Entrenamiento de civiles con armas de asalto.

Entrenamiento de civiles con armas de asalto. EP

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De las palabras a los hechos: así cumple cada país su promesa de armar a Ucrania

Ucrania sigue sufriendo, sigue poniendo los muertos y sigue cediendo territorio, aunque sea a un ritmo casi ridículo.

17 julio, 2022 02:51

El pasado jueves, el ministro de defensa ucraniano, Alexei Roznikov, reconocía que a lo largo del mes de mayo su ejército había sufrido la muerte de unos cien soldados al día, más otros 300-400 heridos de consideración. Eso sumaría un total aproximado de 13.000 bajas en un solo mes, unos números que coinciden con lo que otras autoridades ucranianas habían filtrado en su momento, pero que resultan exageradamente altas para un ejército que inició la guerra con 255.000 efectivos profesionales y en activo.

De hecho, es de suponer que buena parte de estas 13.000 bajas pertenecen a este grupo de soldados y no a reservistas o a miembros de la Seguridad Territorial. Lo lógico sería pensar que Ucrania está defendiendo los frentes del este con la élite de su ejército, dejando al resto de movilizados en tareas de intendencia y organización lejos de la línea de fuego o en otros frentes del país que ahora mismo no están activos, como las inmediaciones de Kiev o el flanco oeste del río Dniéper.

Gran parte de culpa de este elevadísimo número de bajas la tiene la inferioridad ucraniana en el número de armas, especialmente en lo que respecta a la artillería. Rusia ha cambiado su estrategia desde el mes de abril y opta por bombardear incesantemente las posiciones enemigas antes de mandar la infantería a ocuparlas.

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Eso ralentiza mucho el avance, pero lo hace más seguro… y provoca muchísimos daños en el enemigo. Es obvio, y así lo ha solicitado el presidente Volodimir Zelenski en más de una ocasión, que Ucrania necesita mayor apoyo militar no ya para recuperar territorios perdidos sino simplemente para seguir resistiendo.

Un buen ejemplo de esta necesidad es el impacto que han supuesto los lanzamisiles HIMARS desde su llegada a mediados de junio procedentes de Estados Unidos. Gracias a estas plataformas, Ucrania puede alcanzar objetivos que están a ochenta kilómetros de distancia, incluyendo numerosos depósitos de armas en la ciudad de Donetsk y, especialmente, en el sur del país, donde su ejército intenta llevar a cabo una contraofensiva que parece estancada desde hace demasiado tiempo.

¿Cómo acabar una guerra que ya has ganado?

Más armas supondrían más posibilidades para Ucrania en la guerra. Con lo que hay ahora, solo cabe mantenerse a la defensiva y confiar en una implosión rusa en forma de motines internos, ausencia de remplazos o incapacidad para pagar a los numerosos mercenarios que Putin ha desplegado por el país vecino.

El asunto es la voluntad occidental de mandar esas armas. Algunos países han demostrado ser fieles a sus promesas… otros, no tanto.

Tres tanques.

Tres tanques. Europa Press

En general, esta fidelidad tiene que ver con los intereses que cada país tiene en esta guerra o en su finalización. Hay que tener en cuenta -lo hemos repetido muchas veces- que Occidente ya ha ganado esta guerra.

Ucrania, no. Ucrania sigue sufriendo, sigue poniendo los muertos y sigue cediendo territorio, aunque sea a un ritmo casi ridículo.

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Otra cosa son sus aliados. Tanto la Unión Europea como la OTAN han visto durante estos casi cinco meses todas las carencias de su gran enemigo.

Si había dudas acerca de la capacidad militar rusa, estas se han multiplicado: eficaz en conflictos muy desnivelados (Chechenia, Siria, Georgia…), el ejército de Vladimir Putin se ha mostrado caótico, torpe y tremendamente poco eficaz en su “operación militar especial” en Ucrania. Rusia ha perdido en torno a 30.000 hombres -imposible precisar la cifra- y buena parte de su armamento ha quedado inservible.

Las consecuencias psicológicas en una generación que ha vivido la muerte y el horror tan de cerca sin conseguir sus objetivos principales -toma de Kiev y posterior formación de un gobierno títere afín a Moscú- pueden durar años y años. El ejército ruso es un ejército herido en un ejercicio suicida.

Ellos mismos se han causado ese daño al afrontar esta guerra sin la suficiente preparación. Pensar que pudieran intentar aventuras similares en Moldavia, Estonia, Letonia, Lituania o Polonia parece ahora mismo ciencia ficción y lo seguirá pareciendo durante mucho tiempo.

La “racanería” de Francia y Alemania

Conscientes de que esa amenaza ha desaparecido -o al menos ha disminuido su perspectiva de éxito-, hay países que quieren terminar el trabajo con una derrota total de Rusia, los hay que no ven mal que el desgaste continúe, pues más dañado quedará el ejército de Putin de cara al futuro… y los hay que, por un lado, tienen miedo a la imprevisibilidad del presidente ruso en caso de tener que afrontar una derrota. A eso hay que sumar el temor por que la crisis económica que acompaña al conflicto se eternice y sea especialmente cruel en términos de suministros a partir de otoño.

Para ver qué enfoque ha elegido cada país basta con echar un vistazo al último informe del Instituto Kiel para la Economía Mundial. En dicho informe, queda claro que países como Alemania tienden a escaquearse de sus compromisos adquiridos.

Civil practicando con un arma de asalto.

Civil practicando con un arma de asalto. Europa Press

El canciller Scholz ha prometido 620 millones de dólares en ayuda militar… pero hasta el momento solo ha mandado material por valor de 290. Con Francia, sucede algo parecido, aunque el secretismo de la administración Macron hace difícil calcular exactamente en cuánto se ha desviado su previsión inicial.

No es ninguna sorpresa que Macron y Scholz sean los más reticentes a la hora de armar a Ucrania y continuar la guerra. Por supuesto, ninguno de los dos quiere una victoria rusa, pero ambos temen las consecuencias prácticas que alargar el conflicto pueda tener sobre sus países.

Alemania, por su elevadísima dependencia del gas ruso. Francia, por la inestabilidad de su economía.

Ambos jefes de estado visitaron recientemente Kiev junto a Mario Draghi para entrevistarse con Zelenski y mostrarles su apoyo, pero incluso en la vuelta de dicho viaje, según se puede ver en el excelente documental “Presidente Macron: Europa y la guerra” , el presidente francés seguía insistiendo en la necesidad de “no humillar a Rusia”, asegurando, de manera algo incomprensible, que el objetivo era apoyar a Ucrania y no combatir a Putin. En el polo opuesto, se observa un mayor compromiso conforme uno se acerca a la frontera con Rusia.

Los vecinos y los anglosajones, en otra onda

 El miedo crece y crece la necesidad de controlar a la bestia. Los problemas en los países bálticos, en Polonia o en Hungría no son ya económicos sino vitales. El miedo afecta no solo a sus finanzas sino a su propia integridad territorial, a su condición de posibilidad como países independientes.

Precisamente por eso, Polonia prometió 1.800 millones de ayuda militar (tres veces lo de Alemania) y ha entregado todo el material prometido. Junto a estos países, tenemos el frente anglosajón, también dispuesto a ayudar a Ucrania en lo que haga falta.

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Reino Unido, aún bajo la presidencia de Boris Johnson, un ferviente aliado de Zelenski, ha entregado ya 1.000 de los 1.200 millones prometidos. Hay verdadero temor en Ucrania en torno a un posible cambio de postura por parte del primer ministro que sustituya a Johnson en Downing Street, pero en principio no hay que esperar grandes sorpresas.

Al fin y al cabo, el vínculo atlántico de Reino Unido es la base de su política exterior y, mientras Estados Unidos lidere con el ejemplo, sabemos que en Londres seguirán su camino. Lo que nos lleva precisamente al presidente Biden.

Es cierto que solo ha mandado en torno al 40% de lo prometido… pero es que ha prometido barbaridades. Según el informe del Instituto Kiel, Washington ha mandado a Ucrania armamento por valor de 2.400 millones de dólares, más que cualquier otro país.

Ahora bien, los problemas logísticos hacen que queden aún por enviar otros 3.800 millones de dólares en armas. Cuando estos lleguen, Ucrania lo agradecerá enormemente.