Rebelde del M23 en las afueras de Matanda, este de la RDC, 22 de marzo de 2025.

Rebelde del M23 en las afueras de Matanda, este de la RDC, 22 de marzo de 2025. Zohra Bensemra Reuters

África

La última masacre en el Congo desmonta el discurso de Trump de que las guerras que detiene acaban en "paces duraderas"

Tras mediar un acuerdo entre Kinshasa y Kigali, el presidente estadounidense proclamó el fin de “una de las peores guerras que se hayan visto” y prometió un futuro de estabilidad y prosperidad para la región. No ha durado ni dos meses.

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Hace apenas unas semanas, Donald Trump se felicitaba en la Casa Blanca por haber logrado lo que presentó como un hito histórico: la paz en la República Democrática del Congo.

Tras mediar un acuerdo entre Kinshasa y Kigali, el presidente estadounidense proclamó el fin de “una de las peores guerras que se hayan visto” y prometió un futuro de estabilidad y prosperidad para la región.

El acuerdo definitivo –conocido como el “Acuerdo de Washington”– fue firmado el 27 de junio de 2025 en Washington, entre los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países, Thérèse Kayikwamba Wagner (RDC) y Olivier Nduhungirehe (Ruanda), con la presencia del secretario de Estado estadounidense Marco Rubio.

Pero esa “paz trumpiana” ha quedado más que en entredicho con la matanza de al menos 140 civiles en el este del país, atribuida a los rebeldes del M23, que ha devuelto al Congo a la crudeza de un conflicto enquistado, como informó BBC.

Los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo (M23) asesinaron al menos a 140 civiles en el este de la República Democrática del Congo (RDC) durante el mes de julio, según un informe publicado por Human Rights Watch (HRW).

La denuncia llega en pleno proceso de paz auspiciado por EEUU y Catar, lo que pone en entredicho la viabilidad de los esfuerzos diplomáticos para pacificar una de las regiones más convulsas del continente.

Testimonios recogidos por HRW describen ejecuciones sumarias de hombres, mujeres y niños de la comunidad hutu en la zona de Rutshuru, cercana al Parque Nacional de Virunga.

Los combatientes, respaldados por Ruanda según el informe, cercaron aldeas enteras y bloquearon las salidas antes de iniciar una matanza con armas de fuego y machetes.

“Se llevaron a unas 70 mujeres y niños, nos sentaron al borde de un río y empezaron a disparar”, relató una superviviente que logró escapar arrojándose al agua.

En Katanga, un testigo contó cómo perdió a cinco miembros de su familia en cuestión de horas. Otro afirmó que vio morir a su esposa y a sus cuatro hijos desde la distancia.

Los rebeldes, según HRW, obligaron a los vecinos a enterrar los cuerpos de inmediato o a dejarlos sin sepultura. En algunos casos, los cadáveres fueron arrojados al río Rutshuru.

El informe se basa en 25 testimonios directos, además de fuentes médicas, militares y de Naciones Unidas.

Tanto la ONU como HRW apuntan a la implicación del Ejército ruandés en la operación, lo que Kigali rechaza con vehemencia. El Gobierno de Ruanda niega sistemáticamente respaldar al M23 y atribuye las matanzas a grupos armados rivales.

La masacre tuvo lugar en el marco de una ofensiva del M23 contra las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), un grupo hutu en el que aún militan responsables del genocidio de 1994.

El trasfondo étnico y geopolítico vuelve a tensar las relaciones entre Kinshasa y Kigali, pese al acuerdo alcanzado este verano que obligaba al Gobierno congoleño a neutralizar a las FDLR.

La violencia empaña los recientes intentos de diálogo. A finales de julio, en Doha, representantes del M23 y del Ejecutivo de Félix Tshisekedi firmaron un alto el fuego que debía allanar el camino hacia la paz.

Sin embargo, pocos días después, los rebeldes se levantaron de la mesa alegando incumplimientos por parte de Kinshasa.

Aunque anunciaron el envío de una delegación técnica a Catar, el ejército congoleño acusa al grupo de romper ya la tregua.

Desde comienzos de año, el M23 ha consolidado posiciones en la provincia de Kivu del Norte, llegando a controlar grandes áreas y cercando incluso la capital regional, Goma.

La ONU advierte de que miles de personas han muerto y cientos de miles se han visto obligadas a huir en una de las crisis humanitarias más graves del mundo.

HRW exige al Consejo de Seguridad de la ONU, a la Unión Europea y a gobiernos aliados que refuercen las sanciones y presionen para que los comandantes implicados en las atrocidades sean detenidos y juzgados.