciones del International Institute for Strategic Studies (IISS, por sus siglas) cifran en 343.000 el número de milicianos.

"No saco 4,5 millones de votos en la presidencial, ¿cómo va a tener 4,5 millones de milicianos?", comentó con sorna el analista político Edward Rodríguez, vinculado con los movimientos opositores.

"Maduro ha aprovechado las acciones de Trump para fortalecer su retórica nacionalista y antiimperialista, y además ha escalado la represión interna", añade Jiménez Sandoval en diálogo con EL ESPAÑOL. "También aprovecha la ocasión para movilizar frente a la Administración estadounidense a una América Latina que había denunciado su fraude electoral. En cierto modo, Maduro consigue darle la vuelta a la situación", lamenta la presidenta de WOLA.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, uno de los líderes sudamericanos que había intentado convencer a Maduro de renunciar tras el 28-J, sin éxito, advirtió la pasada semana que cualquier acción militar estadounidense en Venezuela puede provocar una crisis regional de características similares a las provocadas por la guerra civil siria.

La Casa Blanca, como recordó en rueda de prensa la propia Leavitt, no reconoce la legitimidad de Maduro. El líder chavista perdió las elecciones del 28 de julio del pasado año frente al candidato opositor Edmundo González Urrutia, exiliado en Madrid. En lugar de aceptar la derrota, el chavismo manipuló los resultados.

El eje Pekín-Moscú

Tanto Rusia como China, socios principales del chavismo, cerraron filas con Maduro ante el despliegue naval de Estados Unidos frente a las costas venezolanas.

El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, "expresó su solidaridad con las autoridades venezolanas y confirmó el amplio apoyo a sus esfuerzos por proteger la soberanía nacional y garantizar la estabilidad institucional ante la creciente presión externa sobre Caracas" durante una conversación telefónica con la vicepresidenta Delcy Rodríguez, mientras que la portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Mao Ning, declaró que Pekín rechaza de plano "cualquier acción que viole los propósitos y principios de la Carta de la ONU o infrinja la soberanía y seguridad de otros países".

El bloque opositor, con María Corina Machado a la cabeza, celebró el movimiento de Estados Unidos. Otro disidente del chavismo como es el excandidato presidencial Henrique Capriles, que ha suavizado en los últimos meses sus críticas contra el régimen, argumentó en redes sociales que "las nuevas tensiones internacionales, lejos de contribuir a una salida a la crisis, amenazan con profundizarla".

"Venezuela no necesita más conflictos externos, internos, ni retóricas que generan miedo y zozobra", sentenció.