Verónica Abad, la vicepresidenta que no pudo serlo.

Verónica Abad, la vicepresidenta que no pudo serlo. Cristina Vega Reuters

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Verónica Abad, la vicepresidenta de Ecuador a la que Noboa "desterró" a Israel: "El presidente está fuera de control"

A las puertas de la segunda vuelta de las presidenciales, Abad denuncia los abusos de poder de quien un día fue su compañero, hoy candidato a la reelección: "No he visto en mi vida política una persona que aborrezca la ley como lo hace Noboa".

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María Verónica Abad Rojas (Cuenca, 1976) vive en un limbo. La vicepresidenta de Ecuador, por contradictorio que suene, nunca ha sido vicepresidenta de Ecuador. La vicepresidenta de Ecuador, dicho de otro modo, nunca ha podido ejercer el cargo que obtuvo en las urnas en octubre de 2023.

La candidatura que formó con Daniel Noboa se impuso contra todo pronóstico en aquellas elecciones anómalas, convocadas de forma anticipada tras el suicidio político de Guillermo Lasso, pero su relación personal con el joven empresario se truncó en la recta final de la campaña para la segunda vuelta. Nadie sabe muy bien por qué. Sólo Noboa y Abad conocen los motivos de la ruptura.

“Quien tiene que explicarlo es el presidente, y hasta este momento no ha sabido hacerlo. ¿Por qué me odia tanto? ¿Por qué me ha perseguido de la manera atroz?”, se pregunta, afligida, Abad, que no utiliza la palabra “odio” demasiado a la ligera. Tiene motivos sólidos para pensar que Noboa le profesa, como mínimo, una profunda animadversión.

Desde que diera comienzo su mandato, el inquilino del Palacio de Carondelet intentó evitar que su número dos tomara posesión del cargo. Y tuvo éxito. Primero, decidió enviarla sin billete de vuelta a Tel Aviv para –ojo– frenar la escalada en Gaza. Naturalmente, Abad se mostró incapaz de sellar la paz entre israelíes y palestinos. Meses después, Noboa decretó que la vicepresidenta se trasladara a Ankara por motivos que siguen sin estar claros. Mientras recorría Oriente Próximo, el Gobierno intentó destituirla por la vía administrativa. No lo consiguió.

Cuando llegó el momento de depositar la jefatura del Estado en manos de la vicepresidenta para hacer campaña, como contempla la ley electoral ecuatoriana, Noboa se negó. En su lugar, el presidente delegó en Cynthia Gellibert, una persona que, a diferencia de Abad, sí era de su máxima confianza.

¿Qué hay detrás de este choque institucional? “El motivo es no permitir que le sustituya en la Presidencia de la República porque esconde muchas cosas, es obvio. Ya hay escándalos de corrupción en su Gobierno”, desliza Abad en esta entrevista con EL ESPAÑOL, que tiene lugar a falta de cuatro días para que Ecuador decida en las urnas si quiere que Noboa permanezca en el cargo durante los próximos cuatro años o si, por contra, elige, esta vez sí, a la correísta Luisa González.

Abad, una autodenominada “liberal clásica” que conserva enmarcada en su despacho de Quito una imagen con el presidente israelí, Isaac Herzog, “presentándole mis credenciales como embajadora”, explica, habla a veces de sí misma en tercera persona. Y lo hace rápido, con prisa, como si no le sobrara el tiempo.

¿Dónde se encuentra ahora mismo?

Estoy en Quito. Aterricé el lunes desde Ankara. Estaba cumpliendo funciones como embajadora de Israel dentro de Turquía, funciones que el presidente me colocó, y tuve que regresar porque me suspendieron [del cargo] por 150 días. Lo hice para poder defenderme cuando me impusieron un sumario administrativo [procedimiento que inicia el Ministerio de Trabajo cuando existen sospechas de que un servidor público ha cometido una infracción o incumplido con sus obligaciones].

Después de que la jueza Nubia Vera viera toda la mentira y el engaño que hicieron para someterme a un sumario administrativo siendo vicepresidenta de la República, emitió otro decreto enviándome nuevamente a Turquía como consejera económica. Esta vez de forma temporal, dentro de la Embajada de Ecuador en Turquía. Por lo que estuve allí varios días hasta que fui suspendida por el Tribunal Contencioso Electoral (TCE).

En marzo, el TCE ratificó la sanción que suspende sus derechos políticos para los próximos dos años por violencia política de género. Una denuncia que presentó la canciller Gabriela Sommerfeld.

Para que nos entiendan nuestros amigos en España, he estado sometida a un hostigamiento judicial. Han usado la política como un instrumento de judicialización para poder someter a aquellos que no estamos de acuerdo con el Gobierno y somos críticos.

Pero, después de la sanción, ¿sigue siendo vicepresidenta de Ecuador?

Así es. Soy la vicepresidenta constitucional de los ecuatorianos.

Noboa dice que no, que usted está destituida.

Parece que vive en su reino, no en la realidad. No he sido destituida en ningún momento, porque el hecho de ser destituida a dedo por el presidente es inconstitucional, ilegal, ilegítimo. Un delito, en definitiva. Si Noboa tuviera la capacidad de hacerlo, tenga por seguro que lo haría. Pero vivimos en un Estado de derecho, en una República donde hay leyes que tienen que respetarse, y una de ellas dice que a un presidente y a una vicepresidenta sólo puede destituirlos la Asamblea Nacional. Eso lo dice bien clarito.

¿Y qué pasa con el fallo del Tribunal Contencioso Electoral?

El TCE es el instrumento, el arma política, para poder perseguir a los opositores. Un tribunal que me sentenció sin prueba alguna de violencia política de género que yo haya cometido sobre la canciller. Es lawfare, lo más real que vivimos en este momento los ecuatorianos.

Podemos inducir de sus acusaciones que Noboa controla todos los resortes del Estado, o al menos todos los resortes del Poder Judicial. ¿Es el caso?

Es correcto. Yo me voy a referir a los hechos, y tengo todo por escrito. ¿Quién está detrás de una ministra de Trabajo para haberme impuesto un sumario administrativo? ¿Quién está detrás de una canciller para que haya podido hostigarme todo este tiempo, desde haberme enviado a Israel, un país en guerra, junto con mis hijos?

El presidente, como comenta, decidió enviarla a Tel Aviv para liderar una misión de paz. ¿Por qué?

Eso es lo que ha calado en lo internacional, y he buscado ayuda en la Corte Internacional de Derechos Humanos (CIDH) y en diferentes organismos internacionales. No me dejaron ejercer el cargo para el cual me eligieron los ecuatorianos, que era ser vicepresidenta. Desde el inicio quisieron que fuera embajadora de la paz, algo que nunca ha sucedido en el Ecuador, para poder ir a mediar entre Israel y Palestina. O sea, una cosa que no tiene ningún sentido. Y, sin embargo, tengo que soportar toda esta presión con el único objetivo de que renuncie. Desde el instante que empezó esta persecución, en la segunda vuelta de la campaña electoral [de 2023], automáticamente fui desterrada a Israel. Lo hicieron pensando que yo iba a renunciar, pero no lo hice. Cumplí a pesar de que enviarme fuera del país era inconstitucional.

¿Qué hizo cuando estuvo en Israel?

El primer decreto de Noboa me envía como embajadora de paz, una figura para evitar, textualmente, la escalada del conflicto entre Israel y Palestina. Algo que, repito, nunca se ha dado en Ecuador. El segundo decreto me envía como embajadora extraordinaria y plenipotenciaria a Israel para poder vivir legalmente en el país. Pero nunca recibimos una sola instrucción por parte del presidente. Lo que tuve que hacer fue trabajar como un embajador. Concretar reuniones entre las diferentes tendencias religiosas para poder entender el conflicto, negociar con el Gobierno israelí para poder tener becas, transferencia de conocimiento en medicina, educación. Es decir, mucha gestión. Toda esta gestión, por cierto, fue bloqueada por la canciller Sommerfeld.

¿Y en Turquía?

Amanecí un día con un decreto que me obligaba a trasladarme a Turquía por seguridad. Todavía no he recibido ninguna justificación legal para poder usar fondos públicos y saber por qué motivo me enviaban a Turquía. Fue información “reservada” que seguimos sin conocer. Pero a Turquía no me enviaron de embajadora ni a trabajar en la Embajada de Ecuador en Turquía, no.

¿Entonces?

Tuve que permanecer encerrada en mi cuarto de hotel, sin seguridad, trabajando con Israel y Ecuador a la vez. ¿Qué hice en Turquía? Nada. Porque no tenía una función clara. Estas absurdeces, que son arbitrarias, pueden demostrar todo lo que he vivido como mujer, lo que he tenido que pasar. Tuve que romper mi núcleo familiar para poder ir a Turquía y enviar a mis hijos de vuelta a Ecuador porque no sabía a qué me iba a enfrentar allí, estando al otro lado del conflicto geopolítico.

Estando usted fuera de Ecuador, además, abrieron una investigación contra su hijo por presunto tráfico de influencias.

Emprendieron automáticamente una persecución legal y jurídica contra mi hijo, allanando su casa, tomándolo preso y llevándolo a [la prisión de máxima seguridad de] La Roca. Era su forma de presionarme para que renunciara. Pues no renuncié. Soporté semejante dolor, a pesar de que el Gobierno no permitía que yo regresara, porque si lo hacía aludían jurídicamente que estaba abandonando mi cargo en Israel. No pude salir de Israel para ver a mi hijo.

Al ver que no renuncié, emprendieron una cadena de denuncias. Cuatro en el Tribunal Contencioso Electoral por violencia política de género y otra por el tema de campaña anticipada. Empezaron a hostigarme ante el TCE con cinco denuncias al mismo tiempo, y no contentos con eso la Fiscalía General comenzó a montarme denuncias penales.

He tenido que pasar todo un año en audiencias buscando la verdad, pidiendo que, por favor, los jueces –porque nos toca rogar por justicia a los ecuatorianos– actúen en derecho. Nos han acusado de formar un sistema criminal para poder orquestar un golpe de Estado contra el presidente. Estando a miles de kilómetros, una mujer sola, escondiéndose en los búnkeres para no ser atacada por los misiles, y decían que estaba organizando un golpe de Estado contra el presidente.

Al final, Noboa, que estaba obligado a ceder la jefatura del Estado a la vicepresidenta, es decir, a usted, durante la campaña electoral, no lo ha hecho.

Supe que la persecución judicial iba a servir para el momento en el que Noboa tuviera que delegar en mí la Presidencia para participar en las elecciones. Se salió con la suya, y por eso Ecuador está viviendo un golpe de Estado. El presidente sigue su campaña sin haber permitido que la Vicepresidencia de la República subrogue, como señala la Constitución. Noboa ha nombrado otra vicepresidenta de la República en mi lugar.

¿Por qué se produjo su ruptura con Noboa?

Quien tiene que explicarlo es el presidente Noboa, y hasta este momento no ha sabido hacerlo. ¿Por qué me odia tanto? ¿Por qué me ha perseguido de esta manera tan atroz?

¿Por qué cree usted?

Para mí, el motivo es no permitir que le sustituya en la Presidencia de la República, porque esconde muchas cosas, es obvio. Ya hay escándalos de corrupción en su Gobierno.

En la historia reciente de Ecuador, los desencuentros entre presidente y vicepresidente han sido habituales. ¿Puede ser ese el motivo por el que su caso no haya generado más reacciones?

Pero nunca ha pasado algo así en el Ecuador. Nunca un vicepresidente ha sido enviado fuera del país. Eso ha ocasionado un vacío legal inmenso, porque no existe norma ni ley para mantener a un vicepresidente fuera. Es un gasto innecesario para los ecuatorianos.

Después está la cuestión de haber vulnerado los derechos humanos, porque el reglamento de nuestra ley para que un funcionario público salga fuera del país a cumplir sus deberes necesita, por ejemplo, un mes de traslado. ¿Sabe con cuántos días de antelación me hizo trasladar el presidente? Con cinco. Y esta vez quiso que me trasladara de un día para el otro a Turquía, porque le dio la gana de comprarme un ticket para mandarme fuera del país. Esas arbitrariedades son violaciones de los derechos humanos. Él ha violentado mis derechos humanos no solamente como mujer, sino también como profesional, como madre.

¿Cuándo se deterioró su relación con Noboa?

En el momento en que se vislumbró que íbamos a ganar. Noboa cambió completamente el sentido del programa electoral. Nada de lo que se les prometió a los ecuatorianos se ha cumplido. Algo sucedió en el camino. Hoy, sufrimos un alza del IVA del 3%, violencia en las calles, muertes como nunca antes, crisis eléctricas de 14 horas.

Sus diferencias con Noboa son personales, pero también políticas.

Son sólo políticas. Nunca he llegado a ser amiga del presidente Noboa.

¿Cómo es Noboa en las distancias cortas? ¿Le ha cambiado el poder?

Sí, es una persona que está totalmente fuera de control. No he visto en mi vida política una persona que aborrezca la ley como lo hace Noboa.

¿Y cómo explica ese cambio?

No soy psicóloga, no podría hablar de su personalidad. Sólo me refiero a los hechos políticos. No tengo idea de su patrón de conducta. Para mí es una persona que, simplemente, ha abusado del poder.

Dice que todo esto forma de parte de una estrategia coordinada para forzar su destitución. ¿Por qué ha optado por mantenerse en el cargo? ¿Qué le ha motivado a seguir?

No, señor. Así no se libran las luchas. Sobre todo, cuando hemos logrado la independencia de un Estado y de una República. ¿Qué pasó entonces con las vidas que pasaron nuestros antecesores para defender nuestra República? Cuando, además, a las mujeres nos ha costado tanto entrar en los espacios políticos. Renunciar puede ser muy fácil, pero no van a esperar eso de Verónica Abad jamás, porque me he forjado en valores y en principios políticos para entender el fundamento de una nación.

Y a nivel personal, ¿cómo lo ha vivido? ¿Qué se le ha pasado por la cabeza?

Siempre con el deseo de permanecer en alto y firme. Jamás he mostrado un momento de debilidad para decir “voy a renunciar”. La mujer debe denunciar la violencia, no renunciar ante la violencia, porque renunciar es callar, es seguir permitiendo que estos actos arbitrarios y violentos hacia la mujer, hacia el pueblo ecuatoriano, sucedan como si nada hubiera pasado.

¿Con quién va el domingo? Intuyo que no tendrá muchas ganas de que gane Noboa.

No puedo responder esa pregunta porque soy una funcionaria pública y, en mi país, tenemos prohibido hacer cualquier tipo de proselitismo o pedir el voto. Yo cumplo la ley, por eso no te puedo responder. Hay otros que no cumplen la ley, no les importa ser servidores públicos y sin embargo usar todos los recursos de los ecuatorianos. Para mí, la reflexión es decir a los ecuatorianos por quién no tiene que votar.

¿Confía en que se respeten los resultados?

No. Siempre he sido crítica del Consejo Nacional Electoral como organismo de control. En la etapa anterior a las elecciones, [la presidenta del órgano Diana] Atamaint tuvo un acto discriminatorio, aberrante, al informar a la ciudadanía que no iba a invitar a la vicepresidenta de la República al inicio de la jornada electoral para evitar un conflicto con el presidente. Pero sí invitó al presidente-candidato. Es decir, abrazó a quien está violando la ley. Nuestra seguridad jurídica electoral es parcial. Hay que estar muy pendientes ante este proceso.

Como sabe, María José Pinto es ahora la candidata a la vicepresidencia de Noboa, su sustituta. ¿Qué consejo le daría después de todo?

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