Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP. acompañado por los presidentes de las CCAA de su partido, en el acto de clausura del encuentro en Murcia.

Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP. acompañado por los presidentes de las CCAA de su partido, en el acto de clausura del encuentro en Murcia. Efe

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'El visado por puntos': así es el modelo de Canadá y Australia que Feijóo quiere para la inmigración en España

Australia niega el permiso de residencia permanente a los mayores de 45 años, mientras que Canadá busca un perfil para empleos más cualificados.

Más información: Feijóo emula a Canadá y propone un visado por puntos para inmigrantes: "Es un desafío porque se ha descontrolado".

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El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, prometió este domingo en la reunión de altos cargos de su partido en Murcia la implantación de un visado por puntos para los inmigrantes en caso de que llegue a La Moncloa en las próximas elecciones. Dicha medida tendría como objetivo cribar el número de solicitudes de residencia en España, privilegiando a aquellos que mejor conozcan la cultura española, dominen el idioma español o su perfil sea el indicado para puestos de trabajo donde hay una alta demanda.

En resumen, Feijóo parece hacer así un guiño a los extranjeros latinoamericanos, que son, con diferencia, los que más vienen a España, con y sin papeles. Según datos del INE de 2024, aunque la marroquí es la nacionalidad más numerosa en el censo de inmigrantes, con un millón de personas, los países latinoamericanos aportan casi cinco millones a la lista de extranjeros residentes en España. Ese flujo sigue ahí, pese a que no llame tanto la atención. El inmigrante coge un avión sin problema, se planta en Madrid o en Barcelona como turista y se queda sin papeles de trabajo ni de residencia hasta que consigue cumplir con los requisitos.

Obviamente, la asimilación cultural de este tipo de inmigrante es mucho más fácil y más rápida. El inmigrante asiático o africano, especialmente si proviene de una cultura diferente con valores diferentes e incluso un credo diferente, es mucho más complicado de asimilar y causa más problemas. Así, Feijóo pretende dar batalla a PSOE y Vox, aunque en el fondo sus posiciones no están tan distantes de las de este último partido: ambos están de acuerdo en que, en general, el inmigrante musulmán supone un problema. Donde unos lo echarían sin más, los otros intentan buscar la manera de que no entre.

Si es esta una postura realmente liberal o no, es decir, si realmente el individuo es tratado como tal o como parte de una comunidad que en la mayoría de los casos no ha elegido y que no debería darle más derechos ni menos oportunidades, es otra cuestión. Para evitar ser acusado de xenófobo, Feijóo mencionó como ejemplo las políticas de dos países de cultura anglosajona que utilizan un sistema parecido y con esa finalidad de primar al individuo: Australia y Canadá. Ahora bien, ¿exactamente cómo funcionan allí estos visados por puntos?

Australia: no es país para viejos

Australia es, por definición, un país de inmigrantes, desde que Reino Unido lo utilizara como colonia penitenciaria durante siglos. Tal vez por eso, siempre han tenido una especial preocupación por quién entra y quién no en su país. El sistema de puntos parte de una iniciativa legislativa de los laboristas a principios de los 70 y se establece como criterio oficial para obtener un visado a partir de 1989, con cambios constantes en los requisitos, para adaptarse mejor a las necesidades del país.

En la actualidad, los criterios responden a edad, experiencia laboral, estudios, dominio del inglés y conocimiento de la cultura australiana. En total, el inmigrante debe superar los 65 puntos, algo que se conseguiría, por ejemplo, siendo un hombre o mujer de 30 años, con cinco de experiencia laboral fuera o dentro de Australia, un nivel alto de inglés y algún tipo de diploma de estudios superiores. Si no cumples esos requisitos y no tienes una pareja que los cumpla, lo tienes complicado para siquiera optar a un visado.

Es más, si tienes 45 años o más, directamente Australia te niega el permiso de residencia permanente. Puedes hablar inglés mejor que Churchill, haber trabajado toda tu vida en el sector indicado, tener un doctorado y estar casado con una residente de Perth. Da igual. Sí puedes solicitar otro tipo de visado que tendrás que ir renovando, por supuesto, pero los australianos quieren gente que venga a trabajar y a trabajar duro. Consideran que, cuanto más joven seas, más capacitado estarás para ello.

Canadá: buscando la excelencia

El sistema canadiense de puntos se instauró en 1967, bajo el gobierno de Lester B. Pearson y el empeño de Pierre Trudeau, el padre del recientemente dimitido Justin Trudeau. El objetivo era verdaderamente liberal: se pretendía tratar al individuo como tal, según sus capacidades, en vez de establecer criterios de raza o de nacionalidad. Unos criterios que, en países anglosajones son un poco forzados, pero que, en España, como decíamos, presentan un problema: los que vienen de nuestras antiguas colonias siempre van a tener una ventaja.

A diferencia de Australia, Canadá ha hecho pocos cambios en su sistema de puntuación, aunque, en esencia, los criterios son muy similares: idioma, educación, experiencia laboral, edad y adaptabilidad, es decir, idoneidad para determinados puestos de trabajo. Otra diferencia es que la edad no es tan importante, sino el conocimiento de la lengua -el inglés, por supuesto, pero también el francés da puntos extra- y la formación académica. En otras palabras, Canadá busca un perfil no tan basado en la capacidad para el trabajo duro, sino para empleos más cualificados. De ahí que, por ejemplo, los estudiantes extranjeros se hayan cuadruplicado en tan sólo 10 años.

¿Puede asumir España un sistema parecido? El problema es que se calcula que en Canadá viven unos 500.000 inmigrantes ilegales y en Australia no son más de 100.000 -residir o trabajar en Australia sin el correspondiente visado es un delito que conlleva la expulsión inmediata- mientras que en España estamos hablando de más de 600.000, con un flujo creciente que no cesa. Hay que recordar que sólo la regularización del Gobierno Zapatero en 2005 ya afectó a aproximadamente 800.000 personas sin papeles.

En resumen, hablamos de un sistema que ha funcionado en el pasado, que se considera especialmente receptivo con la inmigración -España necesita inmigrantes legales como el respirar- y que serviría, en la práctica, para poner freno a la inmigración magrebí y subsahariana y favorecer a la latinoamericana y extracomunitaria. Para ello, eso sí, sería preciso un aumento de la burocracia y una delimitación exacta de qué criterios sirven para España y no sirven para Canadá o Australia, países con una historia y un contexto muy diferente.