Mundo Guerra

Putin ambiciona invadir Kiev en 2023 mientras Bielorrusia despliega sus tropas en la frontera

El jefe del ejército ucraniano asegura que Rusia enviará más hombres en primavera para tomar Kiev cuanto antes y acabar con la guerra

16 diciembre, 2022 03:08

Casi diez meses después del inicio de la invasión rusa de Ucrania, parece haber cierto consenso en que uno de los grandes errores del gobierno de Kiev fue no tomarse suficientemente en serio los avisos de la inteligencia militar estadounidense acerca de una ocupación a gran escala. Convencidos de que el Pentágono exageraba y de que lo más a lo que se atrevería Putin sería a completar la invasión del Donbás que ya comenzó en 2014, los ucranianos descuidaron su frontera norte con Bielorrusia y permitieron que los tanques rusos se plantaran a pocos kilómetros de Kiev en apenas unas horas.

El error fue tan grave y tan serio que no volverá a repetirse. En conversaciones con el diario The Economist, el jefe del ejército ucraniano, Valery Zaluzhny, afirmaba este jueves su convencimiento de que Rusia iba a volver a intentar la misma operación pasado el frío invierno. El objetivo de Putin sería debilitar las infraestructuras ucranianas durante estos meses y enviar más hombres, aunque peor armados, en primavera para tomar Kiev cuanto antes y acabar así con la guerra de un plumazo, calcando su estrategia inicial.

Todo apunta a que una invasión de ese tipo partiría desde Bielorrusia. El asunto es si el país presidido por Alexander Lukashenko serviría de mera plataforma desde la que enviar tropas o si entraría también en la guerra, lo cual puede complicar muchísimo la situación desde el punto de vista geopolítico. De momento, según apunta el Institute for the Study of War, el propio Lukashenko se resiste como gato panza arriba a las continuas presiones de Putin. Según el “think tank” estadounidense, no se dan las condiciones internas necesarias como para meter al país en una guerra sin esperar una contestación notable que puede hacer tambalear al régimen. Con muy poco que ganar, Lukashenko no quiere jugársela.

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Eso no quiere decir que se esté quedando quieto: bajo la excusa de una supuesta amenaza terrorista, Minsk lleva semanas desplazando tropas hacia su frontera con Ucrania. Las informaciones apuntan a que un importante regimiento del ejército bielorruso bajo el mando de facto de oficiales rusos estaría a tres kilómetros de la frontera y listo para actuar. El hecho de que Minsk niegue una y otra vez su intervención no es ningún consuelo: algunos países han hecho de la mentira una forma de ser. Mikhailo Podolyak, asesor del presidente Volodimir Zelenski, insistía este miércoles en que las presiones de Moscú no habían cejado. Ya que se han lanzado a algo parecido a la autodestrucción, esperan que sus grandes aliados en la zona los acompañen al precipicio.

Un mensaje claro a EEUU

El convencimiento de las autoridades militares ucranianas choca con un cierto escepticismo por parte de las estadounidenses. Es curioso cómo, en un año, la tortilla se ha dado por completo la vuelta. Puede que Estados Unidos maneje una información totalmente diferente o puede que, simplemente, Biden prefiera esperar a ver qué decide el nuevo Congreso, que empezará a funcionar el próximo mes de enero con mayoría republicana en la Cámara de Representantes. Los mensajes que han mandado los congresistas conservadores han sido confusos durante la campaña electoral y no está nada claro que vayan a aprobar sin más cualquier envío de armas o de ayudas económicas, como se ha hecho hasta ahora.

En ese sentido, pelearse con la Cámara por un asunto de política internacional requiere de una gran paciencia y un enorme sentido de la oportunidad. Son batallas que uno tiene que saber cuándo librar para que no se le amontonen. En Kiev lo saben y lo temen. La victoria de los demócratas en el Senado y su derrota por los pelos en la Cámara se vivió con cierto entusiasmo en su momento, pero la incertidumbre sigue ahí: ¿cumplirá Estados Unidos con su promesa de defender a Ucrania de la amenaza de Putin o lo hará solo hasta cierto punto?

Ante esta perspectiva, es lógico que Kiev quiera lanzar el mensaje -y más en un medio anglosajón- de que la guerra no solo no es cosa del pasado, sino que puede complicarse muchísimo en poco tiempo. Un mensaje, además, que coincide con la petición de Zelenski del envío cuanto antes de varios sistemas de defensa antimisiles Patriot. Todo apunta a que dicho envío se hará de inmediato, pero puede que desde Ucrania se tema que las amenazas rusas hagan que Biden se lo piense dos veces.

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La cantinela nuclear

Y es que, como suele ser habitual, el Kremlin ha amenazado con “consecuencias inimaginables” si este envío llega a producirse. Saben que podría suponer un cambio estratégico similar al que supuso la llegada de los HIMARS. Rusia está basando su estrategia en el bombardeo sistemático de la población y las infraestructuras civiles. Si Ucrania consigue defenderse de esos ataques con éxito, poco a poco podrían recomponer su capacidad energética y salir de la situación actual, que el propio Zaluzhny califica en la entrevista de “abismal”.

Cuando Rusia habla de lo inimaginable, está claro lo que pretende que nos imaginemos: un holocausto nuclear. Habrá que vivir con ello porque cada mes tenemos una de estas. Forma parte de su guerra de propaganda, convencidos como están de que Occidente preferirá la comodidad de una paz injusta antes del riesgo de una guerra apocalíptica. Lo cierto es que, de momento, no está siendo así. 

Calcula Zaluzhny en The Economist que Rusia tiene aún capacidad para movilizar entre un millón y un millón y medio de hombres y da por hecho que al menos doscientos mil entrarán en batalla la próxima primavera. Son cifras demasiado grandes para un ejército que, entre la primera movilización y el reclutamiento forzoso, ya ha mandado casi medio millón de hombres al frente de Ucrania, de los cuales se calcula que unos cien mil han muerto o han sido heridos de gravedad.

En ese sentido, la ayuda bielorrusa sería como unos pocos granos más de arena en la playa. Su relevancia sería más bien geoestratégica. En caso de que Minsk decida entrar en guerra, ¿se atreverá Ucrania a atacar a su vecino con armas procedentes de países OTAN? ¿Cómo reaccionaría en ese caso una Bielorrusia que no es más que un títere de Putin? Recordemos que el país hace frontera con Letonia, Lituania y Polonia. De hecho, una posible toma militar del “corredor Suwalki” aislaría por completo a las repúblicas bálticas del resto del continente.

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La duda que tiene ahora mismo Lukashenko, y parece razonable teniendo en cuenta lo visto en los últimos meses, es la capacidad de Putin para llevar a buen término sus planes. Meterse en una guerra contra la OTAN puede ser fatal para su régimen. Igual que el ejército ruso puede utilizar Bielorrusia para aislar a las repúblicas bálticas, no cabe duda de que, en caso de hacerlo, Bielorrusia sería inmediatamente invadida desde Polonia, colocando al mundo al borde de una tercera guerra mundial en el peor de los casos y, como mínimo, apartando a Lukashenko del poder. Es un riesgo demasiado alto para una guerra ajena. Veamos si el Kremlin no le obliga a pagarlo.